Capitulo. 36

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Lucia.

El dolor en la cabeza me taladra todos los sentidos, el cuerpo me pesa y tengo pegado el olor a nicotina, alcohol y a Ryan «Me le tire encima como una loca!» No quiero abrir los ojos pero debo de porque los golpes en mi puerta no paran y tengo que abrir si no seguirá ahí constantemente.

—¡Voy! —El cuarto sigue a oscuras ya que no abri ni una de las ventanas y no se que se tiene el ruso con las luces ya que todo en esta casa es oscuridad, ni siquiera las lámparas son de luz fuerte. Antes de llegar a la puerta abro el closet y me envuelvo en una bata ya que sigo desnuda, tal y como me acosté anoche.

Abro la puerta y me es imposible no sentir intimidación cuando lo veo perfectamente arreglado, baqueros negros, botas negras y camisa del mismo color, los tatuajes le dan el toque perfecto en cada atuendo que usa, no se como un dia puede estar vestido asi y el siguiente esta con un traje que lo hace ver como el presidente del país, el presidente mas guapo y sexi.

Me mira serio mientras me repasa de arriba hasta abajo, no dejo de pensar en que esta viéndome casi desnuda y por ello me cruzo de brazos tratando de cubrir mis pezones que apuesto están remarcados en la tela de satín.

«Ayer casi te acuestas con el, zorra!» Mientras lo veo recuerdo el acalorado encuentro y no se que cara poner.

—¿Se te ofrece algo? Estaba por irme a duchar—Miento.

—Claro, por eso tuve que estar tocando la puerta por 3 horas para que despertaras—Dice sarcásticamente

—¿Qué quieres? —Me hace querer golpearlo

—No recuerdas lo que hiciste anoche? —Indaga mientras avanza un paso y me veo obligada a dar uno hacia atrás—Porqué déjame decirte que a mi estos juegos me cansan Lucia, no estoy para aguantar delirios y ...

—¿De que hablas? —Fingir demencia es mi mejor opción.

—Claro, ahora la niña no recuerda nada de lo que hizo—Se cruza de brazos y ríe.

—Pues si, no recuerdo nada—Me encojo de hombros—Solo se que salí a tomar algo, luego vine a dormir aquí y nada mas, ¿Sucedió algo importante?

Sonríe de una manera malditamente sensual que hace que me acalore mas de lo que ya estoy, este hombre grita sexo por todos lados.

—No Rojita, no paso nada, puedes estar tranquila—El alma vuelve a mi cuerpo al saber que no seguirá con eso. Termina de avanzar hacia adentro y cierra la puerta tras el—Tengo que hablar contigo antes de irme así que date prisa—Mira el closet—Hay unas bolsas que son tuyas, mande a por ellas ayer, úsalas y bajas. Te estaré esperando.

Antes que pueda decir algo sale cerrando la puerta y por fin me siento tranquila a solas la tensión que había en el ambiente podía cortarse con cuchillo. Me meto al baño y minutos después salgo envuelta en las toallas, saco las bolsas poniéndolas en la cama, abro la primera y la lencería roja se lleva todo el protagonismo.

«Quien cojones me compro esto?»

Abro la siguiente y un abrigo negro algo corto sale a la luz, es lindo, mangas largas y botones grandes pero empiezo a hiperventilarme cuando busco alguna falda o camisa pero no hay nada. Vuelvo a la bolsa de la lencería esperando ver algo pero la mandíbula se me descoloca cuando le doy vuelta a todo en la cama.

«Hijo de la gran...»

Las bragas sin diminutas, de encaje al igual que el brasier, hay un ligero y medias transparentes rojas que hacen juego con el.

Tomo la ultima bolsa en donde espero encontrar lo que busco pero mis esperanzas caen al solo ver una caja con botas negras.

Me siento en la cama analizando mis posibilidades pero no hay, la ropa de ayer apesta a alcohol y no tengo nada mas, podrían buscarme otra cosa pero solo se me haría aun mas tarde. Voy a usar un jodido abrigo sin nada abajo. Suspiro y empiezo a ponerme todo, termino de encajar las medias a los ligueros y me pongo el abrigo.

Inefables [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora