Capítulo 16

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Parte 6 de 7

Me encierro en mi habitación, casi subiéndome por las paredes del calentón que tengo desde hace unas horas. El rastro de ese orgasmo frustrado me está volviendo loca.

Enciendo la tele, subiendo el volumen para disimular, y me quito toda la ropa a excepción del tanga, recordando la petición de Colin. Entro en la cama y me escondo entre las sábanas.

Recuerdo el toque de su piel contra la suavidad de la mía. Una sacudida me atraviesa y mi vagina se contrae, expectante.

Dudo un momento. ¿De verdad voy a masturbarme pensando en mi mejor amigo?

Él lo hace.

Entonces... supongo que yo también puedo.

Con una sonrisita traviesa y mi interior apretándose con deseo, saco mi vibrador de la mesita de noche. Me lo regaló Salma cuando lo dejé con mi ex y admito que es lo mejor que me podrían haber dado.

Lo deslizo por mi abdomen hasta mi centro, donde hago a un lado la tela y me acaricio ligeramente de arriba abajo para extender la lubricación antes de encenderlo y colocarlo sobre mi clítoris.

Un suspiro en forma de su nombre deja mis labios.

Abro más las piernas, dejando volar mi mente, aunque esta solo me lleva una y otra vez a lo mismo.

Colin.

Él, y su cara, y su cuerpo. Y sus manos. Sus benditas manos, que tienen la habilidad de tocarme con una destreza inigualable.

Nunca había ansiado tanto el tacto de alguien y, sin darme cuenta, me encuentro repitiendo sus movimientos. Anhelando volver a experimentar ese placer.

Subo el nivel de vibración y lo introduzco a penas en mi interior, arqueando la espalda y gimiendo de satisfacción.

Me pierdo totalmente en mi propio disfrute, inhibiendo cualquier cosa que no sea el gozo que siento.

Quizás si hubiera estado un poco más lúcida habría escuchado los pasos que se acercaban por el pasillo hasta mi cuarto, pero me encontraba en otro planeta. Vuelvo a la Tierra, sobresaltada, cuando entran sin tocar.

Hablando del rey de Roma.

Más bien, gimiendo el nombre del rey de Roma.

—¿Qué haces? Se escucha la televisión desde el piso de abajo —aprovecho que se gira y le baja voz para lanzarle un cojín a la cabeza. —¡Oye!

—¡Eres un inoportuno! —chillo, mis niveles de frustración al límite.

—¿Pero...? —por fin repara en mi aspecto y se da cuenta de lo que estaba haciendo. —Ahhh —entona, travieso.

—Imbécil —murmuro, apagando el juguete y sentándome con la espalda pegada al cabecero, apretando las sábanas contra mi pecho.

Estoy que echo humo. Hoy ya llevo dos orgasmos fallidos.

—¿Qué estabas haciendo? —se sitúa a mi lado, sonriendo pícaramente.

—Intentando correrme de una puñetera vez —saco el vibrador y lo vuelvo a guardar en su sitio, haciendo una nota mental para limpiarlo más tarde. Con el enfado que tengo, me da absolutamente igual que lo vea. —Pero parece que algo allá arriba no quiere que lo haga.

—¿Te has tomado enserio lo que te he dicho? —hace caso omiso a mis quejas, levantando la tela que me cubre para admirar mi casi desnudez.

—Ha sido casualidad —me levanto, yendo al baño para darme una ducha. A ver si así me relajo.

Entre Libros y Apuntes [Wattys2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora