Capítulo 34 twinkies, pays y chocolate

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Lena

Todo mundo pensaría que después de ocho años de matrimonio mas otros doce de conocernos resultaría muy sencillo el desnudarse enfrente del amor de su vida, pero no, a mis recién 30 años cumplidos no podía dejar de temblar mientras desabotonaba la camisa de kara, después de ver caer su primer prenda asentí para que ella hiciera lo mismo con mi blusa, bese su cuello sintiendo como comenzaba a tiritar de placer, mis manos se dirigieron al primer botón de su pantalón y baje el zíper de este de un golpe sintiendo que estaba a punto de eliminar cada idea de control sobre mi cuerpo y abalanzármele a ella en cuanto note que estaba más que dispuesta.

–kara siento que no podre contenerme– dije y ella me abrazo respirando sobre mi nuca

–quiero ir despacio, amor – cerré mis ojos, extrañaba oír eso de ella, esas palabras ñoñas y cariñosas que hacían que me explotara el corazón de alegría

Aceptaría cualquier termino que ella pusiera con tal de disfrutar plenamente esa ambrosia que era promesa de paraíso – te amo kara–

–también te amo– sus manos llegaron a mi pantalón y lo retiro cuidadosamente mientras se agachaba para sacar una a una mis piernas

Retrocedimos algunos pasos para caer juntas en la cama y volver a besarnos como adolescentes, recordando mi primera noche con ella...

Recuerdo haber estado repasando mis ideales como un mantra para no estar tan nerviosa delante de ella.

Hazlo despacio

Hazla sentir amada

Pregunta si todo va bien

Siéntete segura

¡ja! Poco me duro el gusto, en cuanto descubrí esa parte que me causaba tanta curiosidad, nunca tuve referencias de nada, solo había visto el falo de goma con el cual practicábamos kara y yo en las sesiones con cat y de su pene, pero lo que recuerdo de este estaba demasiado alejado de esto, ya habían pasado ocho años desde que lo vi por última vez, tragué saliva audiblemente no sintiéndome tan segura de mi misma como al principio

–te... ¿te incomoda? – dijo agachando su mirada tratando de esconderse en algún lugar

sacudí mi cabeza para organizar mis ideas –no amor es que.... Wow – exclame un tanto nerviosa, un tanto editada al verlo moverse –lo siento.... Ven siéntate a mi lado – la jale para continuar besándonos sobre el diván, nos acostamos en este y kara extendió una mantita sobre nosotras

sentí sus manos apoderarse de mi cintura y conduje su manos para que continuara quitando mi ultima prenda – ¿estas bien? – me pregunto cariñosamente

–si– la bese intensamente tratando de acomodarla sobre mí, tomo un tiempo para que entendiera que era lo que quería, en cuanto estuvo cubriéndome amorosamente sobre mi cuerpo, deduje que ya era tiempo, estaba preparada y ella también – ¿quieres que lo haga yo? – dije y ella asintió dándome el sobrecito del condón

Se coloco en cuclillas y yo rompí la envoltura para ponerlo justo como lo habíamos practicado decenas de veces –¡ahhhahha! – la escuché tiritar excitada al sentir mis manos sobre el tronco de su pene, cerro los ojos fuertemente conteniéndose

–¿te lastime amor? – pregunte

–no– dijo al momento que volvíamos a lo nuestro, abrí un poco mis extremidades y la sentí tentando el territorio, coloco la punta en la entrada y comenzar empujando centímetro a centímetro – ¡hhaaaahhh! – gimió en mi oreja

–espera, espera, espera– grite sintiéndome avasallada por tantas emociones, el miedo me estaba consumiendo, un sentimiento hedonista a no poder soportar nada de dolor se apoderaba de mí, recuerdo no haber roto contacto con mi amiga Eve que aún vivía en irlanda y una vez le llame solo para que me presumiera que había perdido la virginidad, me había dicho que le dolió su primera vez y que había sangrado, claro que yo lo transmití esas inquietudes a cat en su momento y ella me había dicho que tal vez si sentiría dolor pero que solo sería la primera vez, hasta que me acostumbrara

Un diván en mitad de MidvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora