Capítulo 1. Mitología griega.

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Olivia Davies

¿Por qué hay personas que permanecen siempre en nuestra mente?

Probablemente es el peor momento en el mundo para que una pregunta así me venga a la mente, pero no me queda otra que aguantarme y repetírmela una y otra vez para que no se me olvide.

Mientras, me cuelo entre las puertas del centro esquivando al conserje, que ya las está cerrando. Le ofrezco una sonrisa amable de cierta disculpa contestando a la mirada de reproche que me da, pues no es la primera vez que llego tarde. Miro el reloj colgado en el aire que me vigila con desaprobación y este me informa de que solo queda un minuto para que mi percance cuente como falta y no como retraso. Como consecuencia, aprieto el paso.

Cruzo el pasillo central demasiado rápido para ir caminando pero no tanto como para ir corriendo. Giro al final del pasillo central hacia la izquierda, alcanzando el pasillo de aulas especializadas. Cuando me aseguro de que no estoy a la vista de alguien con una mínima autoridad, me pongo a correr procurando no hacer demasiado ruido hasta la última aula del corredor. Me detengo frente a ella con la respiración acelerada y me tomo un par de segundos para calmarme. Acomodo mi mochila y golpeo suavemente la puerta.

—¡Adelante! —escucho desde el interior de la habitación.

Giro el pomo y abro la puerta lentamente. Mi profesor de Historia, el señor Montgomery, me echa una mirada cansada y enfadada al verme.

—Que sea la última vez, Olivia —me pide antes de hacerme un gesto para que me vaya a mi sitio.

Aunque sea una de sus mejores alumnas, me gano la mirada reprobatoria que me echa. Me muerdo el labio algo nerviosa cerrando la puerta detrás de mí para luego ir a sentarme en la segunda fila, junto a la ventana.

Ayer me dio uno de esos ataques de insomnio y es por eso que esta mañana he pasado varios minutos de más en la cama. Mi padre, cuando ha visto que no bajaba a desayunar, se ha preocupado y ha subido a ver si estaba bien. Solo puedo decir que veinte minutos no es tanto tiempo como creía.

Mientras Montgomery vuelve a hablar, me apresuro a sacar mi estuche y a abrir mi archivador por el apartado de Historia.

—Como iba diciendo —comienza, volviendo por donde iba—, los trabajos se harán en parejas mixtas, ya que hay el mismo número de chicos y de chicas en clase. Se os asignarán temas muy variados que pueden ser obras de arte, movimientos artísticos y literarios, momentos relevantes en la historia o incluso distintas personalidades. Quiero que me contéis cosas que no estén en vuestros libros de texto, quiero que vayáis más allá. No me interesa ni cómo llegó Hitler a la política ni por qué La Gioconda tiene tanto éxito, quiero que indaguéis y me digáis cuáles son los restos de estos hechos en la actualidad. ¿Por qué todos conocemos La Gioconda? ¿Qué simboliza a día de hoy Hitler?

Fabuloso. Llego cinco minutos tarde a clase y ya han mandado un trabajo del que me habré perdido parte de la explicación.

—¿Cuánto tiempo tendremos para hacer el trabajo? —pregunta una chica al fondo de la clase.

—Debería entregarse antes de diciembre, los mejores se expondrán en la feria de invierno del instituto —explica rodeando la mesa, quedando frente a ella—. No me importa el formato: puede ser un ensayo, un vídeo, algunas diapositivas o incluso una conferencia. Me da igual, lo único que quiero es que llame la atención. Debéis enfocar el tema de una manera distinta, no como yo lo contaría en clase. Quiero que entretengáis a los que os vean o escuchen, que a vuestros compañeros de clase les interese lo que les estáis contando de alguna manera.

—¿Podemos hacer nosotros las parejas? —inquiere una chica del equipo de animadoras en el otro extremo de la clase echándole una mirada furtiva a su novio.

Hasta que se caiga el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora