Capítulo XXV. Promesas rotas

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Capítulo XXV. Promesas rotas

—tienes razón, amor. A partir de ahora tú serás el único en mi corazón. Así fue desde el primer momento en el que te vi. Te prometo que así será a partir de ahora—le juró. El castaño asintió con alegría y los dos se dieron un abrazo. Después podrían decírselo a su madre.

***

Unos días más tarde, Zen asistía a las clases como era su costumbre, aunque no anotaba nada ni ponía atención. Akihiko, que estaba al lado de él, se preocupaba más y más por la actitud de su amigo. Al salir de las clases, ambos se dirigieron a una zona un poco apartada y fue ahí donde el peli plata encaró al castaño.

—¿qué es lo que pasa contigo, Zen? Desde hace días veo que andas en la luna. No pones atención en las clases y tampoco tomas los apuntes. ¿Se puede saber lo que está pasando? —le preguntó a su amigo. Estaba preocupado por él. No quería que reprobara ninguna asignatura.

—¿sabes? Hace unos días conocí a alguien. No tenemos mucho de conocernos, pero él me ha dicho que me quiere y que estará conmigo.

—¿en serio? ¿Por qué no me habías contado nada? ¿Es atractivo? Qué preguntas hago. Como sea, ¿cómo lo conociste? ¿Dónde? Cuéntamelo todo—dicho esto, Zen le contó todo lo que había sucedido a su amigo y este se quedó sin palabras—. Así que te gustan mayores, ¿eh? ¿Y cómo es él? ¿Te trata bien?

—sí, me trata con tanta delicadeza. Aunque, cuando ya sabes, hacemos eso, es muy apasionado. Es ambas cosas. No puedo describirte lo que siento cada vez que lo veo.

—se ve que esta vez sí te dio fuerte. Me alegro mucho por ti. Pero ese no es el caso. Hablábamos de que no pones atención en las clases. ¿Es porque piensas en tu novio? —un poco sí. Pero te aseguro que pondré más atención a las clases—hizo ojos de cordero degollado.

—bien, bien. Vamos, pues, a la siguiente clase—ambos retomaron su camino hacia el salón de clases.

—¿Y cómo te va a ti con Takano? —preguntó con un pequeño dolor en el pecho. Hablar del azabache aún le dolía en el corazón.

—muy bien. Hace poco me dio la noticia de que está embarazado—el castaño lo miró por un momento y después se empezó a reír.

—muy buena broma, amigo. Me imagino que tú también te reíste cuando te lo dijo—se reía sin control y se limpiaba sus ojos llorosos.

—no es ninguna broma. Al principio yo también me reí, pero lo digo muy en serio—Zen lo miraba incrédulo.

—¿en serio existen hombres que pueden quedar embarazados? Eso sí que no lo sabía para nada. ¿Y cómo piensan decírselo a sus padres?

—aún no lo sabemos. Tengo un poco de miedo de cómo puedan reaccionar. ¿Cuándo crees que sea el momento adecuado?

—mientras más pronto mejor. No creo que sea algo tan malo. Tal vez sus padres estén ansiosos por tener un nieto o nieta. Confía en que todo saldrá bien—su amigo sonrío y ambos siguieron caminando por los pasillos.

***

Zen se había separado de su amigo porque este se había encontrado con Masamune y se fueron quién sabe a dónde. Tal vez a hacer cosas pervertidas. Él también extrañaba a Kosuke. Le llamó y fue cuestión de segundos para que este le respondiera. Se alegró tanto al oír la voz de su novio.

—¿qué ocurre, pequeño? —preguntó el mayor.

—nada. Solamente quería escuchar tu voz. Desde hace unas horas que me he sentido muy solo. ¿Por qué no vienes a verme? —preguntó con un tono pervertido.

Dolor y soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora