Capítulo X. ¿Amor a primera vista?

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Capítulo X. ¿Amor a primera vista?
A lo lejos se veían las figuras de dos chicos. Uno era azabache, con ojos avellanados, otro era peli plata y con ojos amatista. Se miraban de una manera única. ¿Por qué estaba pasando aquello? Muy fácil, minutos antes ambos chicos habían chocado y tiraron las cosas que tenían en las manos. Se agacharon para tomar sus cosas y fue ahí donde tuvieron el primer contacto.
—disculpa. No fue mi intención…,—se disculpó el azabache completamente apenado y agachaba la mirada. Esto, a Akihiko le pareció muy adorable. Ayudó al otro a levantar sus cosas y después los dos volvieron a mirarse. Ninguno de los dos podía apartar la mirada. Era como si la mirada del otro los invitara a perderse en sus miradas.
—no te preocupes. No tienes que disculparte. Fue un accidente, ¿no? Está bien—esbozó una sonrisa que lo hizo sonrojar. ¿Qué estaba pensando? ¿Por qué se sonrojó ante ese simple gesto del peli plata? No entendía lo que estaba pasando.
—¿cuál es tu nombre?—preguntó el peli plata.
—me llamo Takano Masamune. ¿Cuál es el tuyo?
—yo soy Usami Akihiko. Encantado de conocerte. Ja, lamento que haya sido en estas circunstancias—se disculpó.
—está bien. Fue culpa de ambos, por no ver el camino por el que debíamos de ir. Bueno, me tengo que ir…
—espera—lo tomó un momento de la mano, lo que lo hizo estremecer. Jamás había tocado una piel tan suave y sedosa como esa. Era parecida a la seda y con un color como el de la porcelana. Masamune, por el contrario, también se sentía extraño. Su mano comenzó a temblar al sentir al peli plata acariciar su piel de manera discreta, pero encendiéndolo de una forma que su actual pareja no había logrado. Se sentía extraño, distinto. Su corazón comenzó a palpitar de una manera desenfrenada y todos los colores se le subieron al rostro.
En ese momento no había nadie más cerca, por lo que Akihiko actuó  rápidamente y tomó la cintura del azabache con su brazo y lo atrajo hacia su cuerpo, juntándolo un poco con el suyo. El azabache se puso aún más rojo y su mirada reflejaba nerviosismo.
—¿p-por qué estás haciendo esto?—preguntó el azabache con sumo nerviosismo. Los rostros de ambos estaban demasiado cerca y sus miradas se encontraron. Fue cuestión de tiempo para que la distancia entre sus rostros se rompiera y sus labios se juntaron de una forma apasionada y llena de deseo. Se besaron como nunca antes lo habían hecho y ambos se sentían libres para expresar sus sentimientos. El primero en actuar fue Akihiko, al atraer al azabache más hacia su cuerpo y también lo pegó a la pared, besando sus labios y acariciando su cuerpo. Por el contrario, Masamune se sentía feliz, libre. Dejándose llevar por sus deseos y sin reprimirse. Sus sentimientos fluían y se dejaba llevar por el momento. Akihiko dejó sus labios y bajó hacia su cuello, besándolo y dejando pequeñas mordidas.
—n-no… A-Akihiko… n-no muerdas—suspiró el azabache, tratando de alejar al peli plata de su cuerpo.
—¿por qué no?
—esto no está bien—murmuró, sintiéndose culpable.
—¿por qué dices eso? ¿no te ha gustado mi compañía?—se acercó nuevamente hacia el azabache.
—n-no es eso. Me ha gustado mucho. Lo que pasa es que, estoy en una relación—murmuró avergonzado.
—¿en serio?—se veía sorprendido—. Pero… no me importa. Estoy casi seguro de que tú no quieres a ese sujeto con el que sales. Si lo quisieras, no habrías correspondido mi beso con tanta intensidad. Masamune, tú me gustas—confesó. El azabache estaba impactado. A él también le gustaba el peli plata. Pero…
—no te contengas más. Sé que también te gusto. ¿Por qué no eres más honesto? Puedo darme cuenta de que tus piernas tiemblan y de que tus ojos brillan. Por favor, Masamune, acéptame—suplicó el peli plata. El menor no sabía qué responder y para colmo, el peli plata se arrodilló frente a él, como si estuviera proponiéndole matrimonio. Se sonrojó a más no poder y derramó unas cuantas lágrimas.
—¿qué se supone que estás haciendo? Levántate—lo tomó de las manos y lo hizo que se levantara, pero no lo consiguió.
—no me levantaré de aquí hasta que aceptes que yo también te gusto—el azabache sonrió disimuladamente y se agachó un poco, sólo para darle un pequeño beso en los labios del mayor.
—está bien. Acepto que tú también me gustas—sonrió de manera tímida y su cara se puso roja.
—muy bien, pues, vamos—dijo el peli plata, quien se reincorporó y tomó de la mano al azabache.
—¿a-adónde vamos?—preguntó con nerviosismo.
—iremos a un lugar especial—lo miró con una sonrisa y apretó más su mano. Eso hizo que Masamune se tranquilizara un poco. Los dos siguieron caminando y llegaron hacia el estacionamiento, donde estaba estacionado un auto de color rojo. Akihiko no dudó ni un poco en volver a someter al azabache, quien estaba con la espalda recargada sobre el automóvil. Akihiko se acercó a él y rodeó su cintura con sus brazos.
—¿por qué te niegas a ser feliz?—preguntó el peli plata. Esa pregunta tomó por sorpresa al menor, quien inmediatamente agachó la mirada.
—¿por qué dices eso?
—mírame a los ojos y respóndeme una cosa: ¿qué es exactamente lo que sientes por tu pareja?—tomó el rostro del azabache y lo obligó a que levantara la cabeza.
—es algo complicado de explicar. ¿Sabes? Yo nunca había estado enamorado de nadie, y hasta la fecha no lo estoy. Yasuda, como se llama mi novio, no me trata como lo haces tú. Él sólo me obliga a hacer cosas que yo no quiero. Entre eso está ser su pareja. Él es miembro de una banda que te presta dinero si te encuentras en una situación complicada. Lo único malo es que cuando te prestan, tienes que devolverles el dinero casi enseguida. Mi familia no tiene suficiente dinero para sobrevivir, así que le pidieron dinero prestado a él. Pero no fueron capaces de devolver el dinero en el plazo acordado y dijo que mataría a mi familia si no le pagábamos. Entonces…,—se calló por un momento. Estaba siendo algo difícil para él hablar de eso. Akihiko lo notó y para darle apoyo lo envolvió entre sus brazos—. Como mis padres no pueden liquidar la deuda, yo me ofrecí como una especie de pago para que él no le hiciera algo a mi familia. Mis padres no estuvieron de acuerdo, pero Yasuda aceptó. Desde ese entonces he sido su pareja, aunque él no me trata como tal. Siempre se la pasa humillándome o maltratándome. Pero lo aguanto, porque sé que lo hago por mis padres—en ese momento se lanzó a llorar con más intensidad y Akihiko solamente pudo abrazarlo.
—¿por qué? No deberías estar haciendo esto. Tú mereces ser feliz, como cualquier otra persona. Termina con él.
—no puedo hacerlo. Si pudiera hacerlo, ya lo habría hecho. Pero no puedo. Si intento cualquier cosa, él se daría cuenta y mi familia saldría perjudicada. Entiende, no es tan sencillo—miró al peli plata a los ojos y dejó escapar unas lágrimas.
—muy bien, entonces esperaré—habló con voz firme y abrazó con más intensidad al menor.
—¡Masamune!—escucharon un grito proveniente de algún lugar en el estacionamiento. Los dos se pusieron nerviosos y trataron de esconderse, pero después la voz dejó de escucharse.
***
—¿podrías callarte, maldición?—expresó un chico castaño, sosteniendo a uno de lentes y cabellos oscuros. Lo había atrapado mientras este buscaba a Masamune desesperadamente. Lo amordazó rápidamente y después le ató las manos por detrás de la espalda. Lo sacó cuidadosamente del lugar y sin dejar que nadie lo viera. Después hablaría con Akihiko. ¿Cómo estaba eso de que le quería quitar lo que era suyo? Estaba muy sorprendido por todo lo que había visto. ¿Tendría que matar también a su amigo? No, eso sería demasiado. Como sea, sacó al azabache del estacionamiento y después, como no dejaba de removerse y tratar de liberarse, por lo que Zen tuvo que pegarle un rodillazo en el estómago para que dejara de forcejear. Total, su vida pronto llegaría a su fin.

Dolor y soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora