Capítulo XXXIX. Una vida tormentosa

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Capítulo XXXIX. Una vida tormentosa

Narra Midorima

Han pasado varias cosas desde aquel día en que mi padre decidió despojarme de aquello que yo más amaba. Sí, debo admitir que he hecho muchas cosas malas en mi vida. Pero yo realmente lo amaba.

Todo esto comenzó cuando iba en el primer año de preparatoria. Lo recuerdo demasiado bien, tan bien, como si hubiera sido ayer. Pero ya hace diez años de aquel horrible día.

***

1 de julio de 2006

Acabo de graduarme de la secundaria Teiko. Tengo 16 años y soy una persona muy seria, callada y que no tiene amigos. No me considero alguien tímido, solo alguien a quien no le gusta hablar con los demás. Todos mis compañeros son fastidiosos, hablan y hablan de puras estupideces. Detesto tener que hablar con ellos. Siempre me la paso solo y disfruto estándolo, porque puedo reflexionar sobre la vida, sobre las cosas que son importantes. Mucha gente no se pone a analizar, ni mucho menos a pensar sobre nuestra propia naturaleza. La vida está llena de cosas maravillosas y hay que aprovechar cada una de las oportunidades que esta nos brinda. Como había mencionado anteriormente, me la paso solo la mayor parte del tiempo, y así estoy muy bien.

Hace poco que terminaron las clases y estaba dispuesto a volver a casa, cuando de pronto, un chico de menor estatura se acercó corriendo a mí y sin querer, terminó chocando conmigo. Detesto tanto el contacto físico. Odio cuando se me acercan demasiado. Tuve que ocultar mi desagrado. Únicamente puse la mirada más seria posible. Él se separó un poco apenado y levantó la mirada para verme. Se ve como un niño indefenso. Debe medir como 1.70 de estatura. Me doy cuenta de que lleva el mismo uniforme que yo. Ahora que lo pienso, lo he visto en algunas de mis clases.

—l-lo siento mucho. No sabía a dónde estaba yendo. No fue mi intención golpearte—se disculpó conmigo, haciendo una pequeña reverencia.

—está bien. Ahora sal de mi camino. Tengo prisa—lo miré con ojos fríos y comencé a alejarme poco a poco. Me di cuenta de que comenzó a seguirme. ¿Qué es lo que quiere ahora? Piensa que no me he dado cuenta. Es demasiado tonto. Seguí mi camino, teniendo a ese tonto detrás de mí. ¿Por qué me sigue? Me harté y después de unos instantes, me paré en seco y le hice frente—. ¿Qué diablos quieres? ¿Por qué no dejas de seguirme? —le grité. Él se quedó completamente estático. Nuevamente volvió a inclinarse hacia enfrente. Estaba apenado.

—lo siento, de verdad lo siento. No era mi intención molestarte. Lo que pasa es que, tu rostro se me hace muy conocido. Dime, ¿eres Midorima Shintaro? —me extraña que sepa quién soy. Se ve un poco sospechoso.

—¿Cómo sabes mi nombre? —le pregunté extrañado.

—¡lo sabía! Eres Midorima Shintaro, de la Generación Milagrosa. ¿me recuerdas? —ahora se encontraba extrañamente eufórico. Sus cambios de humor me resultan extraños.

—¿debería recordarte?

—claro que deberías recordarme. Mi escuela fue una de sus rivales. No me extraña que no me recuerdes. Eso ya fue hace tres años. Dime, ¿planeas entrar al club de basquetbol nuevamente?

—aún no lo sé realmente. Es un simple club...

—claro que no es un simple club. Para muchos, como yo, es algo más que un club. No vuelvas a decir frente a mí algo parecido. Como sea, yo me llamo Takao Kazunari. Fue un placer poder volver a verte. Ahora debo irme. Adiós—su semblante era uno más alegre y después dio la vuelta y se fue. Fue tan extraño. Es un chico peculiar. Después de aquello, yo también me dirigí a mi casa. Me encontraba completamente exhausto. Lo único que quería era descansar. Llegué a la mansión y dejé mis zapatos en la entrada.

Dolor y soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora