Capítulo VII. Una persona especial

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Capítulo VII. Una persona especial
—Masamune—lo miré un poco a lo lejos y me sentí muy feliz. No es alguien con quien yo hable con naturalidad. Ni siquiera somos amigos. Pero puedo decir que es la persona que me gusta. Me encanta, y estoy profundamente enamorado de él. Aunque él no me mire y ni sepa que existo. Me gusta verlo feliz y sonriendo. Hace poco me enteré de que estaremos en la misma clase, así que podré verlo más seguido. Estoy tan emocionado, que no puedo esperar para verlo más de cerca.
Caminé hacia el baño de los hombres y puedo darme cuenta de que hay ruidos extraños en el cubículo de hasta el final. Son como… ¿gemidos?¿qué será lo que está sucediendo ahí adentro?
—ahhh… ahhh… Y-Yasuda… m-más… más rápido—escuché la voz de Masamune. ¿Acaso MI Masamune está saliendo con Yasuda? No puedo dejar que esto siga así. Masamune no puede estar con alguien más. Rápidamente tomé mi botella de agua y la estrellé en el piso. El ruido alteró a las dos personas que estaban dentro de este.
—¿q-qué fue eso? T-tenemos que parar. Alguien podría venir y nos descubrirían. Seguiremos en tu casa, ¿no? La vez pasada fue en la mía. Ahora te toca a ti—habló el azabache, rojo y jadeando.
—vamos, debemos terminar con lo que comenzamos. Además, no hay nadie. Seguramente fue un accidente, pero debió irse. Hay que seguir—miró al menor, que aún seguía en sus brazos y continuó embistiendo desesperadamente.
***
—no puedo creerlo. Sinceramente no puedo creerlo. Ese imbécil se está metiendo con lo que es mío. No, jamás lo dejaré quedarse con Masamune. Él es mío y si no es mío, no lo será de nadie.
—¿en serio estás seguro de eso? ¿Por qué no mejor te das por vencido y dejas esta estúpida idea de matar? No te llevará a nada bueno—volví a escuchar la voz de ese infeliz.
—¿por qué no te largas y me dejas en paz? Déjame hacer con mi vida lo que me plazca. Es mi vida, ¿no?
—entiendo que es tu vida, pero ¿la vida de los demás no cuenta? ¿O piensas que no sé que quieres matar a Yasuda?
—siempre metiéndote donde no te llaman. ¿Cómo sabes que…? Olvídalo. Mejor déjame tranquilo y lárgate a molestar a alguien más.
—tú sabes que no puedo hacer eso. Te dije que te seguiría a donde sea que vayas. Así que, acostúmbrate a mi presencia.
—de acuerdo, pero no hagas demasiado ruido. Detesto a las personas que hablan tanto.
—no te preocupes, no hablaré tanto. Aunque, creo que sería mejor hablar contigo, ya que me he dado cuenta de que no tienes ni un solo amigo. Ja, estás solo como un perro. ¿Eso te hace sentir feliz?
—¿podrías callarte, maldita sea? Ah, detesto no poder deshacerme de ti. Lo hice en vida, pero ahora no puedo deshacerme de un fantasma.
—de acuerdo, de acuerdo. No volveré a molestarte más. Bueno, mejor platícame cómo fue que te enamoraste de ese chico?
—ay, ¿por dónde empezaré? Bueno, todo comenzó hace ya como tres años. Cuando entré a la universidad, lo miré por primera vez, tan dedicado, dulce, atento. Su manera de tratar a las personas fue lo que me atrajo de él. Pienso que es la mejor persona del mundo y por eso quiero hacerlo feliz. Que esté conmigo.
—qué conmovedor. Pero recuerda que ya tiene novio. ¿Cómo le harás para tenerlo a tus pies?
—no te preocupes. Tengo mis métodos—lo miré con una sonrisa de triunfo. Estoy seguro de que obtendré lo que quiero, aunque eso signifique matar a otra persona…

Dolor y soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora