Capítulo XXXVII. Locura

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Capítulo XXXVII. Locura

—dime, ¿estás loco? ¿Cómo piensas hacer una tontería así? En serio que tú quieres morir un día de estos. No estoy dispuesto a seguirte en esta locura que estás a punto de hacer—decía un joven, un tanto mayor que el castaño. Su nombre era Minami Kosuke. Tenía 31 años.

—bien. Realmente no te necesito. Déjame en paz de una vez—decía el menor de manera despectiva. Poco le importaba lo que el otro pensara de él.

—¿realmente no me necesitas? ¿no te importa nuestro amor? —esta vez se mostraba dolido. Parecía como que su relación decaía con cada día que pasaba.

—no me digas que ahora vas a ponerte a llorar. No seas tan sentimental. Detesto a los que son sentimentales. Respóndeme claramente, estás conmigo, ¿o no? —su tono se volvía cada vez más y más frío.

—¿Qué es exactamente lo que planeas hacer? —le preguntó. Debía estar seguro de lo que iba a hacer.

—bien, lo que quiero es esto...

***

Mientras tanto, en alguna otra parte del país...

Se encontraba un hombre, alto; de buen porte; estatura alta; cabellos rubios, como el oro, ojos del mismo color y tenía un tatuaje en el brazo izquierdo, que le llegaba desde el cuello, a la altura del codo, con figuras de color negro, que formaban círculos. Realmente era un tatuaje muy raro. Llevaba puesto un traje blanco y camisa roja un poco abierta y sin corbata. ¿su nombre? Su nombre era Nash Gold Jr. Era una persona madura, de 30 años y gozaba de una buena salud. A simple vista parecería la persona ideal para cualquiera. Es alguien atractivo, con dinero, soltero. Alguien perfecto para poder formar una familia juntos. Pero, al parecer, hay un pequeño problema. Nash es el jefe de la mafia del Este. Desde hace varios años que su padre, Nash Gold había muerto de manera un poco trágica. Fue en ese momento que Nash decidió tomar el mando de la organización y hacerse cargo de los negocios familiares. Es un excelente estratega y administra a la perfección la fortuna de su difunto padre y también la que él ha conseguido con su propio esfuerzo. Siempre sabe cómo escapar de una situación peligrosa, aunque, más bien, él es el peligro. Actualmente tiene una gran disputa con el jefe de la zona Sur, ya que hace años, el padre de Nash le robó tierras que le pertenecían al padre de Shintaro. No ha habido paz desde que surgió el conflicto. Este se ha cobrado las vidas de varias personas y pareciera que este no se va a terminar jamás. Nash no está dispuesto a devolverle nada a Shintaro y ambos tendrán que luchar, uno para recuperar lo que le pertenece, y el otro para seguir teniéndolo en sus manos. Al final, sólo debe haber un vencedor.

Mientras estaba viendo el paisaje por la ventana de su enorme mansión, alguien se acercó para hablarle. Al parecer, tenía una llamada por teléfono.

—¿¡Cuántas veces te he dicho que toques la maldita puerta!? ¿Qué demonios quieres? —exclamó con furia. El joven se asustó demasiado. Su jefe era una persona muy violenta. Nunca se acostumbraba a sus malos tratos.

—d-discúlpeme. Lo que pasa es que, tiene una llamada. Al parecer es urgente—decía el joven con mucho miedo. Nunca se sabía cómo iba a reaccionar. Le extendió el teléfono con la mirada agachada. El jefe lo miró con fastidio y procedió a arrebatarle el aparato. El muchacho se sobresaltó, pero no levantó la cabeza. Esa sería una gran falta de respeto. Se quedó únicamente de pie frente al mayor. Este estaba dispuesto a contestar la llamada, pero se irritó al ver a su subordinado ahí parado como estatua.

—¿Por qué aún sigues aquí? Lárgate de una vez. ¿no tienes más cosas que hacer? —lo corrió de la habitación. El joven estaba muy asustado. Salió del cuarto como rayo y cerró la puerta al salir. Cuando estuvo completamente solo, se dispuso a responder la llamada—. ¿Quién habla? —se atrevió a preguntar.

—¿hablo con Nash Gold? —preguntó una voz grave.

—¿Quién habla? ¿Por qué estás interesado en Nash?

—quiero hablar con Nash Gold. Dígame, ¿es usted?

—¡primero dime quién eres, maldito bastardo! ¿Qué es lo que quieres con él? —comenzaba a exaltarse. No era la persona más paciente del mundo.

—conozco de su conflicto con Midorima Shintaro. Usted le robó tierras a él, ¿no es así?

—¿Quién eres? ¿Por qué conoces esa historia? —preguntaba el rubio.

—yo sé todo sobre usted. Pero sabe, también conozco muchas cosas sobre Midorima Shintaro. Conozco secretos oscuros sobre él, sobre su pasado. Conozco sobre su pasado, sobre su organización, sus hombres, sus puntos estratégicos, conozco cada una de sus debilidades. Conozco todo sobre él—hablaba la voz misteriosa.

—¿en serio? Dime, ¿Por qué lo conoces tan bien? ¿eres muy allegado a él?

—realmente no tiene mucho tiempo que me uní a su organización. Midorima es una persona cruel. No me valora como debería. Yo hago de todo para mantenerlo feliz y él nunca me agradece. No le importo en absoluto. Jamás le he importado—se oían sollozos del otro lado de la línea.

—ven conmigo. Ven conmigo a mi organización. Me ha interesado todo lo que dices sobre ese miserable de Shintaro—habló Nash.

—eso quisiera. Me gustaría tanto salir de esa horrible organización, pero él no me deja. Se ha vuelto alguien muy violento. Siempre me insulta y golpea. No quiero seguir con esta vida. Por favor, ayúdeme, señor Nash. Haré lo que quiera—le suplicó.

—bien. Te prometo que te ayudaré. Pero antes, tú tienes que hacerme un favor, a partir de ahora te convertirás en mi informante. Me dirás cada cosa que sepas de Shintaro. Debes vigilarlo las 24 horas, cada movimiento, cada palabra. Todo me lo reportarás a mí. Llámame a este número si lo necesitas. En cuanto pueda iré yo mismo a rescatarte. No te desesperes, ¿de acuerdo? —le pidió. La persona que estaba del otro lado de la línea respondió afirmativamente. Finalmente, colgaron la llamada.

—bien. Parece que el pececito ha mordido el anzuelo...  

Dolor y soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora