Capítulo XXIX. Midorima Shintaro
Diez años atrás...
Esta historia comienza con un chico de 16 años, llamado Midorima Shintaro, el cual acaba de entrar a su primer año en el bachillerato Shutoku. Su afición por el basquetbol lo ha llevado a querer dedicarse a este de manera profesional. Anteriormente, en la secundaria Teiko, había ganado de manera consecutiva tres campeonatos. Se sentía orgulloso de sí mismo, así como de su equipo. Estaba preparado para seguir con esto a otros niveles, aunque, su padre, que era miembro de la mafia no se sentía del todo orgulloso ante los logros de su hijo. De hecho, se sentía decepcionado de él. Deseaba que este jamás hubiera nacido. Sólo sufría decepciones con él.
Shintaro se esforzaba día y noche para poder agradar a su padre, pero no lograba nada. Entendía que este lo odiaba y que haría cualquier cosa para algún día deshacerse de un estorbo como él.
—¿Por qué no puedes hacer nada bien, Shintaro? Yo que te he dado todo y tú solamente eres un bueno para nada—le recriminaba el señor Midorima. El joven ya estaba harto de siempre escuchar los reclamos y rechazos de su padre.
—me tienes harto, harto. ¿Por qué no te mueres ya? —expresó el peli verde menor. El mayor se sorprendió ante aquellas palabras. Su hijo se veía distinto. Sentía un aura diferente alrededor de él, más oscura y siniestra. Se veía imponente. Aunque este únicamente tenía 16 años, media más de 1.90 de estatura, lo que lo hacía aún más tétrico. El señor retrocedió al ver que su hijo se acercaba a él de manera peligrosa. ¿Qué estaba planeando hacer con él? ¿será que iba a matarlo? El joven se acercaba más y más a él hasta tenerlo justo enfrente. De un hábil movimiento logró darle un fuerte golpe en la cara. Este fue tan fuerte, que incluso acabó rompiéndole uno de los dientes. La sangre también salía de su nariz, y por si eso fuera poco, también le había roto el labio. Su hijo estaba fuera de control.
—Shintaro, hijo, por favor, tranquilízate. Yo...
Antes de que pudiera hacer o decir algo, el menor ya se le había abalanzado encima y lo estaba estrangulando. Sentía que no podía respirar, su mente comenzaba a quedarse en blanco. Sus pulmones dolían. Necesitaba oxígeno. Su hijo cada vez se salía más de control. Cuando sintió que estaba a punto de desmayarse, su hijo lo soltó. Rápidamente tomó el tan preciado aire y fue así como pudo calmarse.
—¿estás loco? ¡Pudiste haberme matado! —le reclamó, completamente furioso.
—eso es exactamente lo que pretendía, y aún no he terminado—sentenció. Dicho esto, volvió a tomar con fuerza a su padre y lo colocó en una silla. Lo obligó a que se sentara y este se colocó detrás de él. Posteriormente, procedió a sacar unos papeles que tenía escondidos y también una pluma. ¿Qué era aquello? Muy fácil, su testamento.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —expresó, con notable miedo en la voz.
—¿Qué quiero? Es muy sencillo. Lo que quiero es... tomar tu lugar—afirmó, con una voz siniestra, llena de locura, de maldad, de todo lo que te puedas imaginar. El padre lo miró aterrado.
—¿Qué quieres decir con tomar mi lugar? ¿en verdad planeas matarme?
—precisamente. ¿sabes? Estoy cansado de que siempre me menosprecies, de que siempre me trates como alguien inferior. Yo no tengo la culpa de que no me quisieras. Yo jamás pedí nacer. Eres un ser tan despreciable. Me das tanto asco. Te juro que te voy a hacer pagar por todo lo que mes has hecho. Ahora, quiero que firmes tu testamento. En este dice que me dejas todas y cada una de tus propiedades, casas, autos, todo estará a mi nombre, además, dice que, cuando mueras, seré yo: Midorima Shintaro, tu único hijo quien sea el jefe de la mafia del Sur. ¿Qué dices? Quedó bien, ¿no es así? Claro, esto sólo será aplicable después de que hayas muerto. Ahora, firma—le ordenó con voz fría. ¿en qué momento su hijo se había vuelto tan despiadado? Tomó la pluma que su hijo le extendía para firmar el documento, cuando... de manera fugaz se levantó de la silla y trató de apuñalar a su hijo en el estómago, pero como este era más veloz, lo evadió con facilidad colocándose por detrás y teniendo una mano detrás de su espalda.
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Dolor y soledad
Horror¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que se siente que nadie te haga caso, que nadie te mire, que a nadie le importes? La vida de un chico de 15 años ha sido dura e infernal. Su madre no lo toma en cuenta y su padre los abandonó. ¿Qué puede espe...