Capítulo XXIII. ¿Tristeza?
—Masamune, Masamune…
El mencionado giró su cabeza hacia donde le llamaban. Se sorprendió al ver a la persona que tenía frente a él. Frente a él estaba Akihiko. Su semblante denotaba preocupación. ¿Qué había pasado? Akihiko lo había despreciado, tanto a él como a su bebé. Entonces, ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿todo era una ilusión? Por un momento, su corazón se sintió aliviado, pero no todo podía ser color de rosa, ¿o sí? No debía confiar de más.
—Masamune, ¿Qué es lo que ocurre, mi amor? —volvió a preguntar sin dejar su semblante preocupado.
—¿Por qué no te has ido? ¿no se suponía que tú solo me habías utilizado? —lo miró con resentimiento.
—¿de qué estás hablando, mi amor? Yo jamás sería capaz de decir una cosa así. Debes haberlo imaginado. Aunque, me parece extraño que primero quieras que vengamos a un lugar apartado para que después me digas esas cosas.
—no, no me cambies el… espera—ahora entendía todo. Eso que había sucedido solo fue una ilusión, una pesadilla o lo que fuera, pero no era real. Akihiko jamás le dijo esas palabras tan hirientes, jamás lo despreció ni lo acusó de que le había sido infiel. Ellos dos aún seguían amándose y mejor aún, eran pareja.
—¿Qué es lo que pasa contigo? ¿te estás sintiendo bien? —se acercó a su novio y le tocó la frente.
—voy a contarte, pero ¿me prometes que vas a creer en mis palabras?
**
—ay, estoy demasiado aburrido. ¿Qué es lo que haré con mi vida? —hablaba Zen en sus pensamientos. No podía darse el lujo de que su madre escuchara sobre sus planes—. Apenas ayer maté a alguien, pero ya tengo ganas de nuevo. ¿Cuál será la hora correcta para actuar?
—Zen—lo llamó su padrastro. Este soltó un suspiro.
—¿Qué es lo que pasa? Pensé que te irías para jamás regresar—se burló.
—ya te había dicho que…
—sí, sí. “jamás me iré y espero que puedas encontrar a alguien a quien amar” ¿y bien? ¿Qué es lo que quieres?
—me acabo de enterar de algo terrible. Mira—le entregó un periódico el cual Zen tomó inmediatamente. En dicho periódico venía escrito un artículo relatando un crimen.
—¿Qué demonios significa esto? —preguntó incrédulo.
—al parecer la policía encontró el cuerpo de una persona, de 30 años, con severas marcas de tortura. Lo que les extraña es el hecho de que esta no fue la causa de la muerte. El asesino utilizó arsénico para cumplir así su crimen. Ese asesinato fue hoy en la mañana, eso significa que tú no pudiste ser, además yo estuve contigo todo el tiempo. Eso quiere decir…
—un imitador. Es lo más lógico. Aunque, ¿Quién sería capaz de realizar una copia de mí? ¿Cuál es su fin? No creo que sea parecerse a mí. O…
—cabe la posibilidad de que sea una afrenta. Puede ser que esa persona te conozca mucho más de lo que tú te imaginas. Deberías extremar precauciones. Tal vez ya hasta sepa dónde vives.
—no te preocupes. Esa persona no me da miedo en absoluto. De todos modos, si me descubre, haré lo posible por deshacerme de ella—en ese momento, el sonido del timbre lo dejó confundido. ¿Quién podría ser? Pensó. Como sea, fue a abrir y se llevó una sorpresa. En el buzón había una carta. Antes de abrirla lo pensó por un momento, pero no le importó y al final la abrió. Efectivamente, esta era una carta dirigida a él. No tenía sello postal ni nada que pudiera decirle de dónde provenía dicha carta y esta era anónima. La persona no quería ser descubierta, al menos no por ahora. Abrió la carta y comenzó a leer su contenido. Este decía que, efectivamente, sabía dónde vivía, sus crímenes, su domicilio, sabia cada detalle, es más, hasta sabia lo de su padrastro. ¿Cómo era eso posible? Nadie sabía de aquello. Por un momento, eso sí lo preocupó. Leyó, además, que esta persona quería que ellos dos se encontraran en un lugar que Zen conocía a la perfección. Al terminar de leer la carta, arrugó esta con sus manos y la despedazó, lo mismo que haría con esa persona cuando la tuviera frente a él.
—¿Qué decía? —preguntó su padrastro con curiosidad. Esa curiosidad se calló cuando vio mejor la cara de Zen. Estaba molesto, eso era obvio. Sus ojos eran fríos y se podía ver a simple vista que estaba ideando un plan—. ¿Zen? —se atrevió a acercarse a él y le tocó el hombro, pero este lo miró con odio y rabia. Su mirada era completamente distinta. Algo muy malo estaba por ocurrir, eso era más que seguro.
—no te atrevas a dirigirme la palabra nunca más. ¿sabes qué? Hice bien al deshacerme de ti, pero ahora por tu culpa, estoy en un serio problema. Jamás en tu miserable vida… ja, ja, vida, ¿eh? Como sea, jamás se te ocurra volver a acercarte a mí—miró a su padrastro con rabia. ¿Qué había hecho él? Vio como el castaño tomaba su ya conocida navaja y la metió en la bolsa de su pantalón y salió de la habitación lo más rápido posible. ¿Qué había pasado? Se dio cuenta cuando el castaño había tirado el papel a la basura. Fue rápido y lo tomó para saber qué era lo que este contenía.
Querido Kirishima Zen, tal vez tú aún no sabes quién soy, pero yo sé perfectamente quien eres tú. Es una pena que tú aún no puedas saber mi verdadera identidad, pero quiero saber de lo que eres capaz de hacer cuando estás asustado. Hace algunas horas, una persona muy importante para ti cayó en mis manos. ¿serás capaz de hacer cualquier cosa para rescatarla? Te espero dentro de media hora en un sitio que tú conoces a la perfección. Si no estás aquí para cuando dicho tiempo haya transcurrido, mataré a esa persona. Nos veremos entonces dentro de media hora. Atte. Una persona que desea tanto conocerte. PD. Por cierto, sé todos y cada uno de tus crímenes. Créeme, si no vienes, también daré a conocer todo lo que sé.
Cuando terminó de leer dicha carta, fue rápidamente a tratar de encontrar a Zen. Él no podía dejar que hiciera una locura. Trataba de encontrar a este, pero no podía. Demonios, ¿Dónde se había metido? Al parecer lo vio cuando se dirigía a la cabaña donde había perpetrado cada uno de sus crímenes. Se encaminó rápidamente a dicho lugar y lo vio, tranquilamente, mirando todo el lugar. ¿Qué estaba pasando? ¿no estaba asustado?
—por favor, deja de mirarme de esa manera. Haces que me dé escalofríos—murmuró Zen, sin mirar detrás de él, pero teniendo una sonrisa en el rostro serena y a la vez fría.
—oh, vamos, estamos en confianza, ¿no? Déjame hablarte como si nos conociéramos desde hace años. Al final, yo sé cosas que tú no te imaginas—habló la otra persona.
—¿en serio? ¿Qué cosas sabes? —preguntó con un tono burlón.
—sé cosas que pueden comprometer tu libertad y tu bienestar.
—mmm… sinceramente, no me molestaría perder mi libertad… y mi bienestar, pues, ese jamás lo he tenido. No sé lo que significa esa palabra. ¿se come? —se burló de una manera muy descarada. No pudo ver la expresión de la otra persona, pero estaba seguro de que estaba furioso. No iba a caer en sus trampas.
—deja de jugar conmigo, mocoso. Estoy seguro de que estás aterrado. Bajo esa sonrisita de burla, hay una expresión de terror.
—¿estás seguro? Pienso que tú eres un estúpido que ni siquiera sabe lo que está haciendo. Por favor, venirme a amenazar a mí, que tengo una mente brillante, capaz de idear planes perfectos e ingeniármelas para que nadie me atrape. Por favor, ¿Por qué no vas a amenazar a alguien más? —antes de darse la vuelta para irse, se colocó una máscara y caminó lentamente, acercándose a la otra persona.
—q-quédate quieto ahí—lo amenazó la otra persona, sacando de entre sus ropas una pistola. Su temor era tanto que, no se dio cuenta cuando Zen ya estaba detrás de él y rodeaba su cuello con sus brazos. Comenzó a apretar sus brazos, rodeando su cuello, para dejar a su víctima sin aire. Esa técnica funcionaba para inmovilizar a la víctima mientras se le deja sin aire lentamente. Esta persona no puede pensar en nada más, solo se enfoca en tratar de respirar. Mientras Zen apretaba su cuello, la otra persona luchaba por liberarse.
—¿Qué pasa? ¿no puedes respirar? ¿necesitas aire? Bien—lo soltó y la víctima cayó al suelo. Tosía con fuerza y respiraba de manera agitada. Trataba a toda costa de recuperar el oxígeno perdido. Cuando se vio completamente recuperado, Zen aprovechó para tomarlo con fuerza del cabello y lo obligó a levantarse—. Ahora, dime, ¿Quién te mandó? —le susurró en el oído. El otro solo suspiró. Estaba aterrado.
—por favor, no me mates. Yo no sé nada. Solo soy un peón—esa respuesta dejó a Zen intrigado. Eso significaba que había gente más poderosa detrás. ¿para que querrían deshacerse de él?
—¿para qué me necesitan a mí? ¿Qué es lo que quieren de mí? ¿lo sabes? —le preguntó al otro chico.
—la mafia es la que te busca. Ellos saben de tu existencia. La carta es verdadera. Hay gente poderosa que quiere verte muerto. Estás invadiendo el territorio que les pertenece a ellos. Esta zona específicamente está dentro de su territorio.
—¿así que así es como son las cosas? Interesante…
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Dolor y soledad
Horor¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que se siente que nadie te haga caso, que nadie te mire, que a nadie le importes? La vida de un chico de 15 años ha sido dura e infernal. Su madre no lo toma en cuenta y su padre los abandonó. ¿Qué puede espe...