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DAENERYS
Parada en la cima de la montaña, observaba las puertas de Roca Dragón. Al parecer Robert había sido informado sobre mi ataque directo a Roca Dragón, por lo cual; su ejército comenzaba a formarse a las afueras del lugar. Sonreí de lado al mirar, su ejército no era nada comparado al mío, seguramente; podríamos reducirlos en cuestión de minutos. Aun podía sentir las palabras que Viserys solía decirme, "el sería el único en recuperar nuestro hogar, el llevaba la sangre del dragón", nunca conto que la que llevaba la sangre del dragón era yo, el; era solo una pobre oveja.
Di la vuelta para regresar al campamento. Realmente quería atacar lo más pronto posible.
— ¿Desde cuándo estas aquí? —Pregunte calmada al ver a Ivar detrás mío, se apoyaba en las muletas de metal y su mirada recorría mi cuerpo.
— Lo suficiente. Quería observarte.
— ¿Por qué estás aquí, Ivar?
— Quería apoyarte —Dijo y se acercó a mí —. Mira, merezco tu indiferencia, se lo que hice estuvo mal. Crecí siendo un chico y tú lo sabes bien, Dany —Mi corazón se estrujo al escuchar el diminutivo de mi nombre —. Éramos los dos y de repente alguien más comenzó a darme la atención que de niño nadie me había dado. Me sentí como si fuera el mismísimo Odín, y sé que estuvo mal hacerte eso, cuando tú fuiste la que siempre me continuaba apoyando a pesar de que mis acciones no eran las mejores. Te pido perdón, y si que una simple disculpa no va a arreglar todo el daño que te he hecho, pero permite reparar el daño que te hice.
Si alguien pudiera verme ahora, me diría que mi rostro era un poema. Mi boca estaba entreabierta y mi mirada pasmada mientras lo miraba. En todos los años que había estado con Ivar, los cuales eran mucho; jamás lo había visto con el arrepentimiento adornando su rostro.
Sus ojos azules me miraban con esperanza y su pose la cual normalmente era una de alerta, ahora era una relajada, como si no supiera como actuar frente mí.
— ¿Qué te hizo desconfiar de mí? —Pregunte, esa era una pregunta que no me había dejado en paz.
¿Acaso el amor que le había dado a Ivar no había sido el suficiente? ¿Acaso, yo, era un fracaso como esposa? ¿Acaso yo... no era suficiente?
— No lo sé —Contesto —. Si te soy sincero, no sé qué me ocurrió. Supongo que convertirme en rey de Kattegat era algo superior, estaba cegado del poder que olvide de lo más importante; tu.
Una risa sarcástica salió de mis labios.
— No sabes cuánto espere para esto. Soñaba con el momento en el que tu pudieras venir y disculparte por todo el daño causado, pero hubo un momento que deje de esperar; por que las acciones dicen más que las palabras.
Ivar, con el rostro afligido camino a mí y se detuvo hasta llegar cerca mío. Su aliento chocaba contra mis labios, Ivar alzo su mano derecha para apoyarla en mi mejilla. Sus ojos se veían mas azules de lo normal; ese azul eléctrico que antes me había tenido enamorada.
