Motivos

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El corazón de una Cullen

Capítulo XXIII

Motivos

Aunque todavía era temprano, pues los rayos de sol de aquella mañana apenas salían con lentitud, no me sorprendió escuchar a Alice dando indicaciones a Garreth, Emmett y las Denali con unas cosas para la terraza.

La boda se llevaría al día siguiente, y las actividades comenzarían temprano, por lo que mi hermana parecía recia a perder un solo minuto del día antes del "gran día". La despedida de soltera se había acabado no hacía mucho, sin embargo, pocos fueron los que regresaron ya que cada quien con su pareja se escabulló por la ciudad.

Nessie dormía casi como muerta en la cabaña de Edward y Bella, por ello, todos los demás que no lograron escaparse de las obligaciones nupciales participaban en algo, o al menos eso creía en vista de que yo me encontraba cómodamente en mi lugar de siempre, admirando el amanecer.

-Quizá no sea a quien quieres ver por acá...

Alice se encontraba ya sentada a mi lado. Había aparecido tan de la nada, que me pilló por sorpresa ya que me encontraba precisamente pensando en Alexander, y en cómo después de nuestra racha de sexo en el baño de aquel bar, no se me ocurría el cómo actuar en vista de que no éramos nada.

-¿Qué hay, Alice? –Repuse tranquila.

Lo cierto era que desde mi llegada era lo que deseaba evitar; estar a solas con ella o Edward a fin de no llevar a cabo una plática que había postergado toda una década.

-¿Cómo has estado?

Se encontraba tranquila, quizá hasta nerviosa, mirando el panorama igual que yo. El lugar se prestaba siempre para aquel tipo de cosas –como en el pasado me ocurrió con Carlisle o el mismo Edward-, y ahora no encontraba la forma de escaparme de aquello.

Si Alice estaba nerviosa, yo estaba incómoda.

-Bien, Alice. La verdad no me puedo quejar. Este viaje ha sido... interesante.

-Y ese interesante se lo atribuimos a Alexander ¿no es así?

Sonreí dándole la razón. Ella pareció relajarse un poco.

-No sabes qué frustrante ha sido tener que verlos –la miré enarcando una ceja-. Todos estos años han sido un constante cambio, y me refiero a él, porque de ti no he sabido nada...

No dije nada y ella pareció lamentarse por haberlo dicho.

-Hace quince años, con los Vulturi... luego de todo y que por acto divino nos salvamos y por poco, no me fue difícil entender lo tuyo con él. Ya sabes, aunque estábamos lejos, te llegué a ver. En verdad creí que terminarían juntos aquella vez.

-Alexander pensó lo mismo –le dije, recordando lo que el nombrado me había confesado diez años atrás.

-Y creo que todos los demás, Gabriela. En ese momento no lo entendí, ni siquiera cinco años después cuando se reencontraron.

Agaché la mirada, pues estaba segura que aludiría a aquella disputa que me había alejado de ellos la última década.

-No fue hasta hace algunos años cuando todo comenzó a tener sentido en mi cabeza, en parte por la confesión que le sacamos a Antonio una vez que nos empezó a frecuentar.

-¿Qué tiene que ver el motivo de su conversión con mi nula relación con Alexander? –Inquirí realmente curiosa, pues no encontraba la conexión de aquello.

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