Encuentros y otros recuerdos

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El corazón de una Cullen

Capítulo XX

Encuentros y otros recuerdos

Aunque estuvo a punto de tomar camino una semana antes rumbo a Forks, al final su indecisión la llevó a mejor hacerse presente dos días antes del tan afamado día. Creía que si bien no era tanto tiempo para quedarse, tampoco hacía la grosería de ir el mero día, lo cual ya era mucho que decir tomando en cuenta su nerviosismo por ver a su familia por primera vez en una década.

Pese a que seguía adorando movilizarse por sí misma, para aquella ocasión se obligó a actuar como lo venía haciendo los últimos años. No era tan rápido como hubiera deseado, pero decidió manejar hasta Forks en su automóvil.

-¡Por Dios! ¡Ya llegó! La tía Gabriela está aquí, puedo sentirla...

Apenas había divisado la casa de enormes cristales a distancia cuando la vocecilla de Nessie le llegó fuerte y claro. No evitó sonreír pues en verdad la extrañaba.

Había muchos aromas conocidos, y otros tantos nuevos, por lo que le fue difícil identificar quiénes estarían ya por la zona.

Durante el trayecto vio una serie de señalamientos que indicaban a los recién llegados aspectos varios como el estacionamiento de invitados. Tuvo que alejarse nuevamente de la casa para aparcar su automóvil, y nada más salió del mismo fue recibida por un fuerte abrazo de Nessie.

La mujer hermosa en la que se había convertido la llevaron a pensar en todo lo que se perdió. Sin embargo, dejó de lado pensamientos negativos y se dispuso a disfrutar el momento.

-¡Mírate nada más! –Exclamó con una radiante sonrisa-. ¡Estás aquí! Por un momento creí que llegarías de último momento, luego tía Alice me dijo que no me preocupara y... -no terminó pues con los ojos empañados la hija de su hermano la volvió a abrazar.

-¿Cómo puedes pensar que no vendría? –Le soltó cariñosamente, para acariciarle el rostro-. Por nada del mundo me perdería este día.

-Pues me alegra, porque esto hace las cosas más sencillas, querida tía.

-Nessie, voy llegando apenas...

-Lo sé, lo sé. Pero no te pongas de gruñona. Soy la novia y todo se me permite. Pero no te preocupes, habrá tiempo de decírtelo más al rato. Ahora, lleguemos a casa, que todos están ansiosos de verte.

-Eso sí no te lo creo.

Comenzaron a caminar tranquilamente, poniéndose al día rápidamente de lo esencial.

-Ya están todos aquí desde hace días, ayudando con lo que puedan, así que tampoco te quedarás atrás.

-Ardo en deseos de cumplir los caprichos de la novia.

-Y contando con eso, querida tía, como uno de mis primeros designios es que te mezcles con todos los invitados, pues más de alguno ha estado deseoso de verte.

-No sé a qué te refieres, pero si es lo que pienso...

No pudo terminar la frase pues a medio camino se toparon con Benjamín y Zafrina que les habían salido al paso. Los gritos de emoción opacaron cualquier pensamiento, y se fue directamente a abrazarlos.

El egipcio y la amazona estaban rebosantes de alegría por ver a una vieja amiga. Ambos iban mejor vestidos que la última vez, lo atribuyó quizá al resto de visitantes que había en la zona en vista de la ocasión.

-¿En dónde está Tia, y tus hermanas Zafrina? –Preguntó feliz a sus amigos.

-Tia fue a Port Angeles con Rosalie a comprar unas cosas.

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