Dark on me

584 53 9
                                    

El corazón de una Cullen

Capítulo XIV

Dark on me

Todo ocurrió en cámara lenta. Pese a que el momento fue breve, aquel en el que Alice nos daba la señal para prepararnos, pude notar a la perfección cómo todos de nuestro lado se preparaban a su manera.

Bella, quien ya daba por pedido aquello, se giró para con Jacob, y tras pedirle que cuidara de Renesmee, el gran lobo pardo se dio la vuelta y a toda velocidad se perdió entre el bosque con la niña en el lomo, quien alcanzó a dedicarle una última mirada a sus padres.

Al tiempo en que Jacob desaparecía, Aro dio la orden de ir por ellos, por lo que tres soldados desaparecieron en pos de ello. Algo que careció de impacto por cómo en ese justo instante, Alice se giraba y con una patada certera en el mentón del vampiro milenario, éste salió volando varios metros en el aire ante la profunda preocupación de toda su gente, en especial de Renata quien aunque estaba pegada a él no vio venir el ataque de mi hermana.

Todos nos quedamos en shock por lo que pudiera pasar.

Luego de aterrizar con gracia, como si realmente hubiera esperado aquello, Aro se puso de pie con tranquilidad y tras una señal que no dijo, vimos cómo Félix y dos soldados más sometían a Alice para arrastrarla cada vez más fuera de nuestra vista.

Pese a que nada de ello se previó, lo que menos vimos venir fue la reacción de Carlisle, a quien no pudimos detener pues ya nos había llevado gran ventaja.

-¡Déjenla ir! –Fue lo que alcanzamos a escuchar pues ya había emprendido carrera.

Varios soldados le salieron al vuelo, sin embargo, fue perfectamente capaz de evitarlos pues era más su furia por lo que Aro estaba cometiendo.

Logró acercarse lo suficiente, pero el líder Volturi le salió al vuelo. Ambos saltaron decenas de metros para enfrentarse. Carlisle fue el primero en tocar el suelo, cayó de frente a Alice desparramado, mientras que Aro –más cerca de nosotros- aterrizó sin dificultad arrojándonos una de sus más encantadoras sonrisas, al tiempo en que con una de sus manos alzaba triunfante la cabeza de mi padre a quien acababa de decapitar.

Fueron segundos eternos en que todos nos quedamos como piedra. Supe que Alice gritó algo, pero no fue hasta que Esme soltó un bramido de dolor que reaccioné al ver la atrocidad cometida por Aro.

El dolor de lo ocurrido me cegó hasta la locura que poco a poco los lazos de mi cuerpo que mantenían a los demás a salvo se fueron desvaneciendo uno a uno y de manera vertiginosa.

Ninguno previó aquello, mucho menos la rapidez con que uno de los soldados le prendía fuego al resto del cuerpo de lo que quedaba de Carlisle para que no volviera más.

Temíamos a la batalla y por todos los medios la evitamos. Ahora, habiendo presenciado aquello, una ira demencial nos abrumó a cada uno a nuestra manera que a una señal no hecha por nosotros, casi al unísono comenzamos a correr en pos de los Volturi.

El tiempo de las treguas pasó. La línea había sido cruzada y no había marcha atrás.

Con la imagen de Carlisle decapitado y consumido por las llamas corrí con todo mi ser, dejando a Alexander atrás, hasta la primera línea defensiva de los Volturi. Fuimos pocos los que llegamos primero, por ello, los primeros desmembramientos me tocaron a mí.

Aunque me abrumó la facilidad con que había logrado acabar con los primeros dos sin que estos supusieran en verdad un gran obstáculo, la ira demencial me tenía más cegada que a diestra y siniestra comencé a romper todo lo que se me cruzaba. Deseaba llegar a con Aro antes de que todo acabara, pues deseaba liquidarlo con mis propias manos.

El corazón de una CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora