Nuevas perspectivas

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El corazón de una Cullen

Capítulo II

Nuevas perspectivas

Éramos casi una veintena de vampiros coexistiendo en la misma casa. Si bien cada quien se entretenía con lo suyo, era evidente los estilos de vida de cada quien; mientras mi familia estaba apegada a un estricto régimen que incluía la sangre de animales, gran parte de sus invitados no y era por ello que se comenzaban a crear fricciones con la manada de licántropos, liderada por el tal Jacob, quienes se veían recios a que cazaran en el pueblo.

-Se tienen que largar a otro lado, no podemos estar atentos de todo y los habitantes de Forks no tienen culpa de que docenas de chupasangres anden correteando libremente por las calles... -lo escuché entonar molesto.

-Cuidado con lo que dices, chucho estúpido –le espetó Stefan, el vampiro del aquelarre rumano que había llegado tan solo dos días antes que yo.

-¡No pueden quedarse a matar personas de Forks! –Bramó el moreno más furioso.

Si bien no era del todo parte de la conversación, me encontraba lo suficientemente cerca –como muchos ahí- viendo el debate que se había desatado desde hacía una hora, cuando la sed comenzó a ser evidente en más de alguno.

-Jacob tiene razón –Bella se le unió.

-Por ello se propone un punto medio, Jacob. Sabemos que no es lo mejor, pero ellos nos están haciendo el favor de colaborar, que cacen fuera de la zona como ya se había acordado.

El chico se veía desesperado. Entendía ese sentimiento; el pensar quitar una vida humana era despiadado, por ello no lo juzgaba a diferencia de muchos ahí.

-Bien –siseó-, pero estaremos vigilando toda el área.

No dijo más y salió como alma que lleva el diablo, seguido de los hermanos Leah y Seth, integrantes de su manada.

Bella y Edward se miraron preocupados, sin embargo, me sorprendió más la postura de mi hermano al ver cómo reiteraba indicaciones a todos los que no se regían al régimen vegetariano. Aunque se les veía molestos, aceptaron a regañadientes.

-Podríamos trazarles alguna ruta para que sea más fácil su labor –se ofreció.

-Primero nos limitan la comida, y ahora el ¿punto de caza? –Replicó Stefan-. Vaya basura, nosotros podemos solos.

Medio segundo después, él y Vladimir desaparecieron de la habitación, dejando al resto meditabundo en sus cosas.

El clan irlandés y el egipcio permanecieron en su sitio, esperando quizá alguna otra indicación. Pese a que eran "ojos rojos" como los licántropos los llamaban, eran más civilizados que otros que conocía, claro ejemplo del por qué Carlisle mantenía amistad con ellos.

-¿Están entonces de acuerdo con que se haga así? –Cuestionó Benjamín, el egipcio que a mi llegada se había mostrado más amigable que otros.

-Claro que sí, y nosotros agradecemos las concesiones –siguió Edward al tiempo en que tomaba la mano de Bella de manera cariñosa.

-Han hecho demasiado por nosotros, y no sabemos cómo pagarles. Jacob se pondrá bien, solo no está acostumbrado a nosotros –se disculpó Bella-, yo iré a hablar con él.

Le dedicó una tierna mirada de amor a mi hermano y de repente ya no estaba. No evité sonreír por aquello. Edward era otro y no podía estar más feliz por él, tomando en cuenta su modo de ser desde que fue creado. Había sufrido mucho como todos nosotros, y me alegraba saber que tal cual ocurrió con Carlisle, Rosalie o Alice, tenía ya a alguien a su lado con quien pasar la eternidad.

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