En paz

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El corazón de una Cullen

Capítulo XXVII

En paz

Cuando llegué al campus apenas caía la noche. Nada más aparqué mi automóvil en el estacionamiento del lugar, y mi teléfono comenzó a sonar de manera insistente mostrando un número desconocido en la pantalla.

-¿Hola? –respondí al tiempo en que salía del coche.

-¿Qué tal tu viaje, hermana?

La vocecilla de Alice me provocó una sonrisa, debí haber imaginado que con las cosas resueltas ella se habría encargado de tener referencias de mí a fin de hacerme cumplir la promesa de no alejarme de nuevo de la familia.

-Bastante tranquilo –repuse sacando mi maleta de la cajuela y encaminándome al exterior del campus rumbo al edificio en donde se encontraba mi dormitorio.

Si bien muchos aprovechaban aquellos días para irse con la familia o viajar, regresando hasta el lunes por la mañana, lo cierto es que muchos ya rondaban la zona con maletas al igual que yo, dispuestos a reanudar sus clases al día siguiente.

-¿No interrumpo algo, verdad?

-De hecho fuiste bastante atinada, recién acabo de aparcar en el campus y me dirijo a mi dormitorio. ¿Qué ocurre? ¿Todo en orden? ¿Nessie y Jacob llegaron bien a su destino?

-Sí, sí, todo en orden. Los tórtolos ya llegaron y se desconectarán las dos semanas. Más bien deseaba saber cómo estabas, con tu partida pronta ya no tuvimos tiempo de hablar.

-Estoy bien, Alice –repuse tranquila sabiendo a lo que se refería.

De Alexander no había sabido nada y aunque más de alguno notó su ausencia, por la mañana había emprendido viaje de vuelta a mi vida, con la promesa de frecuentar más a la familia y visitar a Benjamín y Zafrina.

-¿Y cuándo tendrás vacaciones? Quisiéramos que nos ayudaras a ver una nueva residencia. Los últimos años nos quedamos por la zona por Nessie, pero ahora no nos podemos arriesgar más a que nos reconozcan; estábamos pensando en asentarnos en algún lugar de Europa...

Entrecerré los ojos.

-¿Irlanda no tiene nada que ver con sus ideas de mudarse, verdad? –Inquirí con media sonrisa, pues bien sabía que allá era a dónde quizá me mudaría después de que terminara mi año escolar.

-No sé, podría ser una opción. Carlisle tiene una estupenda casa por allá cerca de una playa, y hay más privacidad.

-Claro... Supongo que habrá más opciones.

-Claro, claro. Aunque sí quisiéramos pasar a visitarte antes de que te mudes. La verdad más de alguno está curioso por ver cómo vives.

-No te pierdes de mucho –reí subiendo escaleras rumbo a mi dormitorio.

El pasillo estaba casi vacío, sin embargo, algunas puertas estaban abiertas de estudiantes que disfrutaban lo último de su domingo. Caminé hasta el final y llegué al número 23, mi puerta, y tras ingresar la llave y girar la perilla, mi hogar los últimos años me recibió de manera acogedora.

Hasta que no entré y me vi rodeada de mis cosas, no me di cuenta de lo mucho que en verdad había extrañado el lugar a pesar de solo haberme alejado unos días. Aquello me llevó a pensar de manera instintiva en mi antiguo hogar al sur de México y en cómo Demetri –pese a todo lo que había hecho por detenerlo-, había logrado fastidiarme ya que ciertamente no podría regresar allá nunca más.

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