2. París ¿la ciudad del amor?

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París, ¿la ciudad del amor?

Astraea

—Voy a salir a conocer la ciudad—le avisé a mi tía mientras desayunábamos.

Habían pasado un par de días desde el baile, la mayoría del tiempo lo había pasado en casa de mi tía, deshaciendo maletas e informándome sobre distintos nobles y personas importantes de París. Había estado hablando con las doncellas de la casa también.

Aunque no lo pareciera ellas eran las conocedoras de gran parte de los secretos de Francia. Iban de casa en casa con sus señoras y se enteraban de todo. Esa información era provechosa para mí. Conocer cuales eran las buenas familias realmente, no solo a los ojos de la sociedad, sino también detrás de las puertas de sus casas.

Mis padres no tenían ninguna preferencia en cuanto a mi matrimonio, eso también era una gran ventaja. No acabaría casada con un viejo interesado. Podría casarme con alguien joven de buena posición, no buscaba amor, buscaba estabilidad y buena posición social.

Mi tía había conseguido eso después de casarse con mi tío, pero poco después de su matrimonio falleció. Lo que dejó a mi tía con toda su fortuna y feliz como nadie, ya que no le amaba y solo fue un matrimonio concertado. Acabo rica y viuda.

Un final feliz sin duda.

—Bien, llévate a Claude contigo. Te guiará por los mercados y mejores sitios de la ciudad—demandó.

Asentí y me retiré a mi habitación. Poco después vino Claude a ayudarme a prepararme. Llevaba su pelo rubio recogido en una trenza y un vestido azul maya precioso, se le ajustaba hasta por debajo de sus pechos y luego le caía holgado.

Parecía Elsa.

—Buenos días, ¿qué haremos hoy?

Miré mi pelo en el espejo y noté que tendría que lavarlo esa noche, ya que estaba un poco sucio.

—Un moño trenzado estará bien—le dije.

Ella asintió y comenzó hacer una trenza de raíz y la acabó en un moño al que le añadió unas flores disecadas en tonos neutros, como el beige y crema.

Me coloqué un vestido parecido al suyo, pero el mío era un tono blanco roto. Y por último unos tacones altos de color marrón oscuro, casi negro.

—No sé como podéis andar con esos tacones—me dijo Claude riéndose.

—Después de un tiempo te acostumbras—le contesté con una fingida sonrisa.

Claude salió del cuarto y me dijo que me esperaría en la entrada para salir juntas. Yo asentí y cogí mi teléfono.

Mire el mensaje que había:

"¿Cómo te va todo?, ¿Cómo es la gran ciudad? ¿Es todo de tu agrado?"

Sonreí al mensaje y le contesté que todo era perfecto, tal y como me habría imaginado. Apagué el móvil y bajé a la entrada donde me esperaba Claude.

—¿Vamos?—yo asentí.

Me abrió la puerta y salimos hacia la calle. Era un día de octubre soleado, por lo que las calles estaban llenas de gente, me fijé en sus trajes, en el brazo de quién iban colgadas las mujeres; ya podían ser doncellas o hombres.

—Hay un mercado a un par de calles, venden flores, joyas, comida...

—¿Venden libros?

—Supongo que sí.

Me encantaba leer, de pequeña pasaba horas y horas leyendo. Aquí no me había traído ningún libro por el peso de estos. Así que compraría alguno en el mercado al que nos dirigíamos.

Resiliencia¹ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora