Extra: Mariage

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Extra: Mariage

William

28 de enero de 2079

Las manos me temblaban al tiempo que me abrochaba los botones de mi camisa. Iba a casarme, probablemente con la mujer que había conocido.

Rahim estaba conmigo al tiempo que me vestía, no sabía muy bien para que pero sin duda era un gran apoyo.

—Relájate, solo tienes que decir "sí quiero" ¿qué tan difícil puede ser?

—No lo sé tú dime.

—Admito que también estaba nervioso pero eh relájate no es como si te fueras a casar con alguien que no conoces. Como hizo Louis por ejemplo.

Suspiré y terminé de atarme la corbata.

—¡Ay hijo! ¡Estás precioso!

Gritó mi madre a mis espaldas. Cuando me giré ambos me observaban, mamá se acercó a mí para rehacer mi nudo de la corbata mientras mi padre me miraba con una mueca de diversión.

Mamá terminó y me dio un beso en la mejilla. Mi padre me dio una palmada en la espalda y todos, incluido Rahim y Lena, nos montamos en el coche rumbo a la iglesia.

Cuando llegamos allí mamá me acompañó al altar no sin antes depositar un beso sobre mi mejilla.

—Espero que seas muy, muy feliz cariño—me sonrió y se fue a sentar con mi padre.

Empecé a ajustar nervioso las mangas de mi traje intentando calmar mis nervios.

Y estos incrementaron cuando escuché la canción que habíamos escogido para que sonara cuando ella entrara, la canción que sonaba cuando bailamos por primera vez. Astraea emergió de la puerta agarrada al brazo de su padre.

Estaba...

Increíble, no había otra palabra para describirla.

Era la primera vez que la veía nerviosa pero ella intentaba disimularlo. Tal vez no era visible para los invitados pero lo era para mí.

Cuando se detuvo frente a mí le tendí mi sudorosa mano para ayudarla a subir al altar. Tenía la vista ligeramente nublada pero ignoré ese hecho.

—Estás preciosa—le dije.

—¿Acaso no lo estoy siempre?

Le sonreí, esa era la Astraea que amaba, el cura se aclaró la garganta.

—Queridos hermanos: Estamos aquí junto al altar, para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer Matrimonio ante el Ministro de la Iglesia y la comunidad cristiana ahora reunida.

La iglesia se quedó en silencio y él nos cogió una mano a cada uno.

—Astraea y William—prosiguió—, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?

—Sí, venimos libremente—dijimos.

—¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?

Resiliencia¹ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora