Señor y señora Dubois
Astraea
Cuando llegué a casa vi que había un coche aparcado en la entrada por lo que supuse que tendríamos visita. Se suponía que había estado con Camille así que me intenté arreglar el pelo ahora medio húmedo y ondulado antes de entrar en casa.
Entré por la puerta principal y no parecía haber nadie pero entonces escuché unos gritos que provenían del salón así que me acerqué a escuchar con más claridad.
Will estaba discutiendo con Rahim pero apenas me vieron se callaron.
—Hola Astraea—saludo Rahim incómodo—. Bueno yo ya me iba.
Salió del salón dejándonos solos.
—¿Pasa algo?
Se pasó las manos por la cara frustrado.
—Es el rey, quiere hacer una fiesta en palacio para celebrar que Adrián Bertinelli ya no está—me erguí para que no se notara mi sorpresa—. Pero yo pienso que es demasiado pronto.
—Bueno mírale el lado positivo—intenté calmarlo acercándome a él—. Será nuestro primer baile como marido y mujer.
Sonrió.
—Supongo que podré aguantar ir a ese baile entonces.
Lo noté decaído así que posé mis manos sobre sus hombros.
—Hiciste lo correcto—apartó la mirada y la redirige a mis ojos con mi dedo—. No en serio, era un... asesino. Merecía morir, no te mortifiques por ello. Has solucionado el problema, tu vida tiene que continuar.
Él sonrió pero supe que no era una sonrisa verdadera. Así que para distraerlo presioné mis labios contra los suyos. Sintiendo su cercanía, su calidez y la seguridad que me transmitían sus besos.
Nos separamos y juntamos nuestras frentes.
—Tienes el poder de hacerme olvidarme del mundo con tus labios. Tienen como superpoderes.
Sonreí y lo abracé.
—Eres un tonto.
Pero no me permití decirle que yo me sentía igual. Que cada vez que sus brazos rodeaban mi cuerpo sentía que estaba en casa, sentía que podía ser yo misma y que nadie jamás me haría daño nunca más, porque él jamás lo permitiría.
☆☆☆
Esa noche sin duda merecía que llevara corsé. Iba a ser única e inigualable. El rey organizaría una de sus mayores fiestas. Celebrando una victoria que no era suya, ni tampoco de su ejército.
Me gustaba escuchar mentiras cuando sabía la verdad.
William estaba abajo esperándome mientras yo terminaba de ajustar mis pendientes. El vestido que había elegido era de un verde oscuro, de manga larga y escote cuadrado, salpicado por unas piedrecitas doradas y esmeraldas en la cintura. Mientras que la falda tenía algo de vuelo y tul.
Mi pelo estaba recogido en un moño con esmeraldas incrustadas en él. Un regalo de boda de William, que no me tenía que haber hecho ninguno pero de nuevo insistió.
ESTÁS LEYENDO
Resiliencia¹ (+18)
RomanceEn un mundo donde no existió la revolución francesa, ni la lucha por la libertad de las mujeres, ni los derechos del pueblo. Astraea Liv llega a Paris, a la casa de su tía. Su objetivo es claro, casarse y empezar una nueva vida. No le interesa tanto...