Princesa Alemana
William
Otro ataque.
Otro puto ataque a dos días de la llegada de la princesa Hemera. Lo peor es que lo sabían, habían descubierto que venía alguien de la realeza, se habían llevado los documentos en donde constaba la negociación entre el rey Alemán y el rey Francés. Debía reforzar la seguridad y tendría que informar al público más tarde de lo planeado.
Decir que el rey estaba furioso era un eufemismo. Temía por el puesto de muchos soldados, sobretodo por el mío. Ya era el segundo ataque que salía de la nada.
No había indicios y estas personas ni siquiera existían, era como si atacaran y se desvanecieran por arte de magia. No tenía ningún sentido.
El avión con la princesa Helena aterrizaría en unos minutos y toda la milicia—y cuando digo toda es toda—aguardaba su llegada. El príncipe estaba allí junto con su hermana y sus padres. Me parecía deplorable lo que había hecho con Camille habían sido amigos e incluso pareja aunque él lo negara.
Y ella aún no sabía nada de esto, no sabía que la habían engañado para ser reina y solo podría casarse con algún noble sin un cargo tan alto.
Sabía que Astraea se había encariñado bastante con Camille y probablemente no le gustaría todo este asunto. Pero no hay nada que ni ella ni nadie pudiera hacer al respecto.
—William—me dijo papá desde atrás—. La princesa Hemera, asegúrate de que la protejan con sus vidas. O tu puesto y todo por lo que has trabajado probablemente se vaya a la mierda.
—¿Tú qué sabes que me sirva?
—Lo mismo que tú.
—Osea nada.
—Coge a ese bastardo—y se colocó a mi lado detrás de la familia real.
Todo el mundo creía que era un hombre, pero yo no estaba del todo convencido. Siempre que nos habíamos enfrentado cara a cara su cuerpo y sus movimientos no eran de hombre. Aunque con el traje que llevaba se me hacía imposible saberlo con seguridad.
A los pocos minutos el avión aterrizó y cuando se abrió la puerta la princesa emergió de la puerta, su pelo era negro con unas ondas delicadas, su cara era de rasgos finos y marcados. Pero lo que más llamaba la atención era la tiara de rubíes que llevaba sobre la cabeza. Toda su ropa era negra excepto su tiara.
Hemera salió del avión como si el lugar fuera suyo. El embajador Alemán bajó del avión para presentar a la princesa.
El príncipe besó sus nudillos y le dio una mirada llena de deseo. Tanto teatro para nada, ¿no podían simplemente saludarse? Estábamos bajo ataque quedarse al aire libre no era la mejor opción.
—Alteza, le presento al duque y la duquesa Dubois—introdujo el rey—. Y su hijo el capitán general.
Ni si quiera le dediqué una sonrisa, ella si lo hizo sonrío y pasó de largo junto con la familia real. Habría un evento en donde anunciarían el compromiso. Estábamos invitados y podíamos llevar a un acompañante.
Solo podía podría aguantar a una sola persona toda la noche. Iría más tarde a pedirle que viniera conmigo.
Lo que había dejado los terroristas en el comando era el cuadro. Lo habían de vuelto con un nuevo lema escrito por encima, escrito con un color rojo sangre;
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Resiliencia¹ (+18)
RomanceEn un mundo donde no existió la revolución francesa, ni la lucha por la libertad de las mujeres, ni los derechos del pueblo. Astraea Liv llega a Paris, a la casa de su tía. Su objetivo es claro, casarse y empezar una nueva vida. No le interesa tanto...