Los Bertinelli
Elinor
4 años antes...
Después de estar meses recibiendo una educación adecuada y de haber convertido mi cuerpo en un arma letal, decidí que era hora de aceptar la oferta de Adrián. Pero hacía días que no lo veía, así que decidí ir al club a ver si lo encontraba por allí.
La última que lo había visto había sido una semana antes en su casa, en su cama... no sabía muy bien en lo que se basaba nuestra relación en esos momentos. Era meramente física. No había sentimientos involucrados, al menos no por mi parte.
Fui al club y a la primera que vi fue a mi antigua compañera, Clara que se acercaba hacia a mí con una sonrisa en su rostro. No sé cómo podía sonreír tanto después de todo lo que había pasado. Biarritz hacía frontera con España, que estaba en guerra con Inglaterra. Ella había huido de allí con su familia e intentaba ganarse un dinero aquí, como camarera. Su historia me rompía siempre el corazón. Porque los que están en la parte de abajo de la pirámide siempre pagan por los errores de los de arriba.
—¡Elinor!—me abrazó—. ¿Vas a cantar?
—No yo...
—¡Oh, vamos! Al público le encanta tu voz. Una última vez al menos.
Me mordí el labio y acabé asintiendo. Me metí en el vestidor buscando mi vestido blanco y recogí mi pelo en una coleta, después me puse los tacones para salir al escenario, esta vez cantaría acapella. Rodeé el micrófono con mis manos y canté la primera canción que se me vino a la cabeza.
"Best to give me your loyalty
'Cause I'm taking the world you'll see
They'll be calling me, calling me
They'll be calling me royalty"
Me dejé llevar por las notas que resonaban en mi cabeza. El público observaba mi actuación con atención hasta que noté a Adrián al fondo del establecimiento mirándome con atención con mis ojos posados sobre él terminé la canción. El público estalló en aplausos y yo volví al backstage. Estaba apunto de cambiarme cuando Adrián apareció detrás de mí, me giré cuando vi su reflejó en el espejo.
—Me parece curioso ver como cantas después de ver como peleas. Cuando cantas pareces otra.
—Porque soy otra. Peleo por sobrevivir, canto por diversión—cogí aire por los pulmones—. Justo por eso quería hablarte de algo. Quiero unirme a tu mafia, voy a aceptar tu oferta.
Él me miró sorprendido—. ¿Estás segura?
—Lo he pensado mucho y sí, estoy preparada.
Se cruzó de brazos y asintió.
—Estoy ansiosa por ver todo lo que haremos juntos—me cogió de la mano y me dio una vuelta haciendo flotar mi vestido—. Creo que eres el amor de mi vida Elinor.
No le contesté solo le sonreí y lo besé con un sabor agridulce en mi boca.
Porque en el fondo yo solo lo estaba viendo como mi vía de escape a algo mejor. Como una cuerda a la que aferrarme si mis cimientos se rompían. Pero no le veía como el amor de mi vida.
☆☆☆
—¡Mamá ya estoy en casa!—dije cerrando la puerta principal detrás de mí.
Entré al salón y la vi con una manta en el sofá viendo una película. Pero estaba algo pálida.
—¿Mamá estás bien?
—Sí cariño es solo que el último que cliente era un poco más exigente de lo previsto, pero estoy bien.
No contesté y me metí en la cocina a comer algo.
—¿Has salido con el chico ese hoy? ¿Adrián?
—Sí.
—¿Estarás teniendo cuidado verdad Elinor?
—No hay nada entre nosotros mamá.
—Ya...
—¡Qué no!—dije riéndome.
Saqué lo que necesitaba del armario de la cocina y empecé a preparar el té para mamá. La ayudaba a dormir y era lo que más necesitaba en ese momento. El olor a hierbas inundó mis fosas nasales cuando lo saqué del microondas. Cogí unas galletas de canela y se lo lleve a mamá.
—Bebé, lo necesitas—le dije teniéndole la comida y bebida.
Ella sonrió.
—¿Qué haría yo sin ti?—me encogí de hombros—. ¿Te he dicho alguna vez que eres lo mejor que me ha pasado?
Me reí.
—Muchas, descansa.
Ella asintió mientras se tomaba el té y yo entraba a mi cuarto. Cerré la puerta detrás de mí y coloqué mi mano sobre mis labios para contener el sollozo que amenazaba con escaparse de mi boca pero lo detuve.
Me miré al espejo mirando mis ojos.
Saldría de esa, saldría de esa. Nada me detendría.
2 meses más tarde...
Después de llevar meses entrenando hoy conocería al padre de Adrián. No sabía como era ese señor, todo el mundo parecía temerle, pero por alguna razón también parecían temerme a mí.
Desde niña me habían dicho que tenía una mirada oscura, letal, fria. No era el color de mis ojos que también llamaba la atención era el aura que los envolvía, eran oscuros.
Adrián me pidió que fuera especialmente elegante ese día, me había invitado a su casa, así que eso hice. El sueldo que me pagaban ellos y el dinero ahorrado del cabaret me permitía comprarme buena ropa sin levantar sospechas en casa.
Me habían enseñado allí como vestirme para distintos tipos de eventos. La ropa de la clase, media como la burguesía, era básica pero elegante. Los vestidos sin faldas ostentosas ni coronas ni tiaras. Mientras que en la corte los vestidos son de épocas distintas a la que vivimos ahora combinados con un estilo más moderno, faldas ostentosos, tiaras, corsés, detalles en oro...
Así que elegí un vestido negro hasta los tobillos con un ligero corte hasta las rodillas y sin mangas, pero con unos guantes que llegaban hasta mis codos. Mi pelo suelto y en un semirecogido de moño. Y por último unos tacones negros que me había prestado Koa.
Me sentía un poco expuesta y era la primera vez que me arreglaba tanto para... nada. No sabía ni en que postura ponerme.
Adrián me llevo a su casa y esperamos a su padre en el salón. Nos sentamos en el sofá y mi pierna temblaba inquieta. Adrián posó una mano sobre ella y me dedico una mirada significativa.
Apoyé mi cabeza en su hombro y estuvimos un rato en esa postura hasta que apareció su padre. Se parecía mucho a él, a Adrián. Tenían los mismos ojos, negros como la noche y el pelo negro azabache, mandíbula definida y una piel morena. Muy italianos.
—Padre—empezó a Adrián—. Esta es Elinor la chica de la que te he hablado.
Su padre me sonrió y acto seguido tomó mi mano para depositar un beso en ella.
—Estáis en vuestra casa.
—Muchas gracias señor Bertinelli por acogerme.
—No me considero caritativo. Y esto no es una obra de caridad yo hago mis inversiones en sitios en donde merece la pena—miró mis ojos—. Y tu muchacha... te he visto pelear, vales cada céntimo.
Sonreí.
Algo me decía que eso era un nuevo comienzo en mi vida, uno positivo.
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El pasado de Elinor se pone cada vez más raro y peculiar...
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Resiliencia¹ (+18)
RomanceEn un mundo donde no existió la revolución francesa, ni la lucha por la libertad de las mujeres, ni los derechos del pueblo. Astraea Liv llega a Paris, a la casa de su tía. Su objetivo es claro, casarse y empezar una nueva vida. No le interesa tanto...