14. Mafia

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Mafia

William

Me desperté con la molesta luz que se colaba por la ventana, parecía bastante tarde dada la intensidad de los rayos de sol. Intenté moverme pero algo me lo impidió.

Miré hacia abajo y vi a Astraea con sus carnosos labios entre abiertos y sus pestañas reposando sobre sus pómulos. Estaba completamente desnuda como anoche. Quería levantarme pero la mujer que reposaba sobre mi pecho me hacía querer quedarme junto a ella.

Me quedé mirando al techo pasando mis dedos por suave espalda, ella se removió y abrió los ojos mirando mi rostro.

—Quiero que hablemos—dije directamente.

—¿Sobre qué?—preguntó acurrucándose más contra mi pecho.

No estaba muy seguro de querer realmente hablar de eso con ella. Podía ser un tema delicado y no era de mi incumbencia porqué ella no era virgen.

No quería sonar machista, ni un capullo. Pero era increíblemente raro que una mujer no fuera virgen antes del matrimonio, en nuestra sociedad. Y Astraea era de Alta Cuna, a las mujeres que venían de familia con mucho dinero su... virtud se protegía como lo más valioso que tenían. Anoche había intentado ir despacio para no hacerle daño, y para mi sorpresa solo resulté estar humillándome.

—Nada, olvídalo—pedí, preferiría que no me odiara.

Ella asintió y trepo por mi pecho para besar mis labios—. Anoche fue... no sabía que me pudiera sentir tan...

—¿Satisfecha?

—Bueno también. Pero no me he sentido... insegura.

Me sorprendió su declaración y decidí apretarla entre mis brazos, por puro instinto. Nadie me había abrazado cuando lo había necesitado y yo sentía que ella de verdad lo necesitaba.

—¿Tienes desayuno? Me muero de hambre.

Asentí y ella se empezó a vestir con su vestido de anoche. Cuando de pronto su teléfono empezó a sonar, cargándose el momento. Estuvo apunto de caerse al intentar cogerlo.

Empecé a reírme y ella me fulminó con la mirada antes de coger. Salí de la cama hacia el baño para no molestarla y me duché.

Salí con el pelo aún húmedo y la toalla enrollada en la cintura, Astraea se quedó observándome unos segundos hasta que se aclaró la garganta.

—Me tengo que ir.

—¿Ha pasado algo?

—Camille, se ha enterado de lo de Hemera. No quiero dejarle sola.

—Bien, ve.

Ella sonrío y salió del cuarto apresuradamente. Cuando me dejó solo me vestí y recibí un mensaje del rey con una orden para que fuera a Versalles, ya que había llegado el recientemente coronado rey Alessander de Italia.

Cuando llegue al palacio había un montón de empleados limpiando el palacio dada la fiesta de anoche. Me dijeron que estaban en el despacho así que me apresuré a ir hacia allí.

Entré y estaba el rey detrás de su mesa y delante de él el joven rey y su esposa embarazada.

—Majestades—saludé.

—Les presento al capitán general William Dubois, es quién está llevando a cabo esta investigación—me presentó el rey.

Alessander se acercó a mi y me estrecho la mano—. Esta es mi mujer Laura.

—Encantada.

—No sé que tanto pueda ayudarles. No conseguimos recabar mucha información de Adrián Bertinelli cuando atentó contra mi vida y la de mi padre hace unos años—empezó a explicarme y me tendió un portafolio.

Resiliencia¹ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora