19: La noche es joven, Jack no.

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—¡Despierta! —grité con euforia lanzándome en la cama de Jack.

Sus ojos se abrieron de par en par y dio un respingo a la par que...—. ¡Ah! —gritó.

Se veía lindo con la cara somnolienta, y horrorizada con esas bolsas debajo de los ojos.

—El desayuno está listo —emití con una sonrisa perversa e inocente.

Jack suspiró mientras asentía, se puso de pie y se colocó unos shorts deportivos, su abdomen bien trabajado y sensual estaba a mi vista, el cabello claro lo tenía alborotado, pero se veía sexy, joder hasta recién levantado es sexy. Me levanté de inmediato y literalmente lo arrastré conmigo.

Ambos bajamos, había preparado hotcakes con mis dos manos, yo sola. Y no se me quemó ninguno. Tomamos asiento, uno junto al otro. Una gran sonrisa se comenzó a expandir por sus labios al ver el planto frente a él. Una montaña de hotcakes con miel y una velita en la superficie. Yo lo miraba como una niña pequeña, ansiosa y nerviosa.

—¿Segura que son comestibles? —me preguntó juguetón. Sus ojos se encontraron con los míos y no pude evitar fruncir el ceño, en definitiva, no me esperaba ese comentario.

—No, son de plástico —respondí sarcásticamente.

Se carcajeó un poco y acarició mi mejilla. Se inclinó y depositó un tierno beso en mi mejilla—. Qué graciosa, oye —volvió a su asiento—. ¿Por qué huele tanto a ferretería?

Sonreí como el mismísimo gato rizón.

—Creo que es tu regalo, Jack.

Frunció el ceño y se puso de pie, rápidamente lo seguí y se dirigió a las cajas, las cuales estaban en la sala de estar, todas en cajas negras y un moño inmenso de color rojo sobre las mismas. Abrió una y su expresión valió un millón. Sus cejas se elevaron y una sonrisa se formó en sus labios, sacó el primer neumático y me volteó a ver con diversión, no pude evitar encogerme de hombros a la par que sonreía inocente, se rio y bajó el neumático, de eso avanzó hasta mí y sus brazos me volvieron la cintura en un abrazo dándome unas pequeñas vueltas.

Era cálido, cariñoso y sincero.

Me bajó y tomó mi cara entre sus manos grandes y firmes—. ¿Por qué eres tan maravillosa? —cuestionó mirándome fijamente a los ojos.

La respiración se me cortó y el ratón se comió mi lengua.

¿Escuché bien?, ¿soy maravillosa para Jack?

El corazón me comenzó a latir con rapidez y a la misma vez que sentía la sangre subir a mis mejillas. Sentía como algo dentro de mí se derretía, probablemente mi corazón.

Es broma, pero si sentí bonito. Me sentí querida, me sentí valorada después de tanto. Sentí una revolución de mariposas revolotear dentro de mí.

°°°

—¡Fiesta, fiesta! —gritó Zoe entrando a casa a la vez que hacía un paso de baile extraño.

Negué con la cabeza mientras sonreía, pues yo estaba justo en el medio del pasillo, sentada en el suelo. A mi lado izquierdo la puerta principal y al derecho las escaleras. Percibí un movimiento del lado derecho por lo que volteé.

Mi vista aterrizó en Sam, quien venía recién levantado, se estaba quedando unos días con nosotros pues tuvo unos problemas con su departamento.

—Son las 5 p.m., ¿Estabas durmiendo? —preguntó Zoe aproximándose.

Sam la miró y después a mí—. Amh, no —mintió.

—El cuarto de huéspedes es más incómodo que un brasier —refutó Zoe mientras se sentaba a mi lado.

Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora