47: Roselen Johnson.

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—Muchas gracias.

Le agradecí a mi conductor de Uber antes de cerrar la puerta y verlo avanzar frente a mí, miré el inmenso hospital frente a mí y tragué grueso, Beth de seguro estaría por aquí. Esta mañana mientras calentaba dos pares de Waffles, unos para Zoe y otros para mí, me iluminó con sus palabras al decirme que tendría bastante trabajo por hoy, y que la vería por la noche. Lo sentí como una señal de que debía venir, no le daría excusas falsas ni mentiras a mi mejor amiga. Así que aferré mi bolso y comencé a caminar a la entrada del hospital.

El olor antiséptico me envolvió de inmediato, toso blanco, azul claro o gris, las personas andaba de un lado a otro, los doctores ajetreados, los internos corriendo de un lado a otro con carritos.

—Urgencias está lleno, Olivia, necesitamos más camillas.

Tras escuchar eso, seguí mi camino de largo hasta la recepción y le sonreí a la señora tras el mostrador, ella, en comparación al resto, se veían relajada, como si tuviera un repelente de gritos, respiraciones agitadas y el característico sonido de las llantitas de los carritos a toda prisa.

—Hola, buenos días —le dije y ella de inmediato me devolvió la sonrisa.

—Hola linda, ¿en qué puedo ayudarte?

—Buscaba a una paciente —carraspeé—. Roselen Johnson.

Enarcó ambas cejas y sonrió en grande, como si algo dentro de ella hiciera clic y se puso de pie de inmediato.

—Se va a poner feliz, el joven Jack es su esposo, ¿no? —fruncí el ceño con una interrogativa en el rostro—, siempre le habla a su madre de su esposa, la chica rubia de ojos azules...

Eso me hizo sonreír en grande y asentir. La joven enfermera me guio por los pasillos y subimos por el elevador, me dejó frente a la puerta y me quedé de pie justo ahí, meditando que tan buena idea era esto.

Toqué dos veces la madera en espera de una respuesta que llegó a los segundos, la dulce voz de Roselen Johnson me hizo tragar grueso de nuevo y entonces, giré el pomo.

Estaba desayunando mientras mantenía los ojos fijos en el televisor, las noticias, tenía una leve sonrisa en el rostro, su rostro libre de maquillaje y su cabello castaño claro y corto estaba trenzado sin éxito, algunos mechones se escapaban por su nuca.

—Fabiola, te he dicho que no necesitas...

Giró su rostro al mío y elevó ambas cejas sorprendida a la par que sellaba sus labios, me miró sorprendida, como si yo fuera la última persona a la que esperaría ver el día de hoy.

—Hola —musité con una sonrisa ladina y ella me la devolvió tranquilizándome.

—Cariño —emitió con afecto—, ¿te lo contó no es así?, ¿ya llegó?

Meneé en negativa la cabeza y me acerqué a ella, tomé asiento a su lado en el sillón, donde sospeché, el señor Johnson estuvo, pues sobre el mismo estaba el saco de su traje.

—Me lo contó Elizabeth —le informé con mi tono de voz suave—, Jack... no tiene ni idea de que estoy aquí.

Y ante mencionar eso, Roselen tomó mi mano encontré la suyas.

—Lo importante es que estás aquí, Cassie —me aseguró con una sonrisa preciosa que me recordó mucho a su hijo—, sé que mi hijo es muy... complicado a veces, no le gusta demostrar debilidad ante nadie, entiéndelo...

Se me secó la boca y sentí un nudo en la garganta.

—¿No le incomoda que le pregunte qué es lo que tiene?

Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora