53: Pánico-activado.

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—¿Qué carajo pasó?

Mi voz era preocupación absoluta, caminaba a otra prisa unos pasos detrás de Jack por el hospital, quien estaba tan apresurado como yo, mis palabras fueron dirigidas a Archie, quien se puso de pie con el rostro totalmente deformado. Según la llamada de urgencia que Archie nos hizo esta mañana, Jules estaba realmente mal, tentó contra su vida.

—Lo siento Archie —susurré una vez frente a él y lo envolví en un abrazo—. Ella mejorará, es fuerte.

—Gracias, Cassie.

Jack le dio un abrazo junto a un par de palmadas en la espalda, cuando se separaron, Jack fue con el resto de los chicos y yo me decidí por quedarme al lado de Archie.

Sus ojeras pronunciadas y el cabello desordenado, confirmaban que no durmió, se notaba la preocupación.

—Hey —le sonreí sin mostrar dientes.

—Hey.

—Archie —suspiré y atraje toda su atención, quería saber que había pasado, porque Jules había hecho lo que hizo, entendía estos problemas y necesitaba entenderla a ella...—, yo tuve depresión, sufrí bastante tiempo e intenté acabar con mi vida muchas veces, y creo que si no hubiera sido por Michael, mi papá, yo no estuviera aquí, me tuvo paciencia y se quedaba a dormir conmigo todas las noches, me platicaba de cómo le iba en la universidad hasta que me dormía y así evitaba el ponerme triste, pero mis pesadillas eran horribles. Yo entiendo esta situación, la viví, pero desde el punto de Julie, pero me he de imaginar lo angustiante que es, así que... ¿qué pasó?

Suspiró y asintió—. Ella tomó pastillas —soltó y se cubrió la cara con sus manos.

Froté su hombro dándole ánimos. No estaba solo, nunca lo estaría.

—Estaba deprimida, la noté así desde que se fue. Por eso no quería que se fuera, quería que fuera conmigo —las lágrimas salieron de sus ojos.

Lo abracé rápido, no lo solté, sólo lo apreté más. El dolor es feo, más cuando te lo causa la persona que más amas.

Semanas después.

—¡Jack ese lavado de estómago no sirvió! —grité desde el baño, con los brazos alrededor del retrete sentada frente al mismo.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó parándose en el marco de la puerta.

Señalé el retrete frente a mí con un acto de que obviamente había vomitado.

—¿Tú que crees? —pregunté mientras me ponía de pie para lavar mi boca.

Suspiró y me hizo una seña con la cabeza, maldita sea. Volveremos.

Él me volvió a llevar con el doctor. El olor tan limpio del hospital me daba náuseas, sus colores tan blancos me mareaban y el pánico no tardó en aparecer.

—Haré que a ti también te inyecten si ése hombre vuelve acercar una aguja a mi piel —susurré en su oído.

Rodó los ojos y rio.

—¿Viste a Archie hoy? —le pregunté.

Asintió—. Si, está mejor. Pero aún le duele que Jules lo haya terminado.

Sí, la recuperación de Jules resultó difícil, en especial para Archie, que deseaba ayudarla, pero ella se negaba a él.

—La verdad es que ella fue muy mala, él fue quien más preocupado estaba. Pero quizás necesitaba tiempo a solas para sanar.

—Es lo que pensé, quiere sanar sola.

—Pero fue mala —emití haciendo una mueca.

—Si le hizo daño a mi mejor amigo yo estaré para él, para subirle el ánimo, para eso son los mejores amigos, ¿qué no?

Lo pensé un poco de eso sonreí. Me puse en el lugar de Jack. Recuerdo que a Zoe la engañaron una vez, yo la apoyé siempre.

—Señorita Clark —me nombró una doctora.

Al fin una mujer.

Me levanté y fui hasta ella, Jack me esperó ahí sentado.

—Hola Cassie, ¿Cómo éstas?, ¿te ayudo en algo? —me preguntó simpáticamente mientras me indicaba tomar asiento frente a ella.

Me agrada.

Reí nerviosa y cerré la puerta, me senté frente a su escritorio—. Pues me he sentido algo mal.

—También sirvo de psicóloga —rio—. ¿Cómo en qué sentido?

—Tengo mucho vómito, dolor de estómago.

—¿Tienes poco tiempo con esos síntomas? —me preguntó mientras escribía en su libreta.

—Um, no. Tengo alrededor de... —pensé un poco y todo comenzó antes de que Jack se fuera—. Hace dos meses.

Asintió—. Ya habías venido a consulta hace unas semanas, ¿Me podrías decir que te recetó el doctor anterior?

—Me hizo un lavado de estómago y me inyectó.

Despegó la mirada de la libreta con los ojos abiertos de par en par—. ¿¡Qué!? —exclamó y di un respingo—. ¿Cómo te puede hacer un lavado sin primero sacarte análisis? —se molestó un poco.

Me encogí de hombros.

—Lo mismo pensé yo —repliqué—, ¿Cómo pudo darme un diagnostico con solo dos simples pruebas?

—Cassie, ¿te puedo hacer una prueba? —preguntó dejando el bolígrafo sobre la libreta.

—¿De qué? —fruncí el ceño.

—Embarazo.

—¿De embarazo dijiste? —abrí los ojos como dos platos.

¿Embarazada?, ¿yo?, no, es imposible, claro que... ¡No me ha llegado el período y ni siquiera lo había notado!

Bien, ahora quiero vomitar.

Pánico-activado.

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