—¿A dónde vamos? —pregunté con un hilo de voz, pues la oscuridad me da pánico y siento mi pulso irregular.
Necesitaba luz. Urgentemente odio la oscuridad.
—Sh —me silenció Jack.
Seguí caminando hasta chocar con algo. El dolor me seco la garganta y me quede paralizada hasta que...
—¡Auch! —grité sintiendo un ardor en mi dedo pequeño del pie.
—¿¡Estás bien!? —preguntó alterado.
Lloriqueé un buen rato—. No, ¿por qué el dedo chiquito del pie es el que debe sufrir más? —pregunté, sobando me el dedo chiquito.
—Ouh... Duele bastante, siéntate aquí —me ayudó a encontrar la silla entre la oscuridad del departamento.
Me senté y suspiré, comencé a masajear mi pequeño dedo, joder que dolor tan horrible. La oscuridad quedó de lado, pues Jack encendió unas velas, su rostro se iluminó, su rostro atractivo a unos pocos metros de mí, lo observé colocar la vela entre medio, frente a mi había un plato con pasta.
—¿Qué es esto? —pregunté refiriéndome al detalle, porque lo es estaba frente a mí era evidentemente comida y se veía buenísima.
—Cena —dijo tomando asiento a mi lado con una sonrisa ladina que me pareció dulce, pero me recordé a mí misma que ya no me esforzaría por nosotros, pues cuando yo dada el restaba y viceversa.
—No tengo hambre —me recargué en el respaldo y crucé mis brazos, su atenta mirada fija en mí y yo sosteniéndola desafiante como siempre, pero como era de costumbre mis tripas de nuevo me delataron.
Arqueó una ceja y una de sus comisuras se elevaron, hice una mueca elevando hacía abajo una de mis comisuras y sentí la sangre subir a mis mejillas.
—Come, anda —indicó Jack inclinando su cabeza en un gesto que me incitaba a comer la deliciosa pasta que estaba posicionada frente a mí; un plato de ensalada al lado con una cama de lechuga, algo de espinacas, brócoli, fresas, arándanos y queso de cabra. Joder se veía buenísima, y justo al frente dos botellas de vino, uno rosado y el otro tinto.
De verdad se lució.
Y menuda coincidencia que la electricidad se haya ido justo ahora, y vamos a cenar con iluminación cálida que nos brinda una pequeña vela al medio del pequeño comedor cuadrado para cuatro personas de color chocolate.
Rodé los ojos y comencé a comer, Jack sonrió y me preguntó que si de que vino quería, opté por el rosado mientras que el escogió tinto. Y en silencio cenamos.
Al terminar de cenar la luz volvió suspire aliviada de que no tendría que estar en la habitación a oscuras sin la compañía de la televisión en vela hasta que me quedara dormida y volteé a ver mi pie pues el dedo me comenzaba a punzar. Estaba morado.
—Hay no puede ser —murmuré mirando mi pie.
—¿Qué pasa? —preguntó con el ceño fruncido mientras levantaba los platos sucios.
—Esta morado —dije sin despegar los ojos de mi dedito bebé morado. Jack dejo de lado los platos y rodeó la mesa hasta que quedó frente a mí.
—¿Te llevó a tu habitación? —preguntó un tanto preocupado.
Adiós a mi orgullo.
—Por favor, no soporto éste dolor —hice una mueca.
Él intentó cargarme, pero me negué, entonces pasé mi brazo por sus hombros y él rodeó mi cintura con uno de los suyos, haciendo pequeños saltos con el pie sano, pero debo admitir que era exhausto y muy lento pues también corría el riesgo que torcerme el tobillo.
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Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)
Ficțiune adolescențiLa vida, la rutina, el pasar de los días era tarea sencilla, cada uno vivía a su ritmo sin conocerse, sin haber intercambiado palabras, ni saber lo que la vida les tenía destinado ése día, el cumpleaños de Cassie Clark. Algo caótico que a la misma v...