Los dioses de distintos panteones se reúnen en el Consejo del Valhalla, debaten sobre la humanidad y todo lo que han hecho hasta ese momento. No tienen dudas, son un virus para la Tierra. Y han tomado una decisión, extinguirlos. ¿Jehová lo aprueba...
La casi interminable odisea de los dos primeros ganadores humanos con rumbo a la Biblioteca del Valhalla había llegado a su fin. Afrodita los acompañaba para asegurarles la entrada, ya que solo podía ser abierta la puerta por manos divinas ¿Qué les deparará a ambos einherjers una vez dentro? Después de todo, Thot los observó cruzar el umbral.
Con un instante dentro de la Biblioteca, ambos ganadores pudieron percibir en su entorno un ambiente denso, no sabían si era por algún tipo de magia, o por finalmente haber llegado a ese lugar. En segundos dieron un vistazo al lugar, con solo alzar su vista un poco, pudieron ver que era una biblioteca de varios pisos, pero no había ninguna escalera. Por la mente de ambos pasó un mismo pensamiento ¿Seguían en el Valhalla?
Al fondo de la biblioteca, en el mismo nivel que ellos, pudieron distinguir dos entidades. Por las previas palabras de Afrodita supieron que el más vistoso era Thot, pero la mujer sentada en un sofá a su lado era alguien que no conocían.
La diosa del amor, el tercer y cuarto triunfador del Ragnarok avanzaron con pasos lentos pero largos por el lugar, con la intención de acortar la distancia con la deidad egipcia, la cual estaba sobre su escritorio y parecía estar analizando el contenido de un libro. Desde su posición, los dos humanos solo pudieron discernir balbuceos salir de la boca del dios.
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Cuando todos pudieron escudriñarse por completo, el dios de la sabiduría bufó por lo bajo levantando su pico y en un instante su apariencia animal desapareció, a ojos de todos los presentes, parecía un humano más, o más bien, un dios más del Valhalla.
Thot: —Me sería intolerable que siguieran viendo mi forma divina —entonó con cierto disgusto en su voz, mientras cruzaba sus brazos.
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Afrodita rio con discreción, pero forzada, como si tuviera la obligación de hacerlo.
El tercer einherjer miraba a su alrededor, sus ojos brillaban mientras en su interior estaba fascinado por ver un lugar como ese, jamás había visto tantos libros antes. En el trayecto hacia Thot, daba ligeros pasos a los costados para apreciar los títulos, algunos los pronunciaba en voz alta y otros en voz baja al no saberlos leer. Sin embargo, su compañero iba en silencio, hacía unos segundos parecía que su cuerpo se movía instintivamente, como si su mente estuviera en otro lugar.
