Capítulo 9: Desesperación

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«Ragnarok: Pelea entre el hijo del Titán Vs. el hijo de Dios»

La balanza se había inclinado hacia el lado de Jesús, con Zeus tumbado y con su torso pulverizado, los moribundos ojos del dios se incrustaban en su oponente, viéndolo seguramente como su padre lo había visto a él hacía muchos eones atrás. Como aquél que lo superaba en todo.

El metabolismo acelerado de Zeus tuvo efecto tras un tiempo indefinido, su tórax se había recuperado y su movilidad regresaba, pero no se dejaba de ver derrotado

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El metabolismo acelerado de Zeus tuvo efecto tras un tiempo indefinido, su tórax se había recuperado y su movilidad regresaba, pero no se dejaba de ver derrotado.

Jesús: —Te dije que no quería hacer esto, ¿Lo recuerdas, Zeus?

La mirada perdida de Zeus todavía no recobraba la vitalidad.

Jesús: —Perdóname, Zeus —alzó su rostro al cielo—. Y también perdóname, Padre.

Había pasado el tiempo necesario para que la regeneración acelerada de Zeus hiciera efecto, y se puso de pie de un salto.

Zeus: —¿Perdonarte? ¡Chico, me haces estar tan emocionado que me siento apunto de estallar! 

La musculatura de Zeus había aumentado con su reincorporación. 

Zeus: —¡Entonces, veamos si puedes emocionarme más! 

Desde las gradas, los dioses griegos analizaban la batalla, Zeus había recibido graves daños unos minutos atrás, pero si su oponente había dado tregua hasta que se levantara, significaba que debía utilizar una de sus más grandes técnicas, quizá la más grande. 

Los Celestiales observaban con detenimiento, era normal que Jesús diera más oportunidades que casi nadie, pero frente a Zeus no debía confiarse. 

Miguel: —Elemiah, tú que tienes más afinidad con nuestro Señor, ¿Sabes si Jesús corre peligro? 

Elemiah: —Por supuesto que no, Jesús sabe lo que hará su oponente, y sabiendo que debe salvar a sus hermanos no cederá a darle la victoria al líder griego. 

El entorno se volvió denso, Elemiah y Miguel intercambiaron miradas, al lado opuesto de las gradas, varios espectadores habían llegado. Uno de ellos arrojando una sonrisa pasiva a Miguel.

Elemiah: —Él es... 

Miguel: —Sí, supongo que era cuestión de tiempo para que fuera llamado a ver las peleas. Después de todo también será un luchador —arrugó su expresión, pero su compañera serafín estaba consternada de ver a tan despreciable ser.

 Después de todo también será un luchador —arrugó su expresión, pero su compañera serafín estaba consternada de ver a tan despreciable ser

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