Un Amor Que Despierta en la Penumbra

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Venti corrió desde la terraza hasta la puerta principal, avistando a lo lejos las luces de un auto. Continuó su camino hacia la entrada del viñedo, con una expresión de felicidad imposible de ocultar. Estaba seguro de que en ese momento parecería un tomate.

Pudo distinguir la silueta de Xiao fuera del vehículo deportivo rojo, aparentemente hablando con alguien. Venti decidió no acercarse demasiado y, desde su posición, observó cómo sacaba una mochila deportiva de la parte trasera del automóvil y se despedía de la persona al volante.

Xiao se quedó inmóvil hasta que el auto arrancó, indicando que era momento de reunirse. Venti corrió colina abajo hasta él y casi lo derribó en un abrazo.

El menor fue tomado por sorpresa con el impacto, pero logró amortiguarlo lo suficiente para evitar que ambos cayeran.

—Vaya... eso dolió un poco —se quejó Xiao suavemente. Sin embargo, pudo notar la expresión de preocupación en el rostro del mayor y desvió la mirada.

—Estás... muy cerca... —admitió tímidamente, mientras desviaba la mirada. Venti no pudo evitar notarlo y su curiosidad aumentó. —¿Recuerdas tu promesa? —dijo Venti de manera coqueta. Xiao asintió tímidamente.

—Te la cobraré más tarde —respondió Venti, apartándose de él y luego lo invitó a entrar. Mientras caminaban hacia la terraza, Xiao le contaba cómo había convencido a su padre para dejarlo ir y cómo había sido el viaje por carretera.

En medio de una conversación algo tímida por parte de Xiao, Venti lo sentó en la mesa que había preparado en la terraza. Había puesto especial esmero en crear un ambiente acogedor. Había preparado una selección de embutidos y quesos, una cena típicamente mondstatiana.

A pesar de la apariencia extrovertida de Venti, en su interior se sentía nervioso y agitado. A veces le costaba concentrarse en lo que Xiao decía, ya que su mente estaba llena de emociones y pensamientos. Intentaba improvisar sus respuestas mientras trataba de mantener la compostura.

Después de terminar de comer y escuchar las peripecias de Xiao con su aún no padrastro, se dieron cuenta de que había pasado más de tres horas. Aunque no quería que la noche terminara tan pronto, notó el semblante cansado de Xiao y decidió dirigirlo a su habitación provisional.

Mientras se adentraban en la residencia, Xiao agradecía la tenue luz que había en los pasillos. Se sentía más nervioso de lo que podía admitir. Ni siquiera pudo pedir un momento para ir al baño, ya que no quería perder ni un minuto de la atención de Venti.

Al llegar a la puerta, Venti la abrió sin vacilar y lo invitó a entrar. —El baño está por aquí —señaló Venti una puerta a su izquierda—. Siéntate en la cama y puedes dejar tus cosas aquí —Venti caminó hacia el armario para sacar un juego de sábanas y las colocó en el otro lado de la cama, donde solía dormir.

Xiao se tomó unos minutos para ponerse algo más cómodo y Venti estaba sentado mirando fijamente la puerta cerrada del baño con una intensidad poco característica de él. En ese momento, se dio cuenta de que dormiría con el chico que le gustaba.

Sentía una felicidad ansiosa. Era lo que había deseado durante mucho tiempo: finalmente tener a alguien que no lo buscara por su fama, sino por ser él mismo. Aunque podía sonar como una tontería, estaba muy feliz al respecto.

Cuando Xiao salió del baño en unos pantaloncillos deportivos y una camisa blanca, Venti parecía perdido en sus pensamientos.

—¿Estás bien? —preguntó Xiao, tomando las sábanas y acostándose junto a él—. Gracias por todo, Venti. Buenas noches —dijo Xiao, acomodándose para descansar sobre el hombro derecho de Venti.

Baladas en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora