Partitura del Adiós

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Una hora y media de vuelo y la vegetación cambió drásticamente desde la ventanilla. Viajaba en primera clase, así que, por temas de seguridad (luego se enteraría de que Jean contactó seguridad privada, por lo que nunca estuvo realmente solo), hubo la necesidad de esperar a que todo el vuelo comercial desalojara la nave. Posteriormente, él pudo salir discretamente, tal y como estaba habituado. Una camioneta de la empresa llegó por él, y como suponía, dentro le estaría esperando una muy enojada Jean y una muy furiosa Barbara.

Pero no, Diluc estaba dentro con una laptop mientras tecleaba cosas. Apenas subió, Diluc lo miró un momento y le dio los buenos días. Aquella, en otro escenario, sería la rutina diaria de Diluc, pero apenas la camioneta arrancó, Diluc cerró su ordenador y miró seriamente a Venti.

—Sé que no soy nadie para llamarte la atención. Te aprecio mucho, y para mí, estés o no con Jean, ustedes tres son mi familia desde hace mucho tiempo. No sé qué esté cruzando por tu mente, Venti, pero lo que le hiciste a Jean y Bárbara en estos tres días superó los límites de todo. No solo porque te desapareciste, sino que no hubo manera humana de contactar contigo, por ningún medio, hasta que por casualidades del destino resultó que te encontramos a través de Zhongli. ¿Tienes idea de cómo estaba Jean? Nunca la había visto colapsar por nada, pero después de las primeras 24 horas de tu ausencia, tuve que sedarla. Tuvo un ataque de pánico. Ven, tú sabes mejor que nadie lo doloroso que es pasar por eso, independientemente de la razón por la que se detone. Y quiero que seas sincero contigo mismo. ¿Ya te hartaste de ser Venti, el chico farándula? Bien, eres mayor, has tenido una corta pero exitosa carrera, tienes el futuro asegurado y eres muy bueno componiendo y produciendo música. Adelante, no tienes que ser tú la estrella, pero hablo en serio cuan...

—Lo voy a dejar, Diluc. Estoy harto, y no solo de la "vida de famoso", sino también de mí mismo. Terminé con Xiao —Venti se le quedó mirando fijamente al pelirrojo. Estaba seguro de lo que decía, y Diluc lo sabía.

—De acuerdo, Ven, pero responsabilízate ahora que llegues a casa porque Jean no está bien, no importa cómo la hayas escuchado por teléfono. Ven, solo te pido una cosa. Sé que Jean puede parecer dura, pero es tu hermana mayor y todo lo que hace es para protegerte a ti y a Barbara, porque aunque no tengan vínculo de sangre, me consta que se preocupa por todos nosotros.

Venti asintió. No sabía qué decir, pero sabía que sus decisiones le estaban costando caro. Tras un breve viaje por comida no muy lejos del centro de la ciudad, ambos llegaron a la residencia familiar. Los nervios del cantante lo traicionaron un poco, pero en ese momento solo deseaba enfrentar el problema rápido. En el recibidor, se encontraba su nana, con una cara que Venti no terminaba de descifrar si era de alivio, preocupación, felicidad o todo lo demás. Le dio un abrazo y lo dejó ir.

—Mi niño, si tienes hambre, hay puchero en la cocina —le tomó el rostro para verificar que estuviera bien. De nuevo, Venti se limitó a asentir. A un costado de ella, se encontraba el guardia personal de la residencia, no muy contento con no haberlo podido contener, supuso, ya que lo encontraba más serio que de costumbre. Le sonrió y cuando apenas había avanzado tres escalones rumbo al segundo piso, la nana le dijo:

—Jean quiere verte, a solas. —Anunció esto último especialmente para Diluc, quien entraba apenas a la casa tras terminar una llamada de negocios. El pelirrojo se dirigió a la sala, y Venti subió a la planta alta.

Nunca había sentido el ambiente tan pesado. Era su casa después de todo, su habitación. Contra la de Jean estaba en opuestos diferentes. Avanzó a su habitación, fijándose que Barbara no estaba en casa. Por lo que continuó, se cambió de mudas de ropa, tomando el máximo de tiempo posible para evitar el encuentro con su hermana lo antes posible. Tomó su teléfono y, entre una maleta que estaba revuelta en su cama, encontró el cargador de su teléfono. Supuso que sus hermanas la abrieron buscando alguna pista de su paradero, ya que esa maleta era la que llevaba el resto de sus cosas y era el equipo quien, durante sus presentaciones y viajes de negocios, se encargaba de ella.

Baladas en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora