Pesadillas

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Cuando Xiao no era conocido como Xiao, era un pequeño niño de 6 años cuando llegó a su familia. No recordaba mucho de aquel día; era como si sus recuerdos estuvieran en blanco, sin embargo recordaba el olor del té recién preparado y arroz, y varias voces a su alrededor.

"¿A...us?, es un bello nombre, pero ahora es mi familia. Creo que el nombre más apropiado para él es Xiao".

"Señor, ¿está al tanto de que el niño pudo haber sido utilizado por delincuentes?"

"Alguien como él merece una segunda oportunidad. No voy a dejarlo a la deriva, y aunque les haya tenido que pagar a esos sinvergüenzas, al menos sé que ha vuelto a su país de origen y le puedo dar una vida digna. Además, Ganyu siempre me recuerda que quiere un hermanito, vivir en una casa como esta, tan sola, es bastante solitario, me preocupa ahora que es más grande y temo que se vuelva más solitaria y reservada".

Voces masculinas, femeninas y de una niña un poco mayor que él son parte de sus recuerdos más antiguos, en aquel entonces, era como si estuviera ciego; no podía ponerle imagen a las voces.

El primer recuerdo de Xiao fue en el cumpleaños de Ganyu. Su hermana tiene una fijación por las vacas y, aunque alguna vez su padre lo ha llevado a las granjas locales, son muy pocas las veces que Ganyu se ha acercado a ellas. Xiao tuvo durante mucho tiempo problemas para entender a su familia; su padre, quien todo el día estaba fuera o encerrado en su oficina en casa, hablaba demasiado rápido, y con él al menos sentía que no podía hablarle tan fluido, así que durante los primeros meses, Xiao señalaba las cosas que decía. Con Ganyu, era más sencillo; no lo obligaba a hablar mucho, y se llevaban bien con pocas palabras. Hablar durante sus primeros años de vida le resultó difícil. No por el idioma, sino porque no entendía cómo aprender muchas palabras en tan poco tiempo y usualmente el idioma de Liyue se hablaba muy rápido.

La vida en casa era calmada; sin embargo, por la tarde, sentía un sentimiento de nostalgia. Siempre veía un asiento vacío junto a él, como si le perteneciera a otra persona. Despertaba y tenía la sensación de que había olvidado algo o alguien, aunque Ganyu estaba ahí para él.

Desde pequeño, le interesó mucho leer historia; conocía mucha de la mitología de Teyvat. Sin embargo, el tiempo que realmente disfrutaba era estar al aire libre entrenando con su ahora papá. Ser hijo de alguien importante era difícil. Ganyu le decía: 'Papá es como es porque trabaja para todos en Liyue, pero nos ama mucho a los dos. Sin embargo, sentía que el espacio que dejaba entre ellos cuando quería acercarse a él era demasiado para alguien tan pequeño como él, porque sí, creció teniendo problemas de salud. "Desnutrición" le habían dicho a su padre cuando los médicos iban y venían de su casa a revisarlo cada semana.

Con el pasar del tiempo y tras una nana muy estricta con él, Xiao creció, no tanto como otros niños de su edad, no obstante hacía su mayor esfuerzo para entrenar y volverse fuerte en combate. Era extremadamente bueno en combate; sin embargo, socializar era algo que siempre le resultó difícil.

A pesar de todo, su infancia en la nueva familia fue hermosa, una hermana que estaba con él, su padre le enseñaba muchas cosas: artes marciales, música, ciencia, le leía cada noche, en su cumpleaños y celebraciones nunca faltaba comida ni regalos, era un sueño. El problema inició con su adolescencia, su padre se alejó, por trabajo, aunque siempre había sido serio y poco afectivo, lo compensaba con otras cosas, en aquella época, ya no lo veían seguido en casa e inconscientemente comenzó a resentirlo, que algo le arrebataba a su padre, cuando Xiao conoció a Aether, esto se calmó un poco.

Fue la primera persona a quien consideró su amigo, a quien le contó y confío todo lo que sentía que le hacía falta. Aether no entendía mucho así que nunca le aconsejó, pero era alguien que sabía escucharlo, sabía que le era muy difícil el hecho de sentir constantemente que no terminaba de pertenecer. Quizá por eso fue la primera persona a la que le dio una oportunidad románticamente, aunque eventualmente se diera cuenta que nunca lo quiso de esa manera, sino sólo como un amigo, afortunadamente para él, Aether lo entendió sin mayor problema.

Cuando Venti se fue en ese andén, hace ya un tiempo, comenzó a tener pesadillas, la ansiedad y culpa de haber podido haber hecho las cosas mejor lo hacían comerse la cabeza. Todos los sueños iniciaban más o menos igual, donde una versión de él más pequeño que no recordaba lloraba todos los días, una mano amiga lo tomaba para calmarlo. Recordaba ruidos estridentes, pólvora en el aire, días de comer poco, todo valía la pena si esa alguien tomaba su mano. Recordaba un mundo color beige, olores polvorientos que lo hacían estornudar e idiomas extraños para él; y aunque eso era muy ambiguo, la mano amiga siempre lo tomaba. Pero quería verle el rostro, escuchaba gritos, explosiones, y se despertaba exaltado.

—Venti... —miraba a la luna en las madrugadas que le costaba dormir, como si de alguna manera vieran la misma. Aquello solo era un presentimiento. Quizá no todo estaba perdido para ellos.

Baladas en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora