Arrepentimiento

11 3 0
                                    

El insomnio nunca fue algo que Venti echara de menos; al menos, en la cabaña se sentía un poco alejado, y se engañaba a sí mismo diciendo que la luna en ese punto de Mondstadt era más disfrutable, buscándole el lado positivo a la situación.

Sin embargo, la realidad era que aún se sentía ansioso. Sus hermanas volverían a la ciudad en cualquier momento. Se sentía diferente, pero temía que en realidad fuera lo que Lisa le dijo: "Huir de los problemas temporalmente no hará que se vayan".

Cerró de nuevo los ojos; su cabello le estorbaba, ahora lo llevaba trenzado, y no sabía cuánto tiempo llevaba así de largo. Dio vueltas y vueltas entre las sábanas hasta que se quedó dormido.

—...desde cuándo... —escuchaba murmullos en el corredor. Venti tomó la almohada y se cubrió el rostro con ella, intentando taparse de la luz de la ventana.

—¿...el piano? —Los murmullos de una conversación lejana se escuchaban a medias. Estaba seguro de que estaban hablando desde el balcón de la habitación de Barbara. Un portazo lo sobresaltó en la cama. Una Jean muy desesperada, con lágrimas en los ojos, se abalanzó sobre él con desesperación, lo abrazó y se puso a llorar en su hombro.

—Te he extrañado tanto, Ven, no tienes idea. Gracias por volver a casa. No me vuelvas a hacer esto, por favor. —Era difícil dar crédito a lo que estaba pasando en ese momento. Con el rabillo del ojo, vio a Barbara y Lisa observando la reacción de Jean al enterarse de su regreso.

—Y yo a ti, Jean. —Le devolvió el abrazo y apoyó su cabeza contra la de ella.

—Es increíble la cantidad de cabello que tienes ahora, Ven. Te envidio. —La más joven de las chicas se acercó para unirse al abrazo grupal. —Es bueno tenerte de vuelta, Venti.

Lisa se fue para no interrumpir ese momento. Tras una extensa conversación sobre sus pensamientos, lo que desbloqueó en su inconsciente, y al escuchar de su hermana mayor que había pospuesto la boda para su regreso, Venti se disculpó repetidamente por su reacción y agradeció todo lo que hizo por él. Desde rescatarlo, darle una nueva oportunidad para vivir, un techo y trabajo, hasta haberlo soportado en su peor época con el alcohol.

—Hice todo esto porque te quiero, Venti. No me debes nada. Que estés bien es lo más importante para mí."

—Pero también he sido egoísta, Jean. No he sabido devolverte todo lo bueno que me has dado. —Ella negó con la cabeza. —Yo tocaré en tu boda, hermana. —Y de nuevo, el llanto se hizo presente en ambos. —Estoy muy feliz de que hayas dado ese paso. Diluc te ama, lo sé. —Pero Jean no pudo responder; simplemente, asintió y lo abrazó de nuevo.

Después de un muy emocional desayuno, Venti comentó sus planes. No quería propiamente volver a los escenarios, pero ya tenía un nuevo disco completo. Después de debatirlo, Jean propuso lanzarlo de forma anónima, pero Venti respondió que, si iba a desaparecer, prefería que sus fans tuvieran una última muestra de su arte. Lisa sugirió esperar hasta después de la boda para lanzarlo. Podría cantar una canción de su disco en el evento, y como la prensa cubriría la boda, sería un buen aliciente escucharlo en vivo. Tendrían a la prensa cubriendo el evento, así que sería un buen aliciente escuchar un poquito en vivo.

Ambos asintieron.

Los preparativos de la boda tenían a Jean como niña chiquita. Barbara la veía extraña todo el tiempo, pero después de todo, sería la primera boda de la familia desde hace décadas. Venti aprovechó su "nuevo" look, cortesía de que su estilista estaba de viaje, para acompañar a sus hermanas. Llevó su usual gorrito pesquero negro, lentes de sol y mascarilla negra, así como un pantalón negro, su cabello atado en una coleta y una camisa de rayas blancas y negras.

Caminar por las adoquinadas calles de Mondstadt le resultaba extraño. Les acompañaba una joven de baja estatura y complexión robusta mientras exploraban tiendas de tarjetas, buscando diseños para las invitaciones de la boda.

—Señorita Jean, considero que hasta ahora, la mejor opción sería el grabado sobre tela que nos ofrece el señor Jowhes. Si los invitados serán notificados fuera del país, por Liyue no hay problema, pero me preocupa que la paquetería no entregue a tiempo en Fontaine e Inazuma.

—No te preocupes, Dylan. Las de Liyue iremos a entregarlas personalmente. Diluc quiere entregarla personalmente al señor Zhongli y su familia. Aquello le cayó como un balde de agua fría a Venti. Si recién hace un mes que terminó con Xiao antes de exiliarse, Barbará lo miró con la misma cara de duda.

—Jean... ¿vas a invitar al señor Zhongli? —cuestionó Barbará mientras veía a Venti comerse las uñas.

—Por supuesto. Diluc y yo lo consideramos sin saber que era familiar de Xiao. Es un viejo contacto de su familia, así que de una manera u otra, estará invitado.

—Qué pequeño es Teyvat" —suspiró Venti, mirando su reflejo en el cristal del escaparate de la tienda. Jean lo miró burlona, mientras se acercó a acomodar su gorro.

"Pero si el mundo se estuviera acabando, ¿vendrías, verdad? Vendrías y pasarías la noche conmigo, ¿me amarías por el gusto de hacerlo?"

De nuevo, la melodía sonó en su cabeza. Miró al cielo; había un rebaño de nubes encima de él. El viento le voló el sombrero y lo llevó hasta una tienda de deportes donde vio una exhibición de armas.

No pudo evitarse fijar en una lanza de color rojo.

¿Debería llamarlo. Debería buscarlo? Era lo que invadía su mente en ese momento. Hasta que Barbará lo regresó a la tierra, y él se sacudió. Cuando regresó con el grupo de chicas rumbo a buscar algo para almorzar, no dejaba de dar vueltas a los múltiples escenarios de su breve relación. No podía dejar de pensar en sus ojos ámbar, en su cabello oscuro, en la forma en que lo miraba cada vez que se besaban, en lo adictivo que era estar cerca de él. Era inútil; aún lo amaba, y su decisión lo corroía por dentro. Si iba a volver a ver a Xiao y su familia, no tenía cara para ser ingrato.

Pero sabía que no podía ir a llorarle a su ex novio para que regresaran después de un mes. Pero era tonto, tonto por creer que iba a olvidar al único ser humano del que se había enamorado genuinamente. Xiao era el dueño de sus pensamientos y nunca iba a dejar de serlo.

Baladas en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora