Capítulo 4, El viaje

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Habían pasado casi dos horas desde que Taehyung se había bajado, y Jimin se removia incómodo en su asiento cada vez que alguien aparecía dentro del avión y ocupaba su respectivo asiento

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Habían pasado casi dos horas desde que Taehyung se había bajado, y Jimin se removia incómodo en su asiento cada vez que alguien aparecía dentro del avión y ocupaba su respectivo asiento.

Todos, menos Taehyung.

Juró que lo mataría con sus propias manos si ese avión comienzaba a moverse sin él a su lado. Y pensó en salir a buscarlo, pero, ¿si él se quedaba afuera también? Cualquiera de las dos posibilidades era terrible.

Se levantó de su asiento y buscó en la parte delantera del avión, junto a la puerta, a una azafata coreana. Le preguntó qué pasaba si alguien se quedaba afuera, y le contó que su mejor amigo había bajado dos horas atrás y que aún no regresaba, que no hablaba ni una pizca de Inglés y que podía estar perdido. Ella se dispuso a ayudar, pero justo cuando estaba por hacer algo, Taehyung apareció por la puerta.

—¡Mierda Taehyung, casi me matas de un infarto! ¡Ya estaba por llamar a la Interpol!

—¡Lo siento! Ahora te cuento qué sucedió —dijo con un gesto extraño y ambos dieron las gracias a la azafata.

Caminaron por el pasillo y se sentaron en sus respectivos asientos mientras el avión se preparaba para despegar nuevamente.

—¿Qué demonios estabas haciendo? ¡Entre las náuseas y la desesperación casi me desmayo aquí!

—Escucha, resulta que fuí a una tienda de regalos y allí vi un collar que a mi madre le hubiera encantado. Era una cadena plateada con un dije negro con forma de corazón —explicó Taehyung.

—¿No lo compraste?

—¡No! Resulta que el aeropuerto está lleno de coreanos. Parece que llegaron dos o tres aviones y hay demoras en los vuelos. Y entonces, cuando tomé ese bendito collar en mis manos, un coreano me lo arrebató. Así sin más, ¿puedes creerlo? —pronunció indignado.

Jimin lo escuchó atentamente y tragó saliva. Lleno de Coreanos... Quizás alguno de ellos era Yoongi.

—¿Cómo era?

—¿Qué cosa?

—El coreano, ¿cómo era?

—Era alto, fortachón. Muy corpulento y musculoso. Con cara de loco —rió acomodándose en el asiento—. Así que se armo un lío y tuvieron que llamar a un traductor, pero para esto el loco ya se había ido con mi collar. Te lo perdiste... —rió divertido y luego chasqueó la lengua con resignación.

Jimin suspiró. Por supuesto que ese no había sido Yoongi. No era solo que sus características fisicas no concordaban, sino que sabía que él jamás haría una cosa así. Y debía dejar de pensar obsesivamente en eso, en Yoongi. Ya lo vería cuando llegara a Portland.

El avión despegó nuevamente dejando debajo a la ciudad de Nueva York como un diminuto hormiguero. Aún quedaban casi siete horas de vuelo, las cuáles pasaron lentamente para Jimin, quién miró por horas las nubes a través de la ventanilla pensando millónes de cosas mientras su compañero dormía como un gorila a su lado; y hacía el mismo sonido que uno.

No supo en qué momento él también se quedó dormido, pero despertó siendo empujado por Taehyung quien parecía llevar un buen rato haciendo el intento de despertarlo.

—Entiendo que no quieras bajar, pero tampoco que hagas el dormido. Ya llegamos a Portland, Jimin.

Y las últimas palabras despertaron en el cerebro adormilado de Jimin las inmediatas ganas de salir corriendo.

Ya habían llegado. Estaban allí. En el lugar donde todo había comenzado.

Se levantó inquieto del asiento y miró por la ventanilla mientras se colgaba su bolso de mano en el hombro. El lugar estaba soleado, pero se notaban esos brillos característicos en el suelo, aquellos de la helada, y los cuales recordaba a la perfección.

—¿Por qué no me advertiste que viajara con ropa más abrigada? Se supone que también es verano pero ya veo que moriré congelado —se quejó Taehyung mirando su pantalón corto azul mientras avanzaba por el pasillo de salida.

—Supuse que pensarías eso por ti mismo —Jimin rió caminando detrás de él.

Un taxi los condujo desde el aeropuerto hasta la puerta del hotel, donde la tal Susan Sullivan los recibiría junto con una traductora. Al menos eso había cambiado, porque antes, por cuestiones idiomáticas, no había tenido posibilidad de comunicarse con nadie.

Jimin bajó del auto primero y se quedó estático observando el edificio: cada detalle, cada ventana, cada puerta, cada arbusto y cada árbol. Nada había cambiado, todo seguía siendo idéntico a como lo recordaba. Un sentimiento de melancolía recorrió su cuerpo llenando sus ojos de lágrimas.

—Buenos días. Mi nombre es Susan —una mujer rubia, alta y despampanante apareció por la puerta, extendió su mano frente a él en el jardín de entrada y le sonrió. Ambos se quedaron mirándola, pero inmediatamente una chica coreana de baja estatura, lentes y dos trenzas que venía detrás de ella tradujo lo que había dicho. Entonces Jimin contestó:

—Buenos días, soy Jimin. Él es Taehyung —se presentó tomando la mano que Susan le extendía y luego haciendo una reverencia a la chica coreana, la cual les explicó que iría traduciendo todo a medida que Susan hablara.

—Me alegra que estén aquí, y que hayas decidido venir, Jimin. Sabes, los chicos perdidos se han convertido en toda una leyenda por aquí, y queríamos tenerlos de vuelta.

—Muchas gracias por la invitación.

—Vengan, dejen sus cosas en su habitación y luego podrás recorrer y rememorar todo esto —sonrío y los guió a la recepción, donde la recepcionista les entregó una llave.

Jimin miró todo a su alrededor buscando a Yoongi por todos lados. ¿Estaría ya en alguna habitación? Intentó bajar sus pulsaciones respirando lentamente para así contener el ataque de pánico que todo eso le estaba produciendo. Urgó en su bolso buscando un estuche, y cuando lo encontró, tomó los lentes y se los puso. Así tuvo una mejor visión que le dejó comprobar que el lugar estaba absolutamente vacío. Yoongi no estaba allí.

Aún así observó todo a su alrededor. La recepción lucia exactamente igual que antes: las mismas plantas, la misma decoración, los mismos sillones. Por un momento, mirando hacia afuera por los ventanales hacia el jardin, como una ilusión casi pudo ver el día en que regresó al hotel luego de estar perdido. Recordaba el retumbar de la gente gritando su nombre y las decenas de flashes impactando en su retina.

Cerró los ojos y respiró hondo para intentar olvidar todo eso.

—Jimin, vamos —Taehyung susurró a su lado sacándolo de sus pensamientos.

Jimin volteó y vió a Susan y a la traductora esperándolos frente al elevador.

Subieron al piso tres y ella los guió por el corredor. Pasaron junto a la habitación 12, esa que había sido de Yoongi aquella vez. Entonces Jimin se detuvo un momento frente a la puerta y suspiró con una sonrisa melancólica; muchos recuerdos perdidos llegaron a él de repente. Cosas que pensó que olvidaría para siempre con el tiempo, pero que lentamente regresaban a su mente al estar allí.

Se apresuró a alcanzar a los tres y se adelantó hasta quedar a la par de la traductora coreana. Entonces se acercó un poco más y le habló en voz baja:

—Disculpa, ¿podrías preguntar por favor si Yoongi ya está aquí?

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¿Qué creen? ¿Yoongi está en el Hotel? 🙃

¡Mañana capítulo nuevo!

NUEVAMENTE © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora