Capítulo 22, En la habitación

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Maratón 2/4 ☀️

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Esa noche, cuando pidieron pizza para la cenar, Jimin se aseguró de pedir además dos botellas de vino tinto.

A las 12:44 A.M. terminó de vestirse luego de darse una ducha. Se perfumó, cepilló sus dientes y se peinó frente al espejo intentando reprimir sus nervios por lo que anticipaba que pasaría esa noche.

Al salir del baño se encontró con su amigo ya dormido sobre la cama, con el control remoto en la mano y un capítulo de Outlander reproduciéndose en la televisión. La apagó y le quitó con delicadeza el control remoto para dejarlo sobre la mesa de luz. Entonces tomó las dos botellas de vino de la mesa redonda frente a la ventana, y luego de respirar hondo, salió de la habitación cuidadosamente de no ser visto. Corrió hacia la habitación de al lado y entró rápidamente. Cerró la puerta y se apoyó en ella con la respiración agitada, pero cuando miró su interior, se encontró con una escena que no esperaba ver.

—¡Carajo, mierda! ¡Casi me da un infarto! —gritó en un susurro apretando las dos botellas de vino contra su pecho. Frunció las cejas al ver a Yoongi allí sentado sobre la cama, ya que aún faltaban diez minutos para la hora acordada—. Llegaste antes...

Yoongi asintió en silencio y con la cabeza agachada.

—¿Está todo bien? —preguntó Jimin ingresando a la habitación. Pasó por su lado para dejar las botellas sobre la mesa y luego se acercó a la cama—. ¿Pasa algo?

Yoongi no contestó. Ni siquiera levantó la cabeza.

—Yoongi, háblame... —insistió Jimin apoyando una mano sobre su pierna.

—Hiro... —contestó en voz baja—. No te asustes, pero el me... golpeó —confesó en voz baja y con la cabeza agachada.

—¡¿Qué?! —Jimin gritó con los ojos bien abiertos, buscando el su cara, en sus brazos, en su cuello, o en algún lugar de su cuerpo algún indicio de lo que le había hecho—. ¡¿Qué te hizo ese enfermo mental?! —exclamó con la voz afectada; le dolía en el corazón ver la carita triste de Yoongi.

—Cuando nos fuimos de la piscina él comenzó a gritarme, y cuando llegamos a la habitación se puso violento. Me dijo que ustedes eran unos idiotas y me empujó contra la mesa —tragó duro—. Luego me dijo que te vigilaría de cerca... —cubrió su cara con sus manos y comenzó a llorar—. ¡Maldigo el momento en que lo conocí y el momento en el que hice algo bueno por él!, ¡debí dejar que se pudiera en la cárcel!

Jimin se acercó y lo rodeó con sus brazos. Se aferró a él y no lo soltó hasta que su llanto cesó de a poco.

—Nada de esto es tu culpa, Yoongi —corrió su flequillo mojado a causa de sus lágrimas y lo miró a los ojos. Aquellos ojos brillantes y rojos que emanaban tristeza.

—Pero si te pone una mano encima lo mato.

—No lo hará, descuida...

—No, porque le costará mucho despertar.

Jimin lo escuchó e instantáneamente volteó a ver el frasco de pastillas que solía estar casi lleno, y ahora apenas si llegaba a la mitad.

—¿Le diste las pastillas?

—Unas cuantas.

Jimin suspiró hondo poniéndose nervioso y al mismo tiempo sintiéndose aliviado.

—¿Cómo hiciste?

—Luego de que me apretó tanto el brazo que me dejó la marca de sus uñas en él, le dije que lo quería.

—¿Qué?

—Le dije que no me golpeara más porque yo lo amaba y que quería pasar la noche con él. Como sabes, eso nunca pasa entre nosotros, por lo que no supo como reaccionar, lo descolocó. Dijo que iría a la recepción a buscar condones mostrando una de sus malditas sonrisas cínicas.

Jimin estampó la mano contra su boca y, aunque sabía que todo eso de pasar la noche juntos era una actuación, algo le dolió en el pecho.

—Entonces cuando el imbécil se fué de la habitación, corrí aquí, tomé cinco pastillas del frasco y me las llevé, las aplaste en la mesa con mi celular y las eché en el vino que él estaba tomando. Cuando regresó yo ya estaba en el baño, pretendiendo tomar una ducha. Lo escuché servirse vino en una copa —rió pensativo—. Minutos después salí despacio y el imbécil estaba tirado en el piso, junto a la cama. Fué rápido.

Jimin lo miró incrédulo. ¿Yoongi de verdad había hecho todo eso solo?

—Osea que está en el suelo... —contestó Jimin.

—No. Lo arrastre y lo levanté. Ahora duerme como un demonio sobre la cama.

Jimin no pudo evitar sonreír al imaginar esa escena.

—Por supuesto que le di un buen cachetazo antes de salir —agregó Yoongi ahora un poco más tranquilo.

Jimin rió de la cara de satisfacción que puso al pronunciar esas palabras. No es que le encantara la idea de drogar a alguien, pero en este caso, no le importó mucho que digamos.

—¿Osea que tenemos toda la noche para nosotros? —Jimin estiró los brazos para tomarlo del cuello y se mordió el labio.

Yoongi asintió y lo atrajo hacia él para unir sus cuerpos en un abrazo.

—Te diría que toda la noche y quizás toda la mañana. Se suponía que con una pastilla dormiría la noche entera, así que cinco pastillas funcionarán un poco mejor.

Jimin debía admitir que había algo atractivo en todo eso. En escaparse, en verse a escondidas, en las pastillas. Algo que encendía el ambiente de forma diferente. Tener que hacer todo eso para pasar la noche juntos era incluso más tentador.

—Osea que no hay apuro... —Jimin se levantó de la cama y caminó a paso lento hacia la mesita redonda para descorchar una botella de vino—. Excepto que estés ansioso... —dijo provocativo, de espaldas, sirviendo vino en las dos copas.

De repente sintió que Yoongi lo agarró por detrás, hundió su cara en su cuello y dejó besos humedos por su piel. Jimin cerró los ojos y apoyó la botella en la mesa, sintiendo la mano de Yoongi deslizarse por su cadera hasta su pelvis para pegarlo con fuerza a su cuerpo.

—La verdad es que si estoy ansioso...

NUEVAMENTE © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora