Capítulo 14, Confesiones

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Ingresaron a hurtadillas a la habitación que Yoongi había conseguido, y entonces todo se tornó real cuando la puerta se cerró y el lugar quedó completamente tranquilo y en silencio; como una burbuja solo suya y aislada del resto del mundo.

Jimin no supo qué hacer. ¿Debía sentarse sobre la cama? ¿Decir algo? ¿Hacer algo? En cambio, se quedó allí parado y en silencio, con las manos tomadas frente a su cuerpo y siguiendo a Yoongi por la habitación mientras él rodeaba la cama para encender las luces de las mesitas.

—Yo...

—Quería...

Dijeron al mismo tiempo, y entonces rieron. Era obvio que esa situación era extraña, pero siendo que eran ellos, y que habían pasado por muchas cosas juntos, debían encontrar una forma de abordar lo que fuera que pasara allí.

—Tengo muchas preguntas —se apresuró a decir Jimin.

—Lo sé. Y lo entiendo, créeme. Estoy aquí para contestar todo eso —Yoongi se quitó la campera para quedar con una camiseta ligera, y la dejó sobre una de las sillas junto a la mesa redonda de madera. Entonces se sentó sobre los pies de la cama y le hizo una seña a Jimin para que se acercara.

Jimin tragó saliva antes de tomar el coraje necesario para sentarse a su lado; estaba seguro de que estaba a punto de escuchar muchas cosas que preferiría no saber y otras que dolerían.

Al sentarse a su lado, se miraron sin pestañar. A pesar de querer decir muchas cosas, parecía ser que las palabras estaban de sobra.

Yoongi rascó su cabeza con esa expresión que hacía cuando pensaba qué decir, y luego de un momento, habló:

–¿Quieres empezar con las preguntas?

—Sí —Jimin se puso firme y tomó aire inflando el pecho—. Sato Hiro, quiero saber todo sobre eso...

—Lo sé —Yoongi pasó pensativo las manos sobre sus piernas—. Él es por quién fuí al reformatorio, aunque supongo que ya lo habías notado. Y antes de que lo digas, sí, lo sé, soy un estúpido, y tú sabes mejor que nadie que me arrepentí de haber hecho eso por él —suspiró pesado—. Bueno, hace unos cuatro años comenzamos una relación entre comillas, ya sabes, nos veíamos y eso, y entonces de a poco descubrí su personalidad posesiva y enferma —pronunció apretando los dientes con rabia.

Jimin juntó las cejas; Yoongi no parecía de esos que se dejaba manipular por un idiota, pero antes de juzgarlo, lo dejó continuar.

—Él era bueno al principio la mayoría de las veces, el primer año no fué del todo horrendo. Él era un recién llegado de Japón y quería quedarse en Corea. En ese entonces era algo problemático, pero bueno... fui al reformatorio por él, porque si no lo hacía yo, él sería deportado a Japón. Y creeme que me arrepiento de no haber dejado que se fuera. Pero escucha —se acerco un poco más y susurró—, la cosa se puso peor en los últimos años. No me deja tranquilo, Jimin, si no hago lo que él dice entonces él solo...

—¿Te ha puesto una mano encima? —preguntó espantado.

—En muchas ocasiones —confesó avergonzado—. Tiende a amenazarme y a decirme que es capaz de matarme antes que dejarme ir. ¿Y sabes que es lo peor? Que él si es capaz de hacerlo. Por eso había rechazado esta propuesta en un principio, porque me negaba a la idea de ponerte en potencial peligro.

—Me importa un carajo el Salto y Giro, ¡pero me preocupas tú, Yoongi! —sin pensarlo, llevó una mano sobre la suya y la apretó con afecto.

—¿Salto y Giro? —Yoongi rió tomando su mano y apoyó la otra encima.

—Sí, así lo llama mi amigo...

—Ah, ese nombre le queda mejor —rieron juntos, y luego Yoongi borró su sonrisa—. Pero escucha, no sé cómo, pero él sabe siempre todo lo que hago, lo que no hago, ¡y lo que pretendo hacer incluso antes de hacer nada! Es como si me leyera la mente, ¿entiendes? ¡Es una maldita sanguijuela psicópata!

Jimin se quedó estupefacto frente a él. Jamás había visto a Yoongi exaltado de esa forma, ni siquiera cuando luchaban por sobrevivir, ni cuando casi le disparan, ni cuando descuartizó una gallina, enterró un cuerpo, o cuando se incendió la cabaña. Él siempre parecía mantener el control, por lo que al verlo así, Jimin comprendió que se trataba de algo realmente serio.

—¿Qué puedo hacer para ayudarte?

—Realmente nada, Jimin. Me estoy escabullendo de él para poder verte y mantenerte a salvo. Y no quería que esto fuera así, créeme que tenía otras expectativas.

—¿Y cómo hiciste para que te dejara salir?

—¿Ahora? Está durmiendo...

—Sí, pero... podría despertar en cualquier momento y ver que no estás, como ayer —dijo Jimin pensativo—. Entonces se enojaria y quién sabe que sería capaz de hacer.

—Lo sé, pero considero que esto vale la pena. Pagaré el precio que haga falta para poder verte estos días.

Jimin tragó saliva. La sola idea de que a Yoongi le pasara algo en manos de ese psicópata le hervía la sangre. Entonces recordó algo, y sonrió malicioso al pensar que de hecho, podía funcionar:

—¿Qué pasa sí te digo que tengo una solución para que duerma profundamente hasta mañana al medio día?

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¡Nuevo capítulo mañana! 👀

NUEVAMENTE © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora