Capítulo 29, Como combatiente de guerra

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•Maratón 4/4•

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Una hora más tarde, el helicóptero aterrizó sobre la terraza haciendo volar las copas de los arboles al rededor.

Al bajar y pisar el suelo de cemento, Jimin suspiró aliviado. De alguna forma su cerebro se las había arreglado todo el viaje para hacerle pensar que pasaría lo peor: el helicóptero fallaría, caerían a toda velocidad sobre los restos de Brad o de la cabaña y tendrían la mala suerte de quedar vivos solo ellos dos para perderse otra vez. Pero el hecho de estar sobre la terraza del hotel sanos y salvos le hizo entender que aún tenía algún trauma con respecto a todo lo que había pasado, y que debería trabajar eso en terapia.

Bajaron las estrechas escaleras junto con Taehyung, Sara, el camarógrafo y el piloto, y luego tomaron el elevador para bajar a la recepción.

—¿Estás bien? —preguntó Yoongi mirando a Jimin a través del espejo del elevador.

Jimin estiró la boca en lo que intentó ser una sonrisa y asintió.

—¿Y tú?

—Sí. Bien —contestó de forma dudosa. Jimin lo miró a su lado y acarició disimuladamente su mano a pesar de que sabía que todos podrían verlo a través del espejo—Estamos a salvo, niño caníbal —agregó Yoongi en un susurro y luego sonrió de lado—. Nada puede lastimarnos aquí...

En ese momento las puertas del elevador se abrieron en la planta baja. Una figura imponente se paraba con las manos en jarra y con una expresión de enojo frente a ellos. 

—Hiro... —murmuró Yoongi quitando la mano del roce de Jimin y saliendo disparado fuera del elevador, como si las demás personas que fueran en él tuvieran algún virus contagioso.

—¿Te fuiste sin mi? —se quejó él, con una cara de demacrado que se notaba más de lo normal: las ojeras negras marcaban las bolsas de sus ojos y sus ojos apenas si podían mantenerse abiertos.

—Estabas durmiendo cuando...

—Debiste despertarme. Ya sabes cómo funciona, no me gusta que vayas solo a ningún lugar.

La gente del elevador se disipó rápidamente, excepto por Jimin y Taehyung, quiénes se quedaron a una distancia prudente pretendiendo mirar hacia otro lado mientras escuchaban la conversación:

—No quise molestarte. Además estuvo aburrido, no te perdiste de na...

—No me interesa si te aburres —en ese momento él apretó con tanta fuerza el brazo de Yoongi que la cara de éste se torció en una silenciosa mueca de dolor. 

—Lo siento —contestó en voz baja, y al parecer, demasiado avergonzado como para levantar la cabeza.

Taehyung tuvo una reacción rápida al tomar a Jimin por la camiseta cuando vió que, con una furia que lo tenía hirviendo de ira, se metería entre ellos.

—¡Jimin, no! —exclamó cerca de su oreja—, empeoraras todo.

—¡¿Qué?! ¡No puedo dejar que...!

—Jimin, piénsalo bien. Yoongi sabrá cómo calmarlo en un momento, pero si te metes, solo irritaras más a Salto y Giro.

—¡Pero es qué!, ¡es que!

—Lo sé, lo sé, te mueres de impotencia. Pero mi humilde consejo es que no hagas nada por ahora. Ya veremos que hacer con Salto y Giro. Además seguramente Yoongi te verá en la noche cuando logre dormir a éste idiota...

—Sí. Sí. Tienes razón... —intentó relajarse sacudiendo sus manos y respirando profundo, viendo como Yoongi era prácticamente arrastrado hacia el elevador por la bola de músculos de Sato Hiro.

La tarde pasó, y cayó la noche. Jimin se duchó y se perfumó con la esperanza de encontrarse con Yoongi en la habitación a la hora acordada.

Al entrar a la habitación y encontrarla con una fea sensación de silencioso vacío, se sentó a los pies de la cama a esperar. Pasaron cinco minutos, y cómo la ansiedad lo devoraba internamente, se levantó para servir vino en las dos copas. Apagó la luz grande y encendió la tenue luz amarilla de las mesas de luz para dar más comodidad al ambiente. Se quitó el abrigo y se relajó sobre la cama. Y esperó.

Esperó y esperó...

Media hora más tarde, entendió que algo había pasado, y que Yoongi no iría. Pero, ¿que había sucedido? ¿Qué podía hacer para averiguarlo sin despertar las sospechas de Hiro? No podía simplemente ir a golpear su puerta.

Se levantó ansioso de la cama y bebió la copa de vino completa de una sola vez. Respiró con dificultad dando vueltas por la habitación. ¿Que hacía ahora? Seguramente a Taehyung se le ocurriría un gran plan.

Se aproximó a la puerta, y cuando estaba por abrirla, escuchó ruidos en el exterior. Detuvo su mano a un centímetro del cerrojo y se quedó quieto. Sus pulsaciones se aceleraron. ¿Y si Hiro había descubierto todo lo que hacía con Yoongi y planeaba deshacerse de él? Volteó a mirar con qué lo golpearía si es que entraba y lo atacaba.

Alguien tomó el cerrojo del lado de afuera y Jimin corrió a tomar la botella de vino cerrada. Seguramente con eso podría reventarle la cabeza.

La puerta se abrió de golpe y Jimin se acercó como un combatiente de guerra dispuesto a partirle la botella en la cabeza, pero se detuvo justo a tiempo cuando vio a Yoongi cruzar por la puerta.

—¡Carajo, Jimin! —gritó él espantado, agachandose y cubriéndose con los brazos.

Jimin se detuvo en seco con la botella en el aire.

—¡Yoongi! —exclamó en voz baja.

Yoongi tomó rápidamente la botella de sus manos y miró hacia ambos lados del corredor antes de cerrar apresurado la puerta.

—¡¿Qué demonios planeabas?! —preguntó descolocado.

—Es que... tardaste, entonces pensé que Hiro vendría a deshacerse de mí.

Yoongi juntó las cejas y sonrió algo burlón.

—Buena técnica. La de la botella —la miró en sus manos y caminó hacia la mesa para dejarla allí.

—No te burles. Me asusté de verdad. ¿Te crees que no noté cómo te trató Hiro hoy? Yo...

—Lo sé. Lamento que hayas presenciado eso —agachó la cabeza, pero Jimin la levantó delicadamente con sus manos.

—No te avergüences de eso. No es tu culpa. Yo lamento que tú tengas que vivirlo —lo miró a los ojos y le regaló una sonrisa tranquilizadora—. Ahora olvidemos todo eso por un rato, ¿qué dices?

NUEVAMENTE © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora