Mates (Raven y Luna)

•30•

He aquí mi promesa.

¿Una de las ventajas? Conocer a muchas criaturas ¿otra? Que esas criaturas tienen conocimientos que pueden ayudar en estos momentos y lo bueno es que Camille tiene una excelente memoria.

–Recuerda, la magia tiene su propio idioma— dijo aquella anciana —solo tienes que saber escuchar, no todos pueden pero tu, mi pequeña cachorrita— acarició su mejilla —yo se que tu puedes, confía en mi, confía en ti.

Eso es.

Camille comenzó a respirar hondo para que sus latidos bajaran la intensidad de los goles contra su pecho. En aquel momento el ruido que provocaban las hojas a rozarse cesó al igual que cualquier otro. Es ese momento eran Camille y el hechizo, nada más. Un suave ritmo comenzó a oírse y Camille inmediatamente empezó a seguirlo golpeando sus dedos en el árbol. Uno, dos...uno, dos, tres...arrastro, golpe, así hizo dos veces más. Y literalmente por arte de magia la cuerda que la apretaba se desató.

—Uff..si— susurró, ya había comenzado a dolerle. Pero su felicidad no duró mucho, un pequeño y agudo dolor apareció es su cabeza —Auch— llevó su mano a la frente. El veneno pensó. Tenía que conseguir el calmante.

Decidió escabullirse entre las sombras y atacarla de sorpresa. Y así lo hizo, sin hacer ruido empezó a caminar ente los árboles, buscándola.

La chica se encontraba de espaldas así que era el momento perfecto y sin pensar se lanzó. Antes de tocar suelo se giró y quedaron cara a cara. A su vez puso las manos en el pecho de Camille para frenarla en el golpe contra el suelo y así se quedaron. Camille gruñó advirtiendo que sacara las manos de allí y la chica con sonrisas maliciosa lo hizo, poniendo sus manos a los costados de su cabeza. Pero algo hizo que abriera grande los ojos, la tierra se encontraba mojada...