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-Shh..- susurraron en su oído e hizo que un escalofrío la recorriera -Soy yo, Emori- al escuchar ese nombre sintió un gran alivio.
Emori la soltó y Raven se dió la vuelta para poder verla.

-¿Qué haces aquí?

-Pensé que te había llegado mi carta- Dijo viendo de reojo el papel que se encontraba en la mesa de luz.

-Ah..eras tú- dijo también viendo la carta, con un poco de desilusión notable.

Emori medio sonrió al ver su reacción "Al parecer su conexión es más fuerte y rápida de lo que pensaba" pero Raven no lo notó.

-Bueno, vámonos.

-Espera ¿A donde?- preguntó saliendo de su mente donde se había quedado atrapada por unos instantes.

-Lo sabrás cuando lleguemos..- dijo y volvió a caminar al balcón. Raven la siguió sin mucho entusiasmo, afuera hacia frío y ella estaba en pijama pero al parecer a Emori no parecía importarle ese detalle.

Bajaron por el balcón intentando hacer el menor ruido posible aunque al final no les fue bien, porque al tocar el piso Raven sin querer golpeó el recipiente donde se encontraban las flores haciendo que se cayera y formara un gran estruendo comparado con el silencioso del ambiente.

-Mierda, salgamos de aquí ya- ambas empezaron a correr hasta entrar al bosque.

Luego de estar un largo rato caminando entre los árboles –que gracias a la oscuridad y la neblina tenían un aspecto tenebroso a los ojos de Raven– llegaron a un claro donde si la luna alcanzaba a iluminar.
Emori bajo la velocidad de sus pasos poniéndose adelante de un gran pino y recostó su espalda sobre él para descansar aunque no lo necesitara.

-Ya llegamos?- le preguntó Raven haciendo lo mismo en el árbol de al lado.

-No, es solo un punto de encuentro- Raven suspiro cansada, necesitaba dormir. Luego procesó las palabras nuevamente y calló en cuenta de lo dicho.

-Espera ¿punto de encuentro?- despegó su espalda de la madera y se puso enfrente de la vampiresa -¿Punto de encuentro con quien?- y antes de que Emori abriera la boca su pregunta fue contestada.

-Con nosotros- Raven pegó un pequeño brinco girándose y vio a John o como ella prefería llamarlo, Murphy.

-Ay Dios..-dijo llevándose una mano al corazón tratando de tranquilizarlo -Uf..- al hacerlo pudo notar que avían cuatro sombras detrás de él. Lexa, Lincon, Ontari y... -Luna..- susurró y se sonrojó un poco recordando en el estado que se encontraba la última vez que se vieron. Luna le sonrió levemente al escuchar su nombre y Raven reaccionó dándose cuenta que lo había dicho en voz alta poniéndose aun más roja.

-Dejen sus sonrisitas y sonrojos para otro momento, todavía no hemos llegado- lo mencionado por Murphy hizo que Luna también se sonrojara -Aish ni se pa' que hable- dijo y comenzó a caminar con Emori a su lado. Los demás los siguieron. Ontari, Lexa y Lincon en el medio y Luna y Raven juntas atrás.

El recorrido fue tranquilo.. alguna que otra mirada un poco pícara, sonrisas escondidas, roses entre sus manos, —intencionales y no intencionales— pero fuera de ello ni Luna ni Raven emitieron palabra alguna hasta la llegada al destino.

*Raven*

-Al fin- suspiré, ya habían empezado a dolerme los pies.

Estábamos parados enfrente de una puerta doble de metal, no se podía ver muy bien gracias a la poca iluminación pero la estructura parecía un tanto vieja. Murphy y Emori se acercaron a la puerta y cada uno agarró una manija para abrir la entrada. Desde el exterior se podía divisar una larga escalera de baldosas blancas al igual que las paredes iluminadas por una no muy potente luz fría.

Mmm.. esto no tiene buena pinta.

Mates (Raven y Luna) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora