Era una mañana maravillosa, con un tiempo estupendo, un día pacífico y tranquilo, ideal para concentrarse en su núcleo y desarrollar su poder. Lan XiChen dio por finalizada su meditación en el mismo momento que su hijo de cuatro años, entró por la puerta llorando y gritando:
- ¡¡¡Papaaaaaaá!!! ¡Hay un gato muerto en el jardín!
Lan XiChen supo de inmediato que no podría dejar su mente flotando en el vacío hasta que no hubiese enterrado al pobre desgraciado animal, y calmado a su hijo. Se levantó de la alfombra y se estiró. JingYi saltó para colgarse de su cintura mientras seguía gritando. Con la habitual paciencia, de la que hacía gala cuando su pequeño torbellino decidía que el silencio era demasiado pesado, alzó a JingYi para sentarlo en su cadera. El pequeño se afianzó como un koala sin dejar de gritar. Hasta que XiChen apoyó la frente contra la de su hijo y este se calmó. Aquel gesto íntimo parecía ser lo único capaz de calmar a su pequeño tornado.
- Respira hondo y ordena tus pensamientos – hicieron juntos una inspiración y una expiración lentas – Bien, ahora explícalo despacio.
- Iba a darle de comer a las carpas del tío-yayo QiRen y entre los arbustos había algo. Me acerqué y ¡Era un gato muerto Papá! ¿Tío-yayo lo mató?
- Tío nunca haría algo así JingYi. Muéstrame donde es. – dijo acercándose a la puerta y dirigiéndose al jardín.
- Pero están prohibidas las mascotas... - JingYi hizo un puchero.
- Lo están, pero tío nunca le haría daño a un animal. Somos magos JingYi. Es peligroso tener suelto un animal por la casa. Podría lastimarse con nuestros hechizos de activarlos por error. Por eso están prohibidas las mascotas. Es para su defensa.
- ¿No es por eso que no puedo entrar en el cuarto de las cosas que hacen chup chup?
- Exactamente por eso JingYi. - suspiró su padre.
- ¡Pero yo no soy un animal!
- Pero también podrías hacerte daño si activases alguno de mis hechizos por error. Por eso no debes entrar.
JingYi asintió comprendiendo el punto. En cuanto salieron al jardín, XiChen dejó al niño en el suelo y lo siguió tranquilamente. JingYi salió disparado en cuanto sus piececitos tocaron la hierba. La regla de no correr y JingYi no eran compatibles. Probablemente, nunca lo serían. El pequeño tenía demasiada energía como para ello. En menos de un minuto, JingYi lo guió hasta el lugar. Ciertamente había una cola peluda negra que sobresalía entre los matorrales y que era visible desde el estanque. XiChen supo de inmediato que JingYi había vuelto a tratar de pescar las carpas del estanque con las manos. La plataforma de alimentación estaba en el centro del puente que cruzaba el estanque.
Con un suspiro, ya hablaría con JingYi más tarde al respecto, se acercó hasta el pobre animal. Separó los arbustos con cuidado. El pobre bicho estaba lleno de cortes, trozos de pelo arrancados, mordiscos de perro sangrantes y una de sus patas tenía una posición sospechosamente antinatural. Aquello explicaba porque la barrera le había permitido pasar. Ese animal entró para refugiarse y buscando ayuda. La barrera jamás impediría el paso a alguien que buscase ayuda desesperada. XiChen lo cogió con cuidado, dispuesto a darle un entierro digno, cuando notó que el animal seguía caliente y todavía respiraba. Con cuidado, lo colocó en su regazo y procedió a recitar un hechizo de curación.
Todo el animal se sacudió de inmediato. La magia comenzó a colarse por las heridas del animal y comenzó a cerrarlas. JingYi observó completamente maravillado y con la boca abierta, como su padre colocaba la pata herida del animal en la posición en la que debía estar y la magia envolvió la pata hasta producir un chasquido, tras el que la pata se recolocó. El animal se despertó de golpe soltando un bufido de advertencia. XiChen colocó su mano en su pequeña frente y el animal se durmió. No correría el riesgo de que el gato se pusiese violento y pudiese arañar a JingYi. Después de darle el auxilio inmediato para salvar su vida, y una vez la magia dejó de ser absorbida, la respiración del animal se estabilizó.
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Al otro lado del vínculo.
FanfictionLan XiChen no podía imaginar, pese a toda la magia del mundo, que algún día acabaría viviendo algo así. A veces, la vida da vueltas inesperadas, requiebros y en ocasiones encuentros que la cambian por completo. Y todo empezó con un día tranquilo y a...