7: Conversaciones pendientes

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Aquella tarde estuvo llena de trabajo. Consiguió terminar de fijar el plan de recuperación, planificando los turnos con descansos para todos los miembros del clan disponibles, dejando las posibles incorporaciones para la semana siguiente. Lo sabía tan bien como la mayoría de los sanadores oficiales, habría heridos que intentarían ponerse en marcha antes de lo debido. Planificarles tareas que requirieren mucho menos desgaste físico y mágico, que fuesen igual de útiles para el clan que recuperar edificios, era crucial.

También le había escrito una carta a Nie MingJue, pidiéndole que le visitase en algún momento. Tal vez podría negociar por algunos voluntarios para ayudar con las tareas más difíciles. No podrían pagarles con mucho en aquel momento, pero no podía forzar la recuperación de los heridos, y los que seguían suficientemente ilesos como para considerárseles completamente activos necesitaban descansar. El clan les estaba exigiendo demasiado, y temía que, si no tenían cuidado, pronto acabarían en la enfermería, engrosando la lista de los que necesitaban recuperarse.

Las tareas de higienización más urgentes habían conseguido completarlas, pero todavía tenían mucho por hacer. Había que reconstruir el Receso de las Nubes por completo y eso llevaba tiempo, dinero y recursos que no tenían. De hecho, la mayoría de los recursos estaban enterrados entre los edificios destruidos. Tratarían de reutilizar tanto como les fuese posible, pero no quedaban constructores y artesanos entre sus filas.

Tampoco solían tener contacto con el mundo no mágico, y necesitarían ayuda para conseguir allí algunos materiales. Por no hablar que vivían en mitad de una montaña, en medio de la nada, lejos de carreteras y pueblos. Traer cualquier material hasta allí sin levantar sospechas sería un horror. Y luego estaba el hecho de que era el mejor momento para hacer unas cuantas reformas urbanísticas en el clan. Y eso incluía reconstruir menos edificios de los que los ancianos querrían y distribuirlos de una forma un tanto más práctica y adecuada a sus nuevas circunstancias. Por no hablar de unas cuantas reformas internas que no serían del agrado de todos.


Los niños vinieron a buscarle cuando todavía tenía el mapa de la montaña desplegado sobre la mesa y sus anotaciones a mitad. Recogió todo y los dejó arrastrarlo hasta el que se había convertido oficialmente en el nuevo comedor común. WangJi volvió a sentarse cerca. Apático, con una mirada fría y vacía en sus ojos. XiChen se preocupó mucho. Supo de inmediato que la tristeza de su hermano era insondable, mucho peor de lo que nunca le hubiese visto. No tardó en pedirle ayuda para el día siguiente y para acostar a los niños esa noche.

WangJi aceptó, con un movimiento de cabeza lento. Nunca se negaría a una petición suya. XiChen lo sabía bien, y pretendía usarlo para tratar de aliviar un poco la soledad que parecía reinar en su corazón. No dudó en consultar con su sanadora antes de volver con los niños a casa. Si WangJi estaba en condiciones de tocar una canción de limpieza energética, le pediría hacerlo. Ella le dió su permiso. En realidad, era algo que les vendría muy bien a todos, y ayudaría a calmar a los niños para que se fuesen a dormir antes. A diferencia de él, WangJi estaba recuperando su energía con mucha más rapidez, y ayudar a otras personas estabilizaría su estado emocional.

Con la tranquilidad de no pedirle a su hermano algo contraproducente para él, volvió a casa con los niños. Un adulto más, fue realmente útil para manejar la hora del baño, aunque no lo suficiente como para que ambos no acabasen empapados. Los niños le tenían algo de miedo a WangJi o al menos un respeto mayor, que venía principalmente del desconocimiento del adulto y de su falta de expresividad. Sin embargo, estuvieron encantados de poder asistir al pequeño concierto que WangJi tocó para ellos, tan pronto sus camas estuvieron preparadas y ellos cambiados a sus pijamas.

XiChen los fue ayudando a tumbarse en sus camas conforme comenzaron a caer rendidos. Algunos se fueron ellos mismos, tras una ligera reverencia al interprete, una vez se dieron cuenta de que este no parecía importarles que se fueran. No querían que él se enfadase y no quisiese volver a tocar para ellos. Les gustaba, sólo estaban demasiado cansados. Para cuando la canción terminó, XiChen estaba acostando a JingYi, que era el último en irse a dormir.

Al otro lado del vínculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora