Tan pronto como se despertó, Jiang Cheng se dio cuenta de que estaba realmente herido. Ahora entendía porque ese látigo estaba reservado únicamente para los castigos más severos, aquellos que eran un paso previo a la expulsión del clan. Su energía no circulaba igual por su pecho. Era como si la herida no pudiese ser curada mediante magia, como si la rechazase por completo. Maldijo internamente mientras enfocaba la vista y se descubría tumbado sobre una de las camas más mullidas que hubiese tocado.
Casi de inmediato, una mano le acarició la cabeza suavemente y le dio los buenos días. Ronroneó suavemente, por puro instinto. Levantó la vista para ver a un sonriente y ojeroso Lan XiChen. El vínculo le transmitió un sentimiento suave y agradable, que casi le hizo llorar. Nunca antes había sentido algo como eso. Lan XiChen estaba aliviado de verlo despierto y realmente contento de que estuviese vivo. Casi parecía apreciarlo.
XiChen siguió acariciándolo suavemente antes se hablarle y preguntarle cómo se encontraba. Se sentía tan agotado que respondió a través del vínculo. Cansado, herido y hambriento. XiChen siguió acariciándolo suavemente, podía ayudar con lo último, pero el resto dependería de él y de su actual doctora. Le comunicó que ambos habían sido puestos bajo observación durante un par de días. Acababa de llevarlos a ambos para su primera revisión del día, por lo que estaban en el pabellón médico.
Jiang Cheng bufó. No le extrañaba lo más mínimo. Necesitarían recuperarse. Ambos lo necesitaban. XiChen no tardó en preguntarle si le molestaba si tocaba una canción purificadora, pero el gato tuvo que detenerlo. No tanto porque le molestase, sino porque no quería que XiChen gastase energías en ello. Les vendría bien, pero necesitaban mucho más retener las fuerzas que tenían. Jiang Cheng sabía que iba a dormir más que nunca durante los siguientes días.
Al menos, mientras JingYi no estuviese cerca. En cuanto el niño apareció, abalanzándose sobre su padre para abrazarlo mientras lloriqueaba a gritos. No le podía culpar que estuviese preocupado, pero demonios, ¿Por qué tantas ganas de sobarle todo el pelaje? ¡Ese niño no tenía el más mínimo sentido de la intimidad! Ni si quiera se libró de ser acariciado en la cola, todo porque no tenía fuerzas suficientes para quejarse, pero su padre tenía que oírlo maldecir por el lazo y tampoco lo detenía. Principalmente porque sabía perfectamente que era inútil. Dejó que JingYi lo sobetease un poco y después le pidió que se quedase con el gato mientras les conseguía algo de comer. JingYi en seguida se levantó y se fue corriendo a conseguirlo el mismo. XiChen suspiró. Al menos no se podía decir que no tuviese buena voluntad. Ambos suspiraron a la vez.
La comida y el chequeo llegaron de la mano. Jiang Cheng se había esforzado por moverse un poco e intentar sentarse, al menos para parecer digno. XiChen tuvo que ayudarle para evitar que se hiciese daño. No obtuvo mucha resistencia, principalmente, porque no podía ofrecerla. Eso no quitó que igualmente el gato mascullase una protesta, que sonó como un maullido ronco y bajo, bastante parecido a un bufido. A pesar de todo, el sentimiento más fuerte que XiChen detectaba a través del vinculo no era tanto dolor como vergüenza. Eso no lo retuvo para que el gato acabase sentado en su regazo.
La revisión no fue especialmente mal, primero se comprobó su energía en conjunto, y después sus heridas por separado. XiChen podía notarlo, en la expresión de su sanadora había pintadas una buena cantidad de preguntas. Algo que no le resultaba extraño, pero que las contuviese... o era algo que no sabía bien como plantear, o era algo que no quería revelar delante de JingYi. Lan Fēngbào no solía ser una persona que se dedicase a dar rodeos innecesarios. Se dedicó a darle de comer al gato con una jeringuilla tras revisar sus heridas.
JingYi se había aferrado a sus túnicas en busca de afecto. XiChen lo tranquilizó, creando un espacio para él entre sus brazos, y permitiendo que se acomodase. A pesar de lo que su tío opinase, JingYi sí se contenía. Puede que no como otros niños Lan, pero tampoco era necesario. Al menos, no en momentos como ese. Prefería tranquilizarlo y dejar que el niño expresase su preocupación a su manera. Estaba bien que JingYi fuese más expresivo. Ya había visto lo que negar la expresión de los sentimientos le había ocasionado a su hermano. Apenas había quien pudiese encontrar sus sentimientos en su rostro, incluso dentro del clan. Había cosas que siempre había querido cambiar, como esa, concretamente.
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Al otro lado del vínculo.
FanfictionLan XiChen no podía imaginar, pese a toda la magia del mundo, que algún día acabaría viviendo algo así. A veces, la vida da vueltas inesperadas, requiebros y en ocasiones encuentros que la cambian por completo. Y todo empezó con un día tranquilo y a...