Tan pronto como Lan XiChen fue despertado minutos antes del amanecer. Arropó a JingYi y al gato con una manta y se dirigió a la entrada del pabellón que ocupaban. Ya se estaba repartiendo una ración de sopa que templase mínimamente el cuerpo de los presentes y les otorgase alguna fuerza. Era el momento de la batalla final. Los centinelas avisaron de que no habían divisado señal alguna de que los refuerzos pudiesen aparecer, a pesar de que la petición de auxilio había sido enviada. Estaban solos y el contingente Wen había aumentado durante la noche, de una pequeña embajada a un batallón perfectamente preparado para el ataque.
Ante aquellas expectativas desesperanzadoras, Lan XiChen tuvo las cosas claras. Para la sorpresa de la mayoría su orden fue contundente, preparar una matriz de teleportación lo suficientemente grande para enviar lo más lejos posible del receso a niños y los pocos heridos que pudiesen moverse. Los heridos graves se quedarían a luchar y morir con el resto. La única manera de darles tiempo a los supervivientes era ganándolo a base de sangre. El área del clan podía ser quemada y arrasada, pero si conseguían sacar al futuro de la familia y llevarles lo suficientemente lejos como para que pudiesen esconderse y vivir, sería la última opción.
Los cálculos se hicieron rápidamente para descubrir algo muy grave. No tenían fuerzas para mandarlos a todos. El hechizo consumía demasiada energía. Aunque enviasen a los niños solos, no sería suficiente. La única solución que les quedaba era enviarlos a las montañas y rezar porque estuviesen escondidos tiempo suficiente como para que los Wen dejasen vía libre para la evacuación.
Lan XiChen dio la orden de evacuación y de preparar la matriz de teleportación igualmente. Aunque no la llegasen a usar, aquello podía distraer a los Wen lo suficiente como para que no buscasen en las montañas. Al menos, durante las primeras horas. Era vital darles algo más de tiempo. Ni siquiera necesitaban activarla, con verter algo de magia para que diese la impresión de que había sido usada, era suficiente.
Apenas tuvo tiempo de despedirse con un abrazo de JingYi, que todavía se frotaba los ojos cuando la persona a su cargo le tiró de la mano para iniciar la marcha. Inspiró hondo antes de girarse para volver a su posición. El gato negro caminó hacia él, todavía cojeando ligeramente.
- ¿Qué haces todavía aquí? Sigue al grupo de los infantes. Les vendrás bien si necesitan ayuda.
- Es contigo con quién tengo un pacto.
- Bien, ve con ellos y protege a JingYi. Es mi orden.
- Lástima que no acepte tus órdenes, Líder Lan. Le debo una vida a JingYi, y sus deseos son otros. Me dejó muy claro que jamás me perdonará si el idiota de su padre no regresa por él. – XiChen se enterneció ligeramente. Si, JingYi sería capaz de hacer una petición así.
- Estás herido.
- Ya has visto lo que puedo hacerle a un licántropo estando herido. ¿De verdad piensas prescindir de mi contra los Wen?
- No se trata de eso...
- ¿Conoces cuáles son las condiciones del pacto que hicimos? ¿Sabes lo que me pasará si mueres?
- ¿Qué pasará?
- ¿¡Eres si quiera consciente de lo que soy, Lan XiChen!? – El gato movió su cola de lado a lado completamente enfadado.
- ¿Un familiar?– contesto entre la pregunta y la afirmación.
- Que nuestro pacto sea temporal no lo hace más ligero, ni menos fuerte. Si tú mueres, yo muero contigo, así de simple.
- Es... cruel.
- Cruel es lo que los Wen le han hecho a mi gente. Yo forme mi pacto contigo a sabiendas, los Wen han estado forzando pactos. – XiChen abrió los ojos como platos – Es como si te violaran y te obligasen a proteger a tu violador hasta el final de tus días. ¿Te resulta molesto escuchar mi voz en tu cabeza? Imagínate escuchar a alguien que odias todo el tiempo. Escuchar cada pensamiento lascivo, cada tortura que piensa hacerte justo antes de que la haga.
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Al otro lado del vínculo.
FanfictionLan XiChen no podía imaginar, pese a toda la magia del mundo, que algún día acabaría viviendo algo así. A veces, la vida da vueltas inesperadas, requiebros y en ocasiones encuentros que la cambian por completo. Y todo empezó con un día tranquilo y a...