El jardinero

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POV NATALIA:

Me desperté de nuevo en mitad de la noche agitada y con la respiración entrecortada, habían pasado tan solo dos semanas desde que había enterrado a mi marido, y a pesar de la tranquilidad que eso me había proporcionado por una parte, por otra ya empezaba a sentir que se me venía el mundo encima. Miré el reloj de bolsillo que guardaba en el cajón de mi mesilla de noche y vi que apenas eran las cuatro de la madrugada. Otra noche más en la que no podía dormir. Suspiré abatida mirando al techo de esa lúgubre habitación y me levanté despacio para hacer mi ronda habitual. Cogí el candelabro, lo encendí y salí de mis aposentos hacia el lado opuesto del pasillo, donde se encontraba la habitación de Olivia. Abrí la puerta con cuidado de no despertarla y asomé el candelabro para iluminar la estancia, y entonces la vi tendida en esa cama con carita de ángel, estaba durmiendo a pierna suelta. Respiré tranquila y me volví a la cama, tan solo había sido un mal sueño, todo estaba bien.

..............

A la mañana siguiente

"Noemí, estoy pensando en que quizás si deba contratar a alguien más para cuidar esta casa, yo sola no puedo con todo ¿que le parece?" - durante el desayuno le consulté a mi cocinera el gran dilema que no me estaba dejando dormir por las noches. Noemí era una mujer sabia, me encantaba desayunar todos los días a su lado mientras ella hacía la comida, y siempre me contaba anécdotas graciosas e historias muy interesantes, y cada vez que tenía una duda o siempre que necesitaba una opinión acerca de lo que fuera acudía a ella, y siempre lo había hecho. En todos los pasos importantes que había dado en mi vida ella estaba detrás, aconsejándome qué debía hacer. Noemí había servido a mi difunto marido y a su familia desde que yo me había mudado a esta casa con tan solo 15 años, y ya hacía diez que la conocía. Por la edad que tenía podía ser mi madre, y realmente había actuado como tal en muchas ocasiones, mas incluso que la mía propia, y siempre había sabido que podía confiar en ella.

"Si mi señora, eso sin duda alguna me parece lo más indicado, son demasiadas las tareas que pretende hacer usted sola, y este lugar es muy grande como para que lo lleve únicamente una persona, lo mejor que puede hacer es que haga lo que me ha dicho y deje de lado su cabezonería, va a necesitar ayuda" - habló mientras removía el contenido de la olla, concentrada el puchero que estaba preparando para ese día.

"Ya le he dicho que me llame por mi nombre Noemí" - fruncí el ceño fingiendo enfado y entonces ella me miró sonriendo y disculpándose con una mueca.

"Disculpe Natalia, es la costumbre de hacerlo delante del señor"

"Lo se, pero el señor afortunadamente ya no está" - miré hacia el movimiento circular que había adquirido el contenido de la olla volviendo a pensar en Pablo. Pablo Grandjean era mi difunto marido, un joven aristócrata de origen francés con el que había tenido la mala suerte de ser desposada, mis padres me obligaron a casarme con tan solo 15 años y cinco años después tuve a mi pequeña Olivia, lo único bueno que me había dado ese matrimonio. Pablo siempre era un hombre rudo y egocentrico, era prepotente y clasista, y por si fuera poco me tenía completamente sometida a él a base de palizas y amenazas. No podía decir que me alegraba de su muerte, porque no lo hacía, pero de lo que si me alegraba era de que no estuviera más por casa, a nadie le hacía bien tener su presencia a menos de diez metros, ni siquiera a nuestra hija.

"Cierto pequeña" - me guiñó un ojo con media sonrisa dibujada en el rostro y siguió meneando el contenido de la olla. Sonreí.

"Pues había pensado en contratar a un jardinero para que viniese de vez en cuando a cuidar el césped, que la hierba ya mismo me llega por las rodillas, y también había pensado en alguien que se ocupe de la limpieza diaria de la casa y de las coladas, creía que podía yo sola pero no me veo capaz de hacerlo todo, y por último contrataría a alguien que se encargue de Olivia cuando yo no puedo hacerlo, ¿le parece bien?" - la miré expectante mientras cocinaba, eso me calmaba.

Amar entre cuatro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora