Amar entre cuatro paredes

Historias

POV NATALIA:

A la noche siguiente volvimos a encontrarnos en la biblioteca como siempre hacíamos, y después de haber conocido el secreto de Alba tenía muchas más ganas de que llegase ese encuentro, unos nervios inexplicables nacieron en la boca de mi estómago y se quedaron durante todo el día hasta que por fin llegó ese esperado momento.

Esa noche acosté a mi pequeña y me dirigí con los nervios en mi estómago convertidos en mariposas directa hacia la biblioteca. Abrí la puerta de la misma y ahí estaba Alba, esperándome como siempre observando los libros de la estantería.

"Hola Albi" - sonreí con picardía tras llamarla como lo hacía mi hija.

"Natalia" - se giró hacia mí y me sonrió nerviosa.

"¿Que tal tu dia?"

"Muy bien, bastante ameno, ¿y el tuyo?"

"No puedo quejarme" - sonreí. Nos sentamos en nuestros respectivos asientos y comentamos un poco por encima nuestro día. Pero poco después fuimos llegando como quien no quiere la cosa a la conversación que ambas teníamos en el aire y seguramente nos moríamos por sacar.

"Bueno, creo que las dos sabemos que tenemos una conversación pendiente ¿no?" - sonreí tímida mirando a Alba, que me sonrió de vuelta bajando la mirada.

"Si"

"Voy a quitar yo la tirita entonces, cuéntame tu historia" - me levanté de mi sitio y me senté a su lado sonriendo dulcemente.

"A ver... yo nací en Elche, y pasé los primeros años de mi vida felizmente allí con mi familia, pero cuando yo aún era pequeña mi padre nos abandonó a mi madre y a mi, yo tenía tan solo siete años y mi madre tuvo que buscarse la vida como la gran luchadora que es para sacarnos adelante a las dos. Encontró trabajo sirviendo en una casa donde acabaron tratándonos como a su propia familia. Como ya te dije el otro día, esta familia tenia dos hijos de mi edad, un niño y una niña, eran mellizos. Estuvimos unos cuantos años sirviendo en esa casa y los tres niños nos empezamos a llevar de maravilla, siempre jugábamos juntos, estudiábamos juntos, comíamos juntos e incluso dormíamos juntos, sobretodo Julia y yo. Pasó el tiempo y nosotras dos cada vez estábamos más unidas, se había convertido en mi mejor amiga, pero crecimos, y una vez, sin saber cómo pasó acabamos besándonos. A ambas nos gustó la experiencia así que seguimos haciéndolo cada vez que queríamos, a veces nos enrollábamos en las cuadras y cuando llegaba la noche me escapaba a su habitación para seguir haciéndolo, hasta que un día se nos fue de las manos y terminamos... ya sabes... su madre pasó justamente en ese momento por el pasillo y nos escuchó, abrió la puerta de golpe y nos pilló en la cama. Ese día fue el fin para nosotras, éramos unas crias de tan solo 16 años pero me separaron de ella como si fuese el mismísimo diablo. Echaron a mi madre de la casa y nos amenazaron con contar por el pueblo que yo había pervertido a su hija, asi que no tuvimos de otra que huir de allí. Y así es como llegamos aquí a Madrid, mi madre intentó casarme varias veces pero no se lo puse nada fácil a la pobre, y al final acabó por desistir, sabía que no iba a lograrlo de ninguna de las maneras, y tampoco ganaba nada mandándome a un convento, a ella en el fondo nunca le han importado mis inclinaciones, lo único que quiere es que yo sea feliz, solo teme porque se sepa públicamente y puedan hacerme daño. Y así es como hemos estado viviendo aquí, trabajando con mi madre de lo que nos va saliendo y viendo pasar el tiempo sin saber lo que es el amor verdadero" - me quedé muda tras las palabras de Alba, no sabía como reaccionar a su discurso, y en cuanto ella lo terminó volvió a crearse un silencio cómodo para adueñarse de esa biblioteca durante unos cuantos segundos.

"¿Y no estuviste enamorada de Julia?" - la miré interesada en su respuesta.

"No, simplemente nos divertíamos, no éramos muy conscientes de lo que hacíamos en realidad, únicamente nos lo pasábamos bien. La quería mucho y me dolió mucho tener que separarme de ella, eso si, pero nunca he sentido amor como tal, tampoco me lo he permitido" - sonrió, pero me miró con ojos tristes, su boca sonreía, si, pero no su alma.