POV NATALIA:
Los días pasaban y todo parecía volver a la normalidad en esa casa, y con ello se fue la ansiedad que sentía por las noches, el césped volvía a tener el aspecto que tenía al principio y mi hogar volvía a brillar, volvía a tener esa luz y esa claridad que había emanado en su día, el ambiente volvía a oler a suavizante y a pureza y podía hacer más cosas sin tener que ocuparme de Olivia a todas horas. Todo se veía mejor y más bonito cuando una andaba desahogada.
Al fin salí en completo silencio de la habitación de mi hija donde había estado intentando dormirla durante más de media hora. Miré el reloj y vi que aún era temprano para acostarme, y tras pensarlo poco tiempo decidí distraerme un rato con algo que hacía tiempo que no hacía, así que me dirigí hacia la biblioteca para poder dedicarle un rato a la lectura, era algo que me encantaba hacer desde que había llegado a esta casa, me calmaba, me evadía. Y cuando abrí la puerta de esta y entré, me encontré a Alba dentro de la misma ojeando mi estantería con atención. Carraspeé.
"Dios" - se giró asustada con la mano posada en su pecho y los ojos desorbitados - "que susto me ha dado mi señora, disculpe, estaba en mi rato de descanso y vi los libros cuando entré a limpiar esta mañana y... disculpe" - agachó la cabeza avergonzada y empezó a andar rápidamente hacia la salida.
"¿Sabe leer?" - frenó en seco y se giró para mirarme.
"Si mi señora" - fruncí el ceño con curiosidad, ¿de veras sabía leer?
"¿Donde aprendió?"
"Me enseñaron mi señora" - Alba no lograba sostenerme la mirada, siempre que intentaba dar con sus ojos los bajaba hacia el suelo con timidez, pero a pesar de eso parecía estar diciendo la verdad, aunque parecía estar avergonzándose de algo que debería ser realmente un orgullo para ella. No lograba entender su reacción.
"¿Donde?" - volví a mirarla expectante, no sabía qué tenía esa mujer, pero despertaba una curiosidad en mí poco común.
"Tuve una institutriz de pequeña mi señora"
"¿Una institutriz?" - alcé las cejas sorprendida. No era por ser clasista ni mucho menos, pero sabía perfectamente que las personas de baja clase social no se podían permitir una institutriz, por esa misma razón me causó curiosidad.
"Mi madre servía en una casa cuando yo era pequeña, y los dueños de la casa tenían dos hijos de mi edad, la verdad es que se portaron de manera excepcional con mi familia y permitieron que yo me uniese a sus clases junto a sus hijos, y por eso aprendí a leer" - esta vez logró mirarme a los ojos durante todo el discurso, parecía estar más relajada.
"Vaya, interesante" - quería saber más de ella, había algo en esa mujer que me causaba mucha curiosidad. La miré de arriba a abajo escaneándola por completo ante su atenta mirada, era una mujer guapa, muy guapa a decir verdad, guapísima, y tenía buen cuerpo, parecía ser una mujer bastante amable y era hábil con las tareas del hogar, pero parecía tener ya una edad y por lo que había dicho su madre el día que llegaron, se llamaban Reche de apellido, las dos, por lo que asumí que la joven no estaba aún casada, y eso era algo que me causaba verdadera curiosidad. Por lo que no pude evitar interesarme un poco más por ellas e intentar conocerlas algo más, sobretodo a esa rubia que me provocaba tanta intriga. - "venga, siéntese a mi lado, no muerdo" - le señalé la butaca que se encontraba a mi lado y ella sonrió avanzando hacia mí agradeciendo mi propuesta con un gesto de cabeza tomando asiento. - "¿puedo hacerle una pregunta indiscreta Alba?"
"Adelante" - me miró a los ojos con seguridad.
"¿Cuantos años tiene?"
"Veintiséis mi señora"
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Amar entre cuatro paredes
ספרות חובביםNatalia, una joven viuda de un acaudalado aristócrata, se encuentra que tras la muerte de su marido nada es como ella esperaba, se queda sola con una hija a la que criar y se ve envuelta en el cuidado de una de las mayores mansiones de Madrid, pero...