Amor

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POV NATALIA:

Llegué a casa justo a tiempo para acostar a Oli, me había tenido que ir a las afueras de Madrid para encontrar un fontanero que arreglase una avería que se había ocasionado en la fuente principal del jardín, nada grave pero debía solucionarlo cuanto antes, no me gustaba tener las cosas en mal estado en casa, así que entre una cosa y otra se me hizo de noche en la calle.

"Mami, has llegado a tiempo" - dijo Oli cuando me vio entrar por la puerta.

"Claro que he llegado a tiempo cariño" - la recogí del suelo y la subí a mis brazos.

"Albi me iba a acostar" - señaló hacia donde estaba Alba y yo le sonreí.

"Gracias señorita Alba, no se preocupe por la niña, ya la acuesto yo, vaya a descansar"

"Gracias señorita Lacunza" - me devolvió la sonrisa con agradecimiento.

"Oli corre, quien llegue última a la cama es una patata podrida" - la solté en el suelo y ella salió corriendo en dirección a su habitación.

"Yo gano" - gritó mientras subía las escaleras, sonreí mirándola y avancé hacia donde estaba Alba para susurrarle al pasar por su lado.

"Voy ahora"

"Vale" - y me fui hasta la habitación de mi pequeña, que me esperaba armando una fiesta contenta por haber ganado a su madre. Tras dormir a Olivia y asegurarme de que toda la casa estaba en penumbra me dirigí a mi habitación, donde ya estaba Alba sentada en la cama con el camisón puesto.

"Hola de nuevo" - dije cerrando la puerta con pestillo.

"Hola amor, ven aquí a mi lado" - palmeó mi lado de la cama y yo me desvestí rápidamente, me puse el camisón y fui corriendo a ocupar ese sitio que me estaba llamando a gritos - "¿como ha ido lo del fontanero?"

"Genial, se va a pasar mañana por la mañana" - dije entrando bajo las sábanas.

"Ah que bien, que rápido todo, recuerdo una vez que necesitamos un carpintero en casa porque se rompió una puerta... una semana y media tardó en venir" - dijo Alba con cara de sorpresa.

"Ya bueno, el apellido de mi difunto marido mueve montañas" - puse una mueca arrugando la nariz mostrando así mi desagrado, pero ella la borró acariciando mis manos con suavidad.

"Aaah ya entiendo" - sonrió quitándole importancia.

"¿Y a ti como te ha ido el dia?"

"Aparte de echándote de menos, bien, muy ocupado" - sonrió pero yo fruncí el ceño expectante.

"¿Te ha dado mucha guerra Oli?"

"No, que va, pero estoy segura de que mi madre me quiere pillar por banda para hablar conmigo y quiero evitarlo a toda costa, así que yo misma he hecho por estar ocupada"

"¿Por que quieres evitarlo?" - seguí mirándola con curiosidad.

"Se cree que me gustas"

"¿Como?" - abrí los ojos alarmada, pero ella sonrió y me relajó con tan solo un gesto.

"No pasa nada Nat, no sabe nada de lo tuyo"

"Aaah uffff" - solté el aire aliviada.

"Pero vamos, que yo no entiendo por qué se cree que me gustas" - me reí al ver su gesto enfadado, parecía bastante indignada.

"Me siento tremendamente insultada, ¿a caso no es imposible no caer rendida a mis pies?" - empecé a hacerle cosquillas con la nariz por todo su cuello desatando risas en ella. Pero esas cosquillas pronto fueron sustituidas por besos, y esos besos fueron sustituidos por pequeños mordiscos que hicieron gemir a Alba. Empezamos a caldearnos poco a poco y tras un rato de preliminares nuestros camisones volaron por los aires, como siempre, y mis besos ya estaban dejando huella en sus pechos y en su mandíbula.

Amar entre cuatro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora