Un adios

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2 años después

POV NATALIA:

Volví a despertarme otro día más con esa sonrisa en el rostro que solo me daba el saber donde me encontraba y con quién. Hacía muchos años que me levantaba de la misma manera, feliz, plena y rodeada de paz, y aunque hubieron tiempos turbulentos en nuestra relación seguíamos siendo las mismas de siempre, nuestro amor era inmutable.

Miré hacia un lado y vi a mi rubia, que ya estaba despierta y me miraba con los mismos ojitos con los que la miraba yo.

"Buenos días preciosa" - dije con la voz rasposa por acabarme de despertar y sonriendo.

"Buenos dias amor" - me acerqué a ella con suavidad para empezar a repartir besos por su cuello, besos que recibió encantada echando su cabeza hacia un lado - "Mmmmm tus despertares son mi debilidad" - dijo con voz ronca enredando sus dedos en mi pelo.

"Y la mía eres tú" - sonrió con timidez agachando la mirada y de repente escuchamos un grito. ¿Un grito? Nos levantamos apresuradas y abrimos la puerta de la habitación para salir corriendo escaleras abajo. Otro grito, y ahora parecía que se escuchaban llantos. Bajamos rápidamente las escaleras, ya que los lamentos provenían de las habitaciones de Noemí y de Rafi, y llegamos corriendo a la planta baja siguiendo los gritos, y entonces llegamos a la habitación de Rafi, y ahi lo vimos todo.

Noemí estaba abrazada a las piernas de Rafi, que estaba tumbada en la cama completamente inmóvil. Noemí no dejaba de llorar desesperada y mi suegra parecía una princesa tendida sobre el colchón. Nos acercamos rápidamente con el miedo en la garganta y en seguida nos dimos cuenta de lo que estaba pasando, Rafi no estaba dormida. Miré a Alba temerosa y con los ojos llenos de lágrimas y tan solo me dio tiempo a actuar con un gesto inmediato para cogerla en el aire. Alba se desplomó sin avisar. Intenté despertarla al momento como pude entre lágrimas y preocupación por toda la situación, y en cuanto se despertó empezó a gritar como una condenada. Mi Alba.

Llamé con todo el dolor de mi corazón al hospital más cercano para que vinieran a hacer los trámites necesarios y acto seguido llamé a Olivia. ¿Como le decía a mi hija que volviera a casa porque su abuela había fallecido? Por Dios que difíciles se ponían las cosas a veces. Olivia se encontraba viviendo en Paris, hacia cuatro años que se había ido a estudiar allí, y es que en Francia tenía acceso a verdaderas obras de arte y podía desarrollarse mejor que en España. Llevaba bastante tiempo sin ver a mi hija, y ahora tenía que llamarla para que volviese a casa y poder abrazarla, pero no por nada bueno.

Todo fue transcurriendo como a cámara lenta, la llegada de Olivia, el velatorio, el entierro, absolutamente todo. Todo fue a marcha forzada y con los frenos puestos, parecía que no pasaba el tiempo sin Rafi entre nosotras. Yo no hacía más que pensar en ella, tan solo podía recordar mi última interacción con mi suegra, tan solo podía rememorar sus abrazos, y tan solo quería cerrar los ojos pensando que al abrirlos todo sería mentira, pero por mucho que lo hiciera no era así.

Como era lógico Alba estaba destrozada, apenas nos había hablado durante estos días, apenas hacía más que dar las gracias cuando alguien le daba el pésame y rápidamente se ponía a llorar, solo hacía que llorar y volver a llorar. Olivia no es que estuviera mucho mejor, siempre había estado muy unida a su abuela. Durante el velatorio ambas se pasaron todo el tiempo abrazadas y con lágrimas en los ojos, a veces veía como Olivia sostenía la cabeza de Alba en su pecho y en otras ocasiones era al revés, pero no se separaban la una de la otra, y eso me reconfortó. Yo no pude estar tanto tiempo a su lado porque fui yo la que se ocupó de todo, ellas no tenían fuerza, no podían tirar del carro. Cuando todo acabó y al fin volvimos a casa nos fuimos todas directamente a nuestras habitaciones, teníamos que descansar.

Amar entre cuatro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora