LIBRO II. Capítulo 8: El despertar

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Capítulo 8

El despertar

Para Dante los parajes del Hades no eran nada que no hubiera visto ya, incluso se atreve a pensar que ha pisado sitios más lúgubres e infernales en el pasado.

Illya caminaba por el lugar, alejándose lo más posible de quien consideraba su inútil Servant. Casi sin querer se topó con una extraña visión al ver dos mariposas de llamativos colores revolotear en la oscuridad. Illya se intrigó, no entendía como esos frágiles insectos podían coexistir en un entorno de muerte.

Las mariposas volaron a su alrededor, una de ellas se posó sobre su hombro, mas antes que la jovencita pudiera tocarla, voló en compañía de su semejante hacia rincones oscuros del lugar. Alguna clase de curiosidad llevó a Illya a seguirlas. Quizá descubriría de donde provenían o a donde se dirigían.

Con aire aburrido, Dante se echó a andar detrás de ella, sin prisas.Sabía que su deber era protegerla ya que por alguna razón y sin que nadie le dijera nada empezaba a comprender cuales eran sus obligaciones como servant desde el momento que aceptó servir a esa niña arrogante, aunque pensaba que llevarse un buen susto en el infierno no le vendría mal

— Espero que el lugar te haga sentir como en casa, querido Dante —escuchó una voz melosa—. Después de todo tú perteneces a aquí.

La figura de Pandora emergió de entre las profundas sombras de los pilares. Avanzó unos cuantos pasos sobre sus altos tacones para interponerse en el camino del cazador.

A Dante se le escapó una osada mirada que inició desde los delicados tobillos de la mujer, subiendo por las esbeltas piernas, por la ancha cadera, por las curvaturas de su busto, se entretuvo un poco en la línea del escote hasta que finalmente llegó a los carnosos labios y los ojos rasgados. Pandora sonrió con complicidad.

—La calidez del infierno siempre es abrumadora, mi bella señora —respondió sarcástico, aventándose aire con la mano derecha para luego hacerle una ligera reverencia.

Pandora se acercó a él, quedando frente a frente. La mujer lo estudió de cerca, tocándolo por los hombros hasta deslizar su dedo índice por la barba del peliblanco.

— Hay tanto de tu padre en ti —musitó nostálgica—, él también era un apuesto caballero oscuro.

Dante no rechazó el acercamiento, ni mucho menos las caricias

— La historia de mi vida —suspiró melodramático— Déjame adivinar, seguro tienes una deuda pendiente con él y esperas que yo la pague con intereses. ¿Qué podrá ser? ¿Venganza? —al ser la más popular—. ¿Una promesa de amor? —cuestionó con ironía, inclinándose sobre el rostro de su anfitriona quien no retrocedió.

—En mi mundo, Sparda era uno de los tres Jueces del Infierno... el más fuerte de los espectros al servicio del señor Hades— Pandora se movió alrededor de él, pasando sus manos sobre el cuerpo del cazador, marcando el recorrido— Aunque al igual que tu, orgulloso e irreverente... pero sí eres la mitad de habilidoso de lo que él fue... puedo sentirme tranquila contigo protegiéndonos ¿o me equivoco? —preguntó al alzar el mentón, su boca permaneció a escasos milímetros de la del Servant.

— Bueno, mientras no sea de los dos locos vuela planetas no creo que haya problema —masculló sobre esos sensuales labios.

— No te culpo por tu falta de confianza. La pelea entre esos monstruos seguro te fue reveladora. Uno de ellos era mi Servant, por eso puedo decirte con certeza que en tu condición actual sería imposible para ti enfrentar a los otros contendientes.

— ¿Eso crees? Je... parece que he perdido mi toque con las mujeres, ya no me toman en serio... quizá sea la barba — Dante se mofó, haciéndose a un lado, mas Pandora lo sujetó por el brazo coquetamente para retenerlo.

En Busca de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora