En Busca de la Oscuridad

LIBRO XIV. Capítulo 7: Trazando

Capítulo 7

Trazando

Era una típica calle de Tokyo, la cual lucía algo solitaria. Eso se explicaba porque a esa hora la gente abarrotaba las calles céntricas dirigiéndose a sus hogares o centros de trabajo. En el caso de un muchacho que estaba parado en ese puente y apoyado sobre la baranda, observando el panorama mientras el sol lanzaba sus últimos rayos. Aquel joven lucía preocupado aunque más bien estaba pensativo. Las pocas personas que pasaban solo le dirigían una mirada y luego seguían su camino "mal de amores supongo" pensaba la mayoría... y no se equivocaban.

Era cierto... aquel joven descubría sus sentimientos por primera vez. En todo ese tiempo había tenido una actitud indiferente ante las chicas. No era popular pero eso no le molestaba. Su personalidad tímida no le había dado confianza con el sexo opuesto y las pocas veces que había intentado ser más frecuente con ellas (más por instancias de sus amigos que por interés propio) habían fracasado. Sus relaciones sociales eran fruto del hábito, de la rutina y se había acostumbrado a ello.

Pero ahora las cosas habían cambiado. Hacía una semana que aquella chica había sido trasladada a la preparatoria "¿Que hace una extranjera aquí?" se preguntó la mayoría incluyéndole. La chica no tardó en adaptarse y a la semana ya era la más popular de la clase y luego de todo el instituto. Conocedora de mundo, hablaba varios idiomas y podía tener a las chicas actualizada en modas, tecnología entre muchas cosas. En realidad solo estaba en el instituto por formalidad. Su padre, había sido trasladado a Japón para un puesto importante y trajo a su única hija consigo. Resultó sorprendente saber para él, que esa chica aprendió japonés en tres meses y que si se animó a venir fue más por la aventura. Era ella de una personalidad arrolladora, totalmente opuesto a él. Apenas entraba a un lugar, dominaba el ambiente. Hablaba fuerte, con energía y ganaba todas las discusiones, incluso con los maestros. No porque gritara más, sino porque argumentaba bien.

Pero no era la típica chica inteligente, su personalidad no solo era arrolladora, era también hermosa. Sus penetrantes ojos azules podían seducir a cualquiera. Desde el primer día tuvo una legión de admiradores que la seguían por todos lados, pero ella no parecía interesarle. Prefería rodearse de chicas afirmando en voz alta "que todos los hombres son unos pervertidos". Tal vez una mala experiencia, pensó él. Solo la miraba de reojo y no cruzaba palabra con ella. No se atrevía.

Sentía que aquella chica, podía derribarlo de un golpe, como hizo durante una de las clases de gimnasia, donde en una práctica de lucha, abatió a uno de los alumnos que lucía feliz al tener la oportunidad de tocarla, aunque solo se quedó en el intento.

Es por eso que jamás comprendió por qué ella se le acercó. Las cosas parecían normales aquel día pero fue como en cámara lenta. La chica entró al salón, y como siempre atrajo las miradas. El estaba con la cabeza baja y no pudo verla venir. Ella se dirigió a él y antes que él se de cuenta, la palma de la mano de la chica golpeaba su carpeta, sobresaltándolo.

- ¡Despierta, baka! - Suena su voz enérgica - ¿Acaso estás durmiendo?

No supo que decir cuando levanto la vista y se vio frente a aquellos ojos azules, que lo miraban con firmeza e interrogación. Aquellas manos en la cintura perfecta lo hicieron titubear y no supo que responder.

- Yo... ¿me hablas a mí?

- ¿Y que otro idiota está durmiendo en clase?

Para muchos lo que sucedió después les resultó algo irreal. A partir de ese día, ella solía acompañarlo a la preparatoria ya que resultó que vivían en el mismo edificio. Juntos venían y volvían de clases. No era raro que discutieran o más bien, ella estuviera siempre regañándole, aunque jamás reconocieron tener una relación al menos parecían llevarse bastante bien. Él ya era la envidia de los muchachos de su clase.